Dólar de regalo y reservas negativas: un «éxito» de Javier Milei, que tiene patas cortas

El gobierno celebra el final de la brecha, señal de buenas expectativas que a la vez revela un andamiaje cambiario montado sobre el carry trade. Mientras tanto, el tipo de cambio real es el más bajo desde 2015, las reservas son negativas, y se avecinan fuertes vencimientos en enero.

“El que apuesta al dólar, pierde”. Bien podría tratarse de una homofonía histórica. Por un lado la célebre frase histórica del ministro de economía de la dictadura, Lorenzo Sigaut, en el año 1981. Por el otro, la descripción de escenario financiero a lo largo de 2024, y a poco de cumplirse el primer año de gestión de Javier Milei.


En cualquier otro lugar del planeta Tierra, el Dólar es una moneda que a lo sumo se toma como referencia natural para analizar la competitividad de las exportaciones y los flujos de comercio. En nuestro país es bastante más que eso.


Por la incapacidad del Peso de cumplir con una de las tres funciones básicas del dinero, la de ser depósito de valor, el Dólar en Argentina es el refugio de ahorro por excelencia. De allí se deriva que la cotización de la divisa norteamericana opere en la práctica como el rector de las expectativas de los agentes económicos.

Si “sube el dólar” el argentino promedio tiene internalizado que eso se trasladará casi de inmediato a los precios minoristas, la actualización de contratos, y la cadena de pagos.
El dólar es por lo tanto el catalizador de la política económica. Si el dólar “está tranquilo”, el gobierno descansa, y no solo ello, lo considera también como una validación de rumbo.


El dólar es también el motor de los flujos de capital. La cotización del dólar es clave tanto para las decisiones de inversión financiera y productiva, como para la entrada y salida de capitales.
En definitiva, en tanto la cotización del dólar es un precio, se trata de una señal.
Esa señal parece arrojar muy buenas sensaciones para el gobierno de Javier Milei, aunque vale la pena poner las mismas en perspectiva.


Sin brecha por un rato


Dada la vigencia que aún revisten las restricciones cambiarias, el valor del dólar en Argentina tiene dos caras. Pese al énfasis simbólico en “la libertad” de los mercados, el gobierno libertario ha sostenido el control de precios sobre el mercado cambiario. El dólar oficial es un precio que el gobierno literalmente controla. Y lo hace mediante una devaluación prefijada por el ministro de economía Luis Caputo en el 2% mensual.


La otra cara, es el tipo de cambio paralelo, y su alter ego, el tipo de cambio financiero. El precio del dólar blue es “libre”, en tanto surge de la interacción de oferentes y demandantes. Esa libertad está condicionada por tratarse de un mercado pequeño en el que grandes movimientos de oferta o demanda pueden modificar el precio.

Un dólar “planchado” con tasas de interés en pesos del 40%/45%, son garantía de un multimillonario negocio financiero, reservado para unos pocos. Esa combinación es la que sostiene el andamiaje cambiario que el gobierno exhibe como un éxito.

En el segmento financiero en tanto, esa “libertad” está condicionada por la intervención que estableció Caputo a mediados de 2024. Un mecanismo con el cuál el Banco Central (BCRA) vende en el segmento financiero una parte de las reservas que acumula, a fin de evitar la emisión de pesos resultante.


El punto es que llegados a diciembre de 2024, ambos precios son muy similares, y la diferencia conocida como “brecha cambiaria”, quedó reducida al 5%, lo que equivale a decir que prácticamente “no existe”.
“HOLA MANDRILES…!!!”, twiteó Milei el jueves por la tarde, en referencia a los economistas que señalan el atraso y haciendo gala una vez más de su habitual estilo soez. La publicación adjuntaba una pizarra que mostraba “dólar blue=$1.050 / dólar oficial=$1.043,5”.


La euforia del presidente es el reflejo del beneplácito de corto plazo que le ofrenda el mercado financiero.
En otras palabras, un dólar literalmente “planchado” con tasas de interés en pesos del 40%/45%, son garantía de un multimillonario negocio financiero, reservado para unos pocos.
Esa combinación de dólar y tasa es la que sostiene el andamiaje cambiario que el gobierno exhibe como un éxito.


¿Hasta cuando?


El combo aplicado durante el primer año de gestión, es motosierra sobre el gasto, licuadora sobre los ingresos en pesos (incluidas las jubilaciones), y carry trade asegurado para inversores financieros, especialmente los grandes y los extranjeros.

El combo es una decisión de política económica explícita, que le ha rendido enormes frutos a Milei en sus primeros doce meses, pero que a la vez genera grandes interrogantes.
Lo cierto es que pese a la furia que la sola mención del concepto le genera al presidente, el “atraso cambiario” es una verdad revelada por las propias estadísticas oficiales.


