El dato más crudo: la pobreza alcanza al 54% de los niños en Argentina
Significa que hay 5.700.000 niñas y niños en el país que no logran satisfacer sus necesidades básicas. Los datos referidos a la incidencia de la pobreza y la indigencia fueron difundidos ayer por el Indec.
Canasta básica: una familia necesitó en diciembre $500 mil para no ser pobre, según el Indec
Se trata de la estadística más descarnada. La más cruda. La que pone más a la vista los efectos de una crisis económica que acumula casi cinco años, con una pandemia de por medio. La pobreza en Argentina es cruel, y acecha la vida de millones de personas que no logran reunir los recursos necesarios para subsistir en condiciones dignas.
Los datos que acaba de dar a conocer el Indec son elocuentes. El 39,2% de las personas que habitan el país son pobres. Es decir, no logran satisfacer mes a mes una canasta básica que incluye alimentación, transporte, educación, salud y esparcimiento. La cuenta es inequívoca: en el segundo semestre de 2022 la Argentina incorporó 1,2 millones de nuevos pobres, y en total hay 18,4 millones de pobres en el país.
De ese total, hay un 8,1% que ni siquiera logra reunir lo necesario para poder comer. En un país que lo mejor que hace es producir alimentos, hay 3,7 millones de personas que no pueden comer. Pareciera no existir una foto más descarnada, pero la hay.
Un dato todavía más delicado es la incidencia de la pobreza y la indigencia en la niñez. Según la estadística oficial publicada ayer, el 54,2% de los niños y las niñas en Argentina son pobres. Implica que hay 5,7 millones de personas de entre 0 y 14 años que no logran vivir en condiciones dignas. Además, la indigencia alcanza al 12% en la misma franja de edad. La traducción es que hay 1.265.000 niños y niñas en Argentina que no se alimentan adecuadamente.
Se trata de toda una generación de personas que no recibe la alimentación temprana necesaria para el desarrollo de sus capacidades cognitivas. Aquellas que luego les permitirán por ejemplo abordar las diferentes instancias de aprendizaje escolar. Millones de niños y niñas que no cuentan con los nutrientes necesarios para desarrollarse física y emocionalmente durante la primera infancia.
Los indicadores referidos a la segunda mita de 2022, son especialmente críticos porque representan un severo deterioro respecto a los semestres previos, e interrumpen una incipiente mejora que había iniciado a fines de 2021.
El declive en relación a la incidencia de la pobreza sobre la niñez comenzó junto con la crisis financiera y cambiaria del segundo trimestre de 2018. En efecto, en el segundo semestre de 2017 fue la última vez en que la pobreza fue menor al 40% entre los niños argentinos. En ese momento el registro era de 39,7%. De allí en más, la pobreza entre los niños no paró de crecer. Hacia fines de 2018 ya alcanzaba el 46,8% y cuando asumió Alberto Fernández a fines de 2019, ya era del 52,3%.
La pandemia no hizo más que agravar la situación. En el segundo semestre de 2020, la pobreza alcanzaba al 57,7% de los niños y las niñas argentinas. Fue en el momento más álgido del impacto del Covid. A partir de allí los datos señalaban una mejora. En el primer semestre de 2022 la incidencia de la pobreza en la niñez se había reducido hasta el 50,9% y permitía soñar con la posibilidad de perforar el piso del 50%. No fue así. La segunda mitad de 2022 significó que 348.000 niños y niñas argentinas volvieran a caer en la pobreza.
Al buscar las causas es inevitable recaer en el problema estructural más grave que acecha a la economía nacional: la inflación. Los datos de pobreza e indigencia que acaban de conocerse son el reflejo de la inflación de fines de 2022. Es decir, no incluyen el impacto de la aceleración inflacionaria que se verifica en el primer trimestre de 2023. No hace falta ser especialista para entender que la situación actual puede ser todavía más grave de lo que muestran los números.
Dato
- 5.700.000
- La cantidad de personas entre 0 y 14 años que son pobres en Argentina.
La pobreza acecha a millones de niños y niñas que no reciben la alimentación temprana necesaria para el desarrollo de sus capacidades cognitivas. Aquellas que luego les permitirán por ejemplo abordar las diferentes instancias de aprendizaje escolar.
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