El “Lado B” del veranito económico de Javier Milei

El gobierno celebró su primer año con un discurso autorreferencial que hizo énfasis sobre en el superávit y la baja de la inflación. La contracara de tal escenario son el la actividad que no despega y el nivel de empleo que cruje.

Al calor del atraso. El presidente exhibe un esquema fiscal y monetario anclado en el dólar oficial “planchado”.

Fue en otro tiempo cuando surgió la alegoría: “para toda melodía, siempre existe un Lado B”.
Una figura que sirve para referir a los aspectos, datos y matices que se esconden detrás de cualquier construcción argumental, y que tienen menos visibilidad.

La imagen es propia de otra época de las artes, cuando el avance tecnológico no era el de nuestros días, y los aparatos que servían para la reproducción de música, eran analógicos. A su vez, el soporte físico de una grabación, era un disco de grafito con dos lados, con lo cual el álbum de una banda o cantante, se dividía en las canciones del “Lado A” y las canciones del “Lado B”. La misma lógica se mantuvo cuando surgió la grabación en cintas, y la reproducción se realizaba mediante un pasacasette.


El relato que ha sabido estructurar el gobierno de La Libertad Avanza en su primer año de gestión, tiene efectivamente estas características. En el primer año de Javier Milei existe una playlist de “canciones” que refieren a los aspectos positivos que la “motosierra” y la “licuadora” generaron sobre algunas de las variables más sensibles de la macroeconomía.


Pero existe también otra lista de “canciones” que pueden dar cuenta del lado más crudo del ajuste de 2024, con efectos devastadores sobre una buena parte de la estructura económica nacional.
A pocos días del final de año y “a la antigua”, ponemos play a los dos lados de la coyuntura macro tras el primer año de gobierno libertario.


Lado A


El discurso que el presidente de la Nación ofreció esta semana por cadena nacional como parte de la celebración por el aniversario de la asunción, se caracterizó por la euforia autorreferencial que suele estar en el ADN de todo proyecto político populista.

Celebración. Milei se rodeó del gabinete para la cadena nacional.


El contraste que intentó esbozar el mandatario entre la herencia y la gestión, no distó en cuanto a su estructura, de aquellos largos discursos autoelogiosos de Cristina Fernández de Kirchner.
Con un marco ideológico antagónico, el discurso de Milei innovó en todo caso en cuanto al contenido, pero apeló a las mismas formas de siempre, forzando e incluso desmintiendo los propios datos oficiales, y en muchos casos torciendo la interpretación de los mismos.


No obstante, el “Lado A” del primer cuarto de la gestión Milei, tiene dos claras fortalezas, que constituyen la base del “veranito” económico (y por ende político) del cuál goza el oficialismo.
La baja sostenida de la inflación, y el superávit fiscal sostenido durante todo el año, son la piedra basal que sostiene todo el programa económico del gobierno.


Haber perforado el piso simbólico del 2,5% mensual, y registrar al cierre del año el dato de inflación mensual más bajo desde 2020, es un logro que Milei se anota en su palmarés.
Pero sobre todas las cosas, es en gran parte el mandato social que recibió de parte del 56% del electorado que acompañó su ascenso al poder.

El discurso de Milei se caracterizó por la euforia autorreferencial que suele estar en el ADN de todo proyecto político populista. El presidente innovó en todo caso en cuanto al contenido, pero apeló a las mismas formas de siempre.


El imperativo mayoritario hace un año era erradicar definitivamente el flagelo inflacionario, y hacerlo de forma prioritaria. Es decir, hacerlo aún si el costo era grande. Milei cumplió ese mandato con creces, y a una velocidad mucho mayor a la que suponían los analistas.


El otro punto fuerte del primer año de Milei, es haber alcanzado rápidamente el superávit fiscal en los dos primeros meses de gobierno, y haber sabido sostenerlo a capa y espada durante los meses restantes.
Semejante decisión implicó un enorme costo social, que la sociedad parece haber estado dispuesta a pagar.

Los datos de la Oficina Nacional de Presupuesto y del Indec, muestran que en los primeros diez meses del año, el 24,2% del ajuste se explica por la licuación de la masa previsional, y que otro 23,6% se explica por el recorte y la paralización de la obra pública.


En definitiva, Milei se atrevió a tocar dos vacas sagradas: jubilados y obra pública. Allí radica gran parte del éxtasis que le ofrenda el círculo rojo empresario, y que emerge de las pizarras del mercado financiero.
La expresión más acabada de ese “buen ambiente”, es la escalada en la cotización de los activos argentinos, y el desplome del riesgo país hasta mínimos que no se observaban hace casi ocho años.

El calor que abriga el “veranito” económico, es el profundo atraso cambiario que reviste la economía en 2024. Mientras dure el esquema, el dólar está quieto, la brecha con el paralelo es mínima, y se respira “tranquilidad” política.


