Cómo maximizar el uso del agua en el Alto Valle para una producción agrícola sostenible
Especialistas del INTA se enfocan en el desarrollo y en la evaluación de diferentes estrategias de riego que permitan ahorrar la mayor cantidad posible de agua para minimizar el impacto sobre la productividad de nogales y frutas de pepita.
Por INTA.
El cambio en el clima transformó el régimen de precipitaciones y de temperaturas a escala global y la Argentina no es ajena a esta situación. En este punto, el problema es que, en el campo, la actividad vinculada con la producción de alimentos tiene una fuerte dependencia del clima, más específicamente del agua –que muchas veces proviene de las lluvias, de la nieve o de los deshielos– y de las temperaturas, entre otras variables. Debido a que los cambios que se sucedan en el clima afectan de diversas formas y con diferentes magnitudes al sector agropecuario, un equipo de investigación del INTA se enfoca en estudiar cómo continuar produciendo frutas de calidad con la menor cantidad de agua posible, sin resignar producción y calidad.
En los valles irrigados de la Norpatagonia, el riego es una práctica imprescindible para el desarrollo de las áreas agrícolas. Sin embargo, la operación del sistema de riego es uno de los factores de recarga del acuífero freático, que registra niveles poco profundos en el inicio de la temporada productiva en casi el 40% de la superficie total del Alto Valle. Como consecuencia, en los últimos años se detectaron problemas asociados, manejo del riego y del drenaje, consecuencia del ascenso paulatino del nivel freático.
Lucía Mañueco es investigadora del INTA Alto Valle –Río Negro– y se ocupa de estudiar el desempeño del riego gravitacional y la fluctuación de los niveles freáticos para hacer un uso más eficiente del agua y para evaluar tecnologías que permitan entender y satisfacer las necesidades hídricas de los cultivos.
En esa línea, Mañueco cuantificó la entrada de agua capilar a la zona de la raíz desde una napa freática poco profunda en diferentes cultivos frutales, con riego gravitacional y localizado.
Se demostró que el nivel freático superficial es un complemento al riego en el cultivo de pera Williams en las condiciones del Alto Valle.
Lucía Mañueco, investigadora del INTA Alto Valle –Río Negro–.
“El Alto Valle de Río Negro y Neuquén es una zona frutícola intensiva que se encuentra bajo riego y debido a que la existencia de niveles freáticos poco profundos modifica el contenido de agua en el perfil del suelo, es importante estimar la cantidad de agua que asciende por capilaridad para mejorar la gestión del riego y permitir que el cultivo alcance su máximo rendimiento y desarrollo en condiciones sin estrés”, expresó Mañueco.
Con este estudio, “se demostró que el nivel freático superficial es un complemento al riego en el cultivo de pera Williams en las condiciones del Alto Valle”, indicó la investigadora del INTA quien advirtió que el aumento de humedad del suelo y la cuantificación de esa cantidad de agua deben considerarse en la programación del riego.
Nogales: pautas para producir con una mejor distribución del agua
De acuerdo con Claudio Giardina, especialista en tecnologías de riego del INTA Rama Caída –Mendoza–, el manejo del riego es prioritario para la agricultura en zonas donde las precipitaciones son escasas o insuficientes. “Para regar con una adecuada eficiencia, y asegurar un buen rendimiento del monte frutal, es necesaria una correcta elección del método de riego para evitar periodos de déficit hídrico”, explicó.
Giardina estudia cómo elegir la mejor estrategia de riego para el cultivo del nogal. En este sentido, explicó que “el nogal en Argentina incrementó su superficie cultivada en las últimas dos décadas gracias a la incorporación de nuevas tecnologías, entre ellas métodos de riego presurizado”. De todos modos, esa tecnificación no siempre significó un incremento de la producción, sobre todo en suelos poco profundos o de escasa capacidad de retención hídrica, que pueden limitar la expansión radical.
En el semiárido centro-oeste argentino el agua es el factor más limitante y el costo de cada unidad de agua aplicada pesa en la eficiencia económica del cultivo. “Por lo que es necesario aumentar al máximo la eficiencia”, subrayó el especialista del INTA quien se propuso evaluar cómo el cultivo utiliza el agua de riego para su crecimiento. Así, mediante diferentes estrategias, aplicó igual volumen de agua de riego para lograr distintas superficies de suelos húmedos.
Para regar con una adecuada eficiencia, y asegurar un buen rendimiento del monte frutal, es necesaria una correcta elección del método de riego.
Claudio Giardina, especialista en tecnologías de riego del INTA Rama Caída –Mendoza–.
Así, se realizó un ensayo en un monte frutal del cultivar Chandler injertada sobre portainjerto Juglans hindsii con riego presurizado, en la localidad de Cuadro Benegas, San Rafael (Mendoza) para evaluar la respuesta de distintos parámetros, como crecimiento vegetativo (crecimiento y distribución de raíces, crecimiento del área de sección transversal del tronco, área foliar) y productivo (rendimiento y calidad de nueces) a la variación del volumen de suelo mojado (VSM).
“El estudio incluyó un tratamiento de 44 % de volumen de suelo mojado con doble línea de goteros por hilera de plantación; otro con 56 % de volumen de suelo mojado con cuádruple línea de goteros por hilera de plantación y un último con 42 % de volumen de suelo mojado a través de una línea de microaspersores por hilera de plantación”, detalló Giardina quien agregó que, como resultado, se observó que el segundo tratamiento –cuatro líneas de riego por hilera– aseguró un mejor crecimiento vegetativo, contribuyó a la expansión del sistema radical ocupando un mayor volumen de suelo y con más densidad de raíces, y permitió una mayor producción y de mejor calidad.
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