Cuáles son los subsidios que pueden caer en la región por el acuerdo con el FMI

La discusión por los colectivos en la ciudad de Buenos Aires abarca una porción tan chica que la discusión se torna irrelevante.

En los últimos 20 años y luego de una década de reducción drástica de las subvenciones del Tesoro, los subsidios (estatales y particulares) a los servicios crecieron de manera exponencial. Deshacer (si es que hay que hacerlo para cumplir las pautas del FMI) esta madeja requiere de decisiones tan drásticas y esquemas tan complejos que ninguna opción va a resultar sencilla.

El contrapunto entre el gobernador jujeño Gerardo Morales y el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta (socios en Juntos por el Cambio) refleja de manera certera una discusión en la que los dos podrían tener razón.

La pelea es por una torta, la de los subsidios, que seguramente debe repartirse proporcionalmente mejor aunque haya argumentos fácilmente refutables, de esos que se generalizan en una pelea interior-Buenos Aires.

Primero: no todos los subsidios son nacionales y no todos requieren aportes estatales. Para muestra basta este botón: en la Patagonia pagamos el gas bastante más barato que en el resto del país gracias al aporte, pequeño en los individual pero gigante en lo universal, de todos los usuarios residenciales del servicio, vivan donde vivan y tengan la distribuidora que tengan.

Claro, aquí el consumo de gas es mayor porque hace más frío.

Cuando era subsecretario de Presupuesto de la Nación bajo la presidencia de Fernando de la Rúa, el economista Nicolás Gadano -que vivió en su infancia en el frío de Neuquén- decidió recortar ese subsidio, que por entonces se financiaba con aportes del Tesoro, con argumentos de ajuste fiscal. Por eso, se creó el fondo fiduciario al que aportamos todos en todo el país.

En Bariloche, por caso, todos los que viajan en colectivo por la expandida ciudad les pagan el boleto a los estudiantes del sistema estatal de los tres niveles, que tiene tarifa igual a cero mediante la tarjeta SUBE. Los chicos de las escuelas privadas tienen una subvención del 67% del pasaje, aun los que cursan en los colegios más caros de la provincia de Río Negro.  

La segmentación del precio del gas y la electricidad con la que el ministro Martín Guzmán se ilusiona como herramienta de reducción de subsidios ya se aplica y el criterio no es bueno: los que menos consumen pagan menos y viceversa. En general, los medidores cuyas ruedas dan vuelta más rápido son los de esas familias de menores recursos que van sumando los hogares de sus hijos a la propiedad y mantienen una misma conexión para todos: el sistema los trata de derrochones y se produce un subsidio cruzado pero no del rico hacia el que menos tiene sino a la inversa.

No siempre los que consumen más son los que más ganan (Foto: Archivo)

Una segmentación por barrio tampoco haría justicia plena (salvo en los countries) porque hay pocas zonas tan homogéneas como para considerarlas una unidad.

Un pasito para el fondo

El abismo que separa el precio del boleto en Buenos Aires de la tarifa que se paga en Bariloche o Neuquén (18 pesos contra 62 o 61) se explica en el uso intensivo de los colectivos que hay en la llamada “área metropolitana” (AMBA), donde se registra la mayor densidad poblacional del país.

Cuesta tan poco porque el negocio es más rendidor y porque el grueso de los subsidios nacionales va a esas líneas de colectivos.

¿Qué pasaría si ese se repartiera mejor, como propone el diputado nacional de Juntos Somos Río Negro Agustín Domingo? Seguramente, tal como afirma el informe de la Universidad Nacional de San Martín que circula estos días por las redes, habrá gente que dejará de usar el colectivo porque no podría pagarlo.

¿Es tan barato el colectivo en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires porque vive mucha gente o, al revés, vive mucha gente en ese espacio porque los servicios son más baratos?

Ya casi no quedan trenes de pasajeros en la Patagonia. El que une Viedma con Bariloche cumple una función social y una prestación turística clave, pero no tiene subsidio nacional. Los boletos del tramo completo para marzo se venden a unos 3.300 pesos y se agotan en verano (por el servicio que conecta la cordillera con Las Grutas).

Entre Buenos Aires y Mar del Plata corre el tren que controla y subsidia el Estado nacional. Es un tramo menor que el de Viedma-Bariloche, pero la tarifa es de 600 pesos, el 20% de lo que vale el ferrocarril rionegrino.

El Tren del Valle une Cipolletti con Plottier y pasa por la ciudad de Neuquén. El tramo completo vale 31 pesos gracias al fuerte subsidio nacional.

Esa luz

Los que protestan porque consideran inequitativo que en el AMBA la electricidad cueste más barata que en la Patagonia soslayan, deliberadamente o por error, que el subsidio nacional cubre el costo mayorista, que es igual para todos los hogares del país. La tarifa final de Edenor y Edesur la fija, es cierto, la Nación, pero si es más baja no se debe a un subsidio sino a una decisión.

El precio de Edersa y la CEB lo fija la provincia de Río Negro; la tarifa de CALF la define el municipio de Neuquén y la del EPEN, el gobierno de Omar Gutiérrez; si son valores más caros que en el AMBA no es por los subsidios.

Dale gas

Más allá del subsidio para la Patagonia, el precio mayorista del gas, el que remunera a las petroleras que lo extraen del subsuelo y lo separan, está subvencionado por el Estado nacional, que regula además los precios del transporte y la distribución.

En definitiva, si el FMI impone un recorte de subsidios equivalente a dos puntos del PBI, la primera cuenta que se revisará es la de los casi 14.000 millones de dólares que se destinarán este año a subvencionar el consumo de energía en todo el país: la diferencia entre los costos que declaran los generadores de electricidad y el valor que se traslada a la tarifa, además el gas que llega desde Bolivia o, licuado, en barcos.

La discusión por las 32 líneas de colectivos que Nación quiere transferirle a la ciudad de Buenos Aires (que son las tienen sus recorridos dentro de su jurisdicción, sin cruzar ni el Riachuelo ni la General Paz) es demasiado acotada: desde la centralidad es complejo ver la periferia.


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