Pese al malestar que le genera el concepto al presidente, el calor que abriga ese “veranito” es el profundo atraso cambiario que reviste la economía en 2024. El Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM) que publica el Banco Central, no solo es menor al que se registraba a fines de 2023 en medio del “plan platita” de Sergio Massa, sino que es aún más bajo que a fines de 2015 en la previa a la salida del cepo cambiario de la gestión Macri.


El esquema permitió el regreso del “carry trade” para quienes tienen capacidad de mover fondos en grande. Con tipo de cambio anclado, los inversores salen del dólar fortaleciendo la oferta de divisas, y “hacen tasa” en pesos.


Mientras dure el esquema, el dólar está quieto, la brecha con el paralelo es mínima, y se respira “tranquilidad” política. Lo que sucede cuando el esquema se termina, ya pudo apreciarse recientemente en 2019.


Lado B


“Cuando termine el año le habremos devuelto al sector privado 15 puntos del PBI en ahorro ¿quieren saber como va a crecer la economía? Va a subir como pedo de buzo”, dijo el presidente durante una cena de la Fundación Libertad y Progreso en el pasado mes de abril.


Se trata de un pronóstico que el gobierno pretende una y otra vez ver plasmado en los hechos, pero que los propios datos oficiales desmienten fácticamente de forma categórica.
El “Lado B” del éxito que Milei puede exhibir en materia inflacionaria y fiscal, es el profundo deterioro que el ajuste provocó sobre la matriz productiva y el nivel de empleo.


La devaluación del 120% aplicada hace exactamente un año, tuvo como efecto inmediato la licuación de los ingresos en pesos, y un fuerte traslado a precios en diciembre de 2023. Por ambas vías, el resultado es el deterioro del poder adquisitivo medio.


Junto a ello, el profundo recorte del gasto, implicó inevitablemente un ajuste sobre la actividad económica ligada al sector público mediante proveedores de bienes y servicios, y obra pública.
Ese golpe se reflejó principalmente en el primer semestre del año, cuando el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) que publica el Indec, señalaba una caída acumulada del 4,4%.


Iniciado el segundo semestre, el nivel de actividad mostró leves mejoras en julio (+2,7%) y agosto (+0,9%), lo que llevó al presidente a decir que “la recesión ha terminado y el país ha comenzado a crecer”. Sin embargo, septiembre volvió a mostrar una caída (-0,3%). Las estimaciones (incluso las del FMI), indican que el año cerraría con una caída del 3,5% del PBI.

Las proyecciones que avala el FMI señalan que 2024 termina con caída del 3,5%. Pero si se quita el agro, la actividad caería este año un 5,5%.


Lo cierto es que promediando el año 2024 se verifican dos señales claras.
La primera es una enorme heterogeneidad, donde las actividades primarias muestran un fuerte repunte, y las secundarias siguen mostrando un verdadero “derrumbe”.


En efecto, las estadísticas oficiales señalan que en el acumulado de 2024 el agro y la ganadería crecen 38,9%, la explotación de minas y canteras un 7,1% y la pesca un 8,2%. Como contracara, la construcción cae un 19,5%, la industria un 12,4% y el comercio un 10,8%. Casualmente, estos tres últimos sectores representan el 90% del empleo registrado del país.

La segunda es que si se quita de la ecuación el agro, que vivió este año una campaña excepcional tras las histórica sequía de 2023, la caída del PBI en 2024 llegaría al 5,5% al cierre del año.


En cuanto al nivel de empleo, los datos que surgen del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), son reveladores. En el mes de septiembre (último dato disponible) se verificó un repunte respecto al mes de agosto respecto a la cantidad de puestos de trabajo. En el noveno mes del año se crearon 9.640 nuevos puestos de trabajo.

Los tres sectores que representan el 90% del empleo registrado del país: construcción, industria y comercio, son los más golpeados por el ajuste.


Sin embargo, si la comparación toma como parámetro el mes de noviembre de 2023, previo a la asunción de Javier Milei, resulta que en los primeros diez meses de gestión libertaria se destruyeron 129.780 puestos de trabajo.

De ese total, el 50,3% (65.323 puestos), corresponden a la construcción. En la industria mientras tanto, se perdieron 26.733 puestos de trabajo en los primeros diez meses del gobierno, un 18,7% del total de los puestos que dejaron de existir.


El “Lado B” del veranito económico y financiero muestra una canción muy diferente. La de una economía real que padece al ritmo del ajuste, con ingresos en pesos que no logran recuperarse del golpe al poder adquisitivo del primer trimestre, y un nivel de empleo que cruje de la mano de las tres actividades más emblemáticas del trabajo registrado urbano.


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