Con conciencia ambiental y valores, los textiles de esta pareja de Neuquén trascienden las fronteras

Gracias al emprendimiento de Cecilia y Juan Carlos, el fruto de la tierra patagónica y de su gente llega en su máximo esplendor a todo el país, e incluso al extranjero. El respeto por el medio ambiente, por los productos y por el trabajo son sus estandartes.

Vida y trabajo. Cecilia y Juan Carlos llevan 33 años juntos, y Patagonia Ancestral es fruto de un sueño compartido. Foto: Florencia Salto.

El respeto por lo autóctono, el cuidado del medio ambiente, y el esmero en el trabajo son algunos de los principios con que un emprendimiento textil de Neuquén genera interés en todo el mundo. Patagonia Ancestral es más que una marca. Es también la representación de los valores y de la historia de Cecilia y Juan Carlos, una pareja de Neuquén que hace 33 años comparte pasiones, sueños y desafíos.

En un pequeño establecimiento emplazado detrás de su casa de Centenario, Cecilia y Juan Carlos trabajan en soledad. Reciben de crianceros de la región fibras animales para limpiarlas, lavarlas, teñirlas y convertirlas en madejas que se venden a todo el país y que este año se exportaron por primera vez. Asimismo, han construido una red de trabajo con tejedoras de la zona y de otras provincias que les permite comercializar prendas de excelente calidad y diseños únicos.

El proyecto surge de otra actividad tradicional patagónica: el turismo. En su establecimiento en la localidad neuquina de Moquehue, la pareja prestaba servicios de turismo rural, cuyo gran atractivo eran las llamas. Cuando las esquilaron por primera vez, surgió la pregunta disparadora: ¿qué hacer con la fibra? Así nació esta aventura, que una década después los apasiona tanto como aquel día.

La pareja llevó 60 kilos de fibra de llama de la esquila a una hilandería que el Gobierno provincial tenía en Chos Malal, la que luego administraron por tres años tras ganar la licitación para su explotación privada. Así, se adentraron al ámbito textil e iniciaron una virtuosa curva de aprendizaje. “Ahí descubrimos este gran mundo del hilado, del teñido, de desarrollar prendas, de trabajar con los crianceros, de amar lo que hacemos, de amar la tierra, de amar a nuestra gente”, relata Cecilia.

Parte de la maquinaria con que hoy cuentan la obtuvieron gracias a un aporte reintegrable otorgado en el marco de la ley ovina, y que aún están amortizando. Además, compraron máquinas usadas de grandes industrias que se estaban desmantelando. Cecilia y Juan Carlos las trajeron a Neuquén, las restauraron y las llevaron a baja escala, en línea con el propósito que se habían trazado.


¿Qué hace Patagonia Ancestral?


La materia prima necesaria para poner a funcionar la rueda proviene de crianceros de ovejas y cabras del norte y centro de Neuquén y de la línea sur de Río Negro.

Juan Carlos relató las recorridas que, junto a equipos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), realizaba por los puestos ganaderos del norte neuquino. Además de conocer a los productores, la intención de las visitas era capacitarlos. Por un lado, se pretendía dar a conocer las bondades y ventajas de la producción de fibras y concientizar sobre la posibilidad de darle a su actividad ganadera un fin diferente del cárnico. Por otro lado, les enseñaban la técnica de peinado y les entregaban el herramental necesario para la obtención de cashmere, una de las fibras animales más codiciadas del mundo.

Una vez que la materia prima arriba al establecimiento, se lleva a cabo un proceso manual de limpieza y clasificación. Con él se separan los restos vegetales, se sacude el exceso de tierra y se descarta la fibra manchada.

Una vez limpias, las fibras se lavan y enjuagan en una lavadora de cuatro piletas que tienen en el establecimiento, para posteriormente secarlas, cardarlas y alistarlas para su envío a las hilanderías. La hilatura es una actividad que Cecilia y Juan Carlos tercerizan en este momento, aunque hasta hace unos años formaba parte del emprendimiento (ver más adelante).

Las fibras entregadas regresan como hilados en conos para que Cecilia y Juan Carlos las titulen, laven, tiñan en ollas, sequen, y finalmente las conviertan en madejas listas para tejer. Una parte se comercializa a través de la tienda online y del showroom que la pareja tiene en la planta de Centenario, y otra parte se entrega a las tejedoras tercerizadas para que realicen las prendas de diseños únicos desarrollados por Patagonia Ancestral. Cuando estas arriban al establecimiento, se vuelven a lavar, se centrifugan y se planchan para su comercialización final.


Valor(es) agregado(s)


Patagonia Ancestral no es un nombre antojadizo, sino que tiene un profundo significado. “Todos tenemos una historia, pero la historia va más allá de nosotros. Somos consecuencia de la historia, y a la vez dejamos historia. Por eso nosotros respetamos, y trabajamos con gente que respeta”, detalla Cecilia. Se trata de una explicación que podría definirse como la declaración de principios del emprendimiento.

Ese respeto alude a tres dimensiones interrelacionadas: el respeto por el medio ambiente, el respeto por el trabajo, y el respeto por los productos.

“No contaminamos en absoluto el medio ambiente”, resume Cecilia. En el proceso de producción se emplean materiales sustentables. Por ejemplo, el teñido se realiza con tintes libres de plomo y metales pesados, e incluso con insumos naturales como cúrcuma, palo amarillo o tara. Asimismo, usan modificadores naturales, como cremor tártaro, y ácido cítrico como mordiente.

