Ese viejo y querido amigo llamado Fondo Monetario
Las últimas dos revisiones del acuerdo vigente quedaron pendientes en 2024. El FMI está satisfecho por el rumbo, y advierte un cambio de época. El gobierno tendría casi abrochado un nuevo acuerdo con desembolsos, pero debería levantar el cepo.
Mientras los funcionarios argentinos se autocelebran, los de Washington miran para otro lado. Lo cierto es que el año 2024 terminó sin que el Estado argentino hay completado las dos revisiones pendientes del acuerdo de facilidades extendidas vigente con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La novena revisión de las metas al segundo trimestre del año 2024 debió realizarse en septiembre, y la décima, enfocada en el tercer trimestre, debió llevarse a cabo en noviembre.
Llamativamente y a diferencia de otros momentos históricos en que la relación con el Fondo era tortuosa y limitante al extremo de la política económica, el organismo “dejó pasar” ambas revisiones sin presionar al gobierno argentino. No hubo siquiera una mención de advertencia al respecto en ninguno de los últimos informes de perspectiva.
El secreto a voces, es que las metas que Argentina debía certificar fueron incumplidas, en especial la referida a la acumulación de reservas del Banco Central (BCRA). El acuerdo vigente establece que Argentina debía cerrar 2024 con reservas netas positivas por al menos u$s 8.000 millones. El mes de diciembre culminó con reservas netas negativas por u$s 10.000 millones, un nivel similar al que tenían cuando Javier Milei asumió. Motivo suficiente para que Argentina no hubiese superado ambas revisiones pendientes.
La “distracción” del Fondo, está fundada en el beneplácito que ha generado hasta el momento en Washington la voracidad con la que el mandatario argentino llevó a cabo el ajuste. Valoran la decisión política de arremeter contra la inflación, ordenar la matriz fiscal, y desregular la economía.
Un dato no menor, es la escasa resistencia social que despertó el ajuste del gasto público. Toda una señal de fortaleza política del gobierno, pero al mismo tiempo de lo que desde el FMI se advierte como “cambio de época”.
Si el entendimiento se materializa, permitiría a ambas partes “solapar” con un nuevo acuerdo las dos revisiones que quedaron inconclusas en 2024.
La “confianza” que el caso argentino ha despertado en los mercados, es otro de los pilares sobre los que el Fondo basa su laxitud para con la Argentina en la segunda mitad del 2024. El riesgo país coquetea con la posibilidad de perforar los 600 puntos básicos, algo que no se verificaba desde agosto de 2018.
Los bonos soberanos mostraron una recuperación sostenida a lo largo del año pasado, y las ADR argentinas más importantes del panel registraron subas de entre el 80% y el 120% de punta a punta en 2024.
En definitiva, el Fondo ha decidido “ser flexible” con Argentina porque entiende que el programa de la gestión Milei coincide por exceso con las históricas recetas que el organismo ha impuesto a los países a los que asiste financieramente.
La inminente asunción de Donald Trump, es un ingrediente esencial en la ecuación.
Los gestos del republicano hacia el libertario han sido elocuentes, y permiten imaginar un escenario en el que el voto calificado de Estados Unidos vuelva a ser determinante en el directorio del Fondo, donde potencias como Japón, Francia o Alemania, ofrecen resistencia a la idea de nuevos desembolsos para nuestro país.
Hay dos limitantes. El Fondo exige levantar el cepo y el acuerdo debería sortear la aprobación del Congreso de la Nación. Y en 2025 hay elecciones.
La certeza en las primeras horas de 2025, es que Argentina acudirá nuevamente a ese viejo y querido amigo llamado Fondo Monetario Internacional.
Las versiones extraoficiales, tanto las que dejan trascender desde el gobierno como las de los analistas que siguen de cerca el día a día del organismo, señalan que las negociaciones entre Argentina y el Fondo están avanzadas, y que podría cerrarse con desembolsos de entre u$s 15.000 y u$s 20.000 millones.
Si el entendimiento se materializa, permitiría a ambas partes “solapar” con un nuevo acuerdo las dos revisiones que quedaron inconclusas en 2024, emprolijando la distracción. Pero sobre todas las cosas, implicaría un desahogo definitivo para las finanzas argentinas, que inician el año con vencimientos por u$s 2.800 millones este mes.
Punto aparte, hay dos limitantes. El primero es que una de las condiciones del nuevo entendimiento sería levantar el cepo y unificar el tipo de cambio. El segundo es que el acuerdo debería sortear la aprobación del Congreso de la Nación, y en 2025 hay elecciones.
Mientras los funcionarios argentinos se autocelebran, los de Washington miran para otro lado. Lo cierto es que el año 2024 terminó sin que el Estado argentino hay completado las dos revisiones pendientes del acuerdo de facilidades extendidas vigente con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
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