El canje de deuda en pesos, una bocanada de aire fresco para Massa

Encontrar una bocanada de aire es la prioridad para quien se siente ahogado, para quien siente que no puede respirar. La sensación es desesperante y urgente. El grado de alivio cuando se encuentra el oxígeno necesario, es de igual magnitud.

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La analogía describe a la perfección el efecto que tiene en materia financiera el canje de deuda en pesos que acaba de lograr en el día de ayer el Ministro de Economía Sergio Massa.

El ahogo que experimentaba la economía argentina desde hace al menos dos meses, se relacionaba de manera directa con las dificultades mayúsculas que empezó a encontrar el gobierno para la renovación de la deuda de cortísimo plazo nominada en pesos.

Desde su llegada al poder, Alberto Fernández tuvo bien claro que solicitar deuda en el exterior iba a ser imposible, y que el margen para poder subir los impuestos o para crear nuevos, era demasiado escaso. De allí se desprende que el andamiaje financiero a partir de diciembre de 2019 fuera únicamente en base al manejo de la emisión monetaria.

Durante los dos años y medio que duró la gestión de Martín Guzmán, la estrategia había sido por lo tanto la colocación de letras cortas, las cuales eran periódicamente renovadas al momento del vencimiento. La modalidad entró en crisis en junio, cuando una serie de informes de consultoras ligadas a la oposición dejaron trascender que el gobierno iba rumbo a un «reperfilamiento» de la deuda en pesos.

Desde ese entonces, inició una furibunda carrera contra el dólar que llevó las cotizaciones paralelas por encima de los $300, generando una enorme presión por una devaluación del dólar oficial. En el camino la coyuntura se llevó puestos dos ministros de economía en un mes y generó una reconfiguración completa de las relaciones de poder en el gobierno.

Ante el arribo de Sergio Massa a la cartera económica, el interrogante era cómo solucionaría los vencimientos de agosto, septiembre y octubre. En ese trimestre los compromisos ascendían a más de 2,5 billones de pesos ($2.547 millones de millones). Los principales analistas colocaban el punto de quiebre en septiembre, cuando los vencimientos superaban el billón de pesos.

Finalmente Massa apeló a un cambio de estrategia y logró lo que no habían podido hacer sus antecesores: estirar los pagos hasta fines de 2023. La ingeniería que ideó el nuevo equipo económico incluyó un bono dual que ajusta tanto por inflación como por el tipo de cambio oficial, tomando como referencia aquella que suba más. De esa manera otorga a los tenedores la garantía de que por una vía o por la otra podrán sostener el valor de su dinero e incluso obtener una renta positiva.

El resultado es elocuente, tanto en términos económicos como políticos.
En cuanto al primero, la colocación despeja el horizonte financiero hasta fin de año aliviando los vencimientos por el equivalente a u$s15.600 millones. El mega vencimiento de septiembre que ascendía a $1.123.801 millones, se convirtió en uno muchísimo más manejable de solo $209.337 millones. La aceptación de la propuesta se redondeó en el 85%.

En cuanto al segundo, el grueso de los nuevos vencimientos opera en septiembre de 2023, luego de las elecciones PASO rumbo a las presidenciales. Lo que acaba de lograr Massa es el margen de maniobra política necesario para re encauzar las principales variables de la economía en lo que queda del año, y apostar a protagonizar un papel digno en la compulsa electoral del año que viene.

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