El uso de técnicas sustentables impide la realización de procesos muy dañinos con el medio ambiente. “Nosotros separamos el vegetal de la fibra a mano, mientras que la industria quema el vegetal con algo que se llama carbonizado, que es sumamente contaminante”, explica Cecilia. También cuenta que, para garantizar que las fibran no se encojan, ellos simplemente las lavan y someten a temperatura, mientras las grandes fábricas textiles por lo general lo hacen con un proceso químico llamado superwash, que encapsula la fibra y es también muy contaminante.

No menos importante en este sentido es que las fibras usadas son un recurso natural y renovable, cuya obtención es parte necesaria del cuidado de los animales. Como contraposición, las fibras sintéticas provienen del petróleo. “La industria textil es una de las más contaminantes del mundo”, cuenta Cecilia. En el establecimiento se hace, además, un reciclado permanente del agua.

“Operamos la madejadora a mano. Sabemos cuántas vueltas darle para que cada madeja tenga 100 gramos aproximadamente.”

Juan Carlos.
Dueño y fundador de Patagonia Ancestral.

En Patagonia Ancestral creen que no hay mejor modo de respetar el trabajo y los productos que pagando un precio justo y emprendiendo la labor diaria con dedicación y esmero. Esto constituye uno de los valores más emblemáticos del emprendimiento.

Los precios que pagan por el trabajo ajeno están fijados en dólares, convertibles a dólar blue. En el caso de los productores ganaderos, la pareja enfatiza el cuidado con que crían a las ovejas y las cabras. “Cuando recorrés los campos y compartís con ellos, te das cuenta de cómo los cuidan. Quieren a sus animales como parte de su familia, nunca los van a maltratar, son costumbres ancestrales”, cuenta Cecilia.

Asimismo, la pareja hace énfasis en la necesidad de pagarles a las tejedoras un precio justo por su trabajo. Cuentan que, en ocasiones, ellas fijan por sus confecciones un precio que está por debajo de que lo que en Patagonia Ancestral creen que realmente valen. “Yo les digo que no, que se lo vamos a pagar mucho más. El hecho de que tengan una necesidad o que ya las han explotado antes, no puede significar que nosotros también lo hagamos”, explica Cecilia. “Es cuestión de pensar si uno mismo haría ese trabajo a ese precio; si no lo haríamos, por qué se lo vamos a pagar a ese precio”, reflexionó.

Conscientes de la excelencia de las fibras patagónicas, estos emprendedores llevan adelante su trabajo con dedicación, cuidado y minuciosidad. El empleo de técnicas manuales y naturales es una muestra de ese esmero. Asimismo, el proceso de teñido se hace en ollas, y es largo y lento para garantizar que las fibras no destiñan luego. Por inconvenientes técnicos, la madejadora también es operada a mano. “Enhebramos y sabemos de acuerdo al tipo de hilo cuántas vueltas hay que darle para que cada madeja tenga 100 gramos aproximadamente”, explicó Juan Carlos.

“Le ponemos el corazón a lo que hacemos. Es el respeto a la tierra, a nuestra gente, a los valores de nuestros ancestros.”

Cecilia.
Dueña y fundadora de Patagonia Ancestral.

Sin empleados, solo ellos dos trabajando en el fondo de su casa con el respeto como principio rector. No solo agregan valor: también agregan valores. Que el interés por los productos de Patagonia Ancestral ya trascienda las fronteras no es casual, sino que va en línea con tendencias cada vez más arraigadas en todo el mundo.

Así reciben consultas de España, Noruega, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, Brasil, Uruguay, Chile, etc. Y el 2023 marcó un hito para el emprendimiento, ya que por primera vez exportaron: se hizo un envío de madejas a Paraguay.


Seguir a pesar de todo


Detrás de esta inspiradora historia, hubo y hay escollos y trabas. El emprendurismo en Argentina sufre los embates de la inestabilidad macroeconómica y de la burocracia.

El diálogo con Cecilia y Juan Carlos comenzó con el relato de las dificultades que atravesaron para concretar la mencionada exportación. Por tal motivo, decidieron que, de momento, se dedicarán exclusivamente al mercado interno.

Asimismo, comentaron que la multiplicidad de tipos de cambio no es compatible con su intención de manejar una política clara de precios. “La persona que vive en el exterior sabe claramente cuánto cuestan las cosas en cada lugar. No puedo cobrarle otra tarifa por tener otra nacionalidad”, señaló Cecilia. Tampoco consideran que estén dadas las condiciones para asumir la responsabilidad y el costo de tener empleados en relación de dependencia.

Excelencia. Las fibras patagónicas y la dedicación en el trabajo garantizan la calidad del producto. Foto: Florencia Salto.

También atravesaron dificultades en su paso por el Mercado Concentrador de Neuquén. Inconvenientes evitables de tensión eléctrica les han provocado la avería de máquinas, entre ellas la madejadora. “Nos quemaron la plaqueta de la máquina, y no conseguimos ni repuesto ni quién la arregle”, contó Juan Carlos. Es por ello que aún al día de hoy la hacen funcionar manualmente.

Estos problemas los llevaron a abandonar su lugar en el Mercado Concentrador y a desarmar la hilandería. “No teníamos lugar donde armarla”, contó Cecilia. Así fue que decidieron tercerizar la hilatura y redefinir el proyecto.

Pese a los obstáculos, estos emprendedores miran hacia adelante, con la intención firme de crecer y exportar, y con la esperanza puesta en la Argentina que viene. Es así que están próximos a lanzar una nueva línea de hilados con rueca. “Estamos decididos a compartir juntos lo que nos resta de vida”, contaron.

“Si quieres ir rápido ve solo, si quieres llegar lejos ve acompañado”. Esta popular frase podría resumir perfectamente la vida de Cecilia y Juan Carlos.


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