El BCRA elabora releva periódicamente el Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM). Según la entidad monetaria, el mismo “mide el precio relativo de los bienes y servicios de la economía argentina con respecto al de los de los principales 12 socios comerciales del país”, y “se obtiene a partir de un promedio ponderado de los tipos de cambio reales bilaterales de los principales socios comerciales”. En otras palabras, el ITCRM mide el tipo de cambio real. No hay mejor indicador para evaluar el atraso cambiario, que uno que compare el Peso no solo contra el Dólar, sino contra una canasta de monedas que incluya por ejemplo el Real brasilero.


Al observar la serie que publica el BCRA, lo primero que salta a la vista es que el tipo de cambio real a fines de 2024 ya es más bajo que el de octubre de 2023, en pleno “plan platita” de Sergio Massa.
Pero no solo ello, el dólar de fines de 2024 es el más barato desde noviembre de 2015, previo a la salida del cepo cambiario, al inicio de la gestión Macri.
Los datos son elocuentes: el dólar esta de regalo.

El dólar de fines de 2024 es el más barato desde noviembre de 2015, previo a la salida del cepo cambiario, al inicio de la gestión Macri. Los datos son elocuentes: el dólar esta de regalo.


Lo saben los miles de argentinos que explotaron los portales web durante el black friday buscando ofertas de vuelos y alojamientos en Brasil, o los que cada fin de semana cruzan a Chile para aprovechar la sideral diferencia de precio que existe en indumentaria o tecnología. También lo saben los operadores turísticos de la zona, que soportan costos en pesos y se saben caros para el turista brasilero, chileno, e incluso para el argentino.


Ese es el asterisco que colocan los economistas, incluso los más cercanos a la visión ultra ortodoxa del mandatario. Juan Carlos De Pablo, uno de los economistas más cercanos al presidente, o el propio Domingo Felipe Cavallo, padre de la Convertibilidad, sembraron dudas esta semana sobre la sostenibilidad del esquema cambiario.


Carlos Rodríguez, otro de los economistas liberales más conocidos del país, señaló en twitter: “Muchos tienden a confundir brecha cero con equilibrio sostenible en el tipo nominal de cambio oficial. No es asi”. En otro posteo agregó: “En Abril 1997, a seis años de vigencia de la Convertibilidad el Tipo Real de Cambio multilateral había descendido a 84.06 (base 100). En Diciembre 2024, a 11 meses del Plan Milei del 2% mensual, ese índice (igual base y metodología) está en 79.8, un 9% mas bajo que al cabo de seis años del 1:1”.


Hay una sencilla premisa que conoce cualquier almacenero de barrio: antes de anunciar una oferta, es necesario estar seguro de poder sostenerla.
La traducción es: si la intención es poner el dólar de oferta, hay que asegurarse primero de tener los dólares suficientes.

Una pregunta es a cuánto ascendería la asistencia del FMI. Considerando el rojo actual de las reservas, los vencimientos de enero, y los dólares necesarios para levantar el cepo, la misma no debería ser menor a los u$s 25.000 millones.


Ese es el centro de la discusión pública que ocupa hoy a los macro economistas, y también de la preocupación del equipo económico puertas adentro del gobierno.
El año 2025 inicia con vencimientos inmediatos por u$s 2.800 millones en el mes de enero. El secretario de finanzas de la Nación, Pablo Quirno, confirmó que el pago se afrontará utilizando los dólares que el Tesoro tiene depositados en el BCRA.


El problema es que las reservas internacionales del BCRA se encuentran en terreno negativo. La estimación difiere según la forma en que se haga el cálculo. Un informe de la consultora Eco Go que circuló esta semana, estima que las reservas netas son negativas por u$s 4.926 millones.
Equivale a decir que tras el vencimiento de enero, el rojo de las reservas se ubicará en el terreno de los u$s 8.000 millones.


Tal es el escenario en el que el dólar está de oferta en Argentina. Cualquiera que tenga mínimas luces en materia de análisis económico advierte que el esquema no es sostenible en el mediano plazo.
Al menos no sin una asistencia extraordinaria del Fondo Monetario Internacional. Suponiendo que esa ayuda existiese, surgen dos preguntas fundamentales.


En base a los propios cálculos del ministro Caputo, levantar el cepo cambiario requiere reservas positivas por al menos u$s 15.000 millones.
La primer pregunta es entonces de cuánto sería la asistencia del FMI. Considerando el rojo actual de las reservas, la misma no debería ser menor a los u$s 25.000 millones.


La segunda es, por qué razón el Fondo volvería a tropezar seis años después con la misma piedra. La última vez que el FMI le soltó a la Argentina una friolera semejante de dólares, también había atraso cambiario, también había altas tasas de interés en pesos, y también había algunos poderosos gozando del carry trade. Casualmente, el conductor de la política económica de aquel entonces, también era el mismo.
El final es conocido.


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