China vs. EEUU: el trasfondo geopolítico detrás del nuevo acuerdo con el FMI

El swap de monedas, un pago parcial con yuanes, y la compra de dos aviones caza que Argentina realizaría al gigante asiático, son el telón de fondo. Buscando evitar el crecimiento de la posición China en el país, el gobierno de los Estados Unidos habría presionado al FMI para que acelere la firma del nuevo acuerdo. La misión argentina ya se encuentra en Washington.

Apenas un año después de la rúbrica con el Fondo Monetario Internacional en marzo de 2022, el acuerdo se cayó. Fue en medio de la corrida cambiaria del pasado mes de abril, cuando Sergio Massa acudió al pragmatismo y decidió desobedecer las pautas establecidas por el Fondo, para utilizar las reservas del Banco Central e intervenir en el mercado cambiario financiero a fin de controlar la disparada del dólar. Ante esta situación, el Fondo decidió suspender los desembolsos para la Argentina.

Desde entonces, el FMI y la Argentina negocian los nuevos términos del acuerdo, lo que implica nuevos montos para los desembolsos, nuevo cronograma para el envío de los fondos, y nuevas metas trimestrales para las cuentas nacionales.

No son días tranquilos. En Argentina transcurren las últimas tres semanas previo a una elección PASO que definirá muchas cosas de cara al futuro inmediato. Y mientras el Sergio Massa ministro de economía dialoga con el Fondo las condiciones del nuevo acuerdo, el Sergio Massa candidato posa frente a una confrontativa Cristina Fernández de Kirchner que no pierde oportunidad para criticar al organismo.

Aniversario. Massa y Cristina Fernández conmemoraron la recuperación de Aerolíneas Argentinas.

“Si nosotros tenemos que hacernos cargo del desmanejo que tuvo el anterior presidente, el Fondo en su actual autoridad se tiene que responsabilizar por el desmanejo que tuvo la anterior directora, porque la continuidad institucional es para todos y todas”, manifestó ayer la Vice Presidenta en referencia al ex Presidente Mauricio Macri y a la ex Directora Ejecutiva del FMI, Christine Lagarde.

Sin el desembolso de u$s 4.500 millones que el país debía recibir en junio y en medio de las sucesivas rondas de diálogo entre los equipos técnicos del fondo y el gabinete económico de Sergio Massa, encabezado por Gabriel Rubinstein, Argentina debía afrontar un vencimiento por u$s 2.700 millones a fines del mes pasado.

Es a partir de allí, que inicia del derrotero de una puja geopolítica que trasciende a la Argentina, pero que la tiene como protagonista principal. China y Estados Unidos son los dos accionistas mayoritarios del Fondo Monetario Internacional, y a la vez, pujan por la hegemonía económica, política y militar a nivel global.

“Si nosotros tenemos que hacernos cargo del desmanejo que tuvo el anterior presidente, el Fondo en su actual autoridad se tiene que responsabilizar por el desmanejo que tuvo la anterior directora»

Cristina Fernández de Kirchner, Vice Presidenta.

A medida que transcurría el mes de junio y las negociaciones con el organismo se dilataban, en el equipo económico argentino comenzó a madurar la idea de afrontar al menos una parte del vencimiento sin utilizar DEGS (la moneda que emite el FMI) ni tocar las escasas reservas de dólares del Banco Central, y acudiendo al swap de monedas que se acababa de ampliar con la República Popular de China.

Siendo China una de los socios mayoritarios del Fondo, inicialmente se suponía que no debía haber inconveniente para que el fondo aceptara los Yuanes. Finalmente Massa movió la ficha en el complejo tablero de ajedrez del acuerdo, y Argentina realizó un pago parcial en yuanes por el equivalente a u$s 1.100 millones a fines de junio. La partida quedó en ese momento en manos del Fondo, que debía confirmar si aceptaba los yuanes, decisión que finalmente fue afirmativa.

Pero fue allí cuando China comenzó a apostar fuerte. Una vez que Argentina realizó el primer pago el yuanes, el representante chino en el directorio del FMI, Zhengxim Zhang, envío una carta al board en la que anticipa que si el organismo sigue dilatando la firma del nuevo acuerdo con Argentina, el país asiático podría cubrir en yuanes todos los vencimientos que debe afrontar el país.

F17. Los aviones que el gobierno argentina planea importar desde China.

En pocas palabras, lo que China le advirtió al FMI, y en definitiva a las potencias del mundo (representadas en el directorio del organismo), es que está en condiciones de asumir por sí sola el rol de «prestamista de última instancia» que hasta hoy ocupa el FMI.

En términos coloquiales «si a Argentina no la asiste el Fondo, a Argentina la puede asistir China, aun sin que Argentina cumpla las condicionalidades que pretende imponer el Fondo». En términos geopolíticos, China «dio un golpe sobre la mesa» del directorio del FMI, y desafió lisa y llanamente el liderazgo que históricamente tuvo Estados Unidos en las decisiones finales del board.

«No vamos a resignar nuestra capacidad soberana ni a rendirnos al altar del ajuste fiscal»

Sergio Massa, Ministro de Economía de la Nación

De inmediato Massa advirtió la hendija diplomática y buscó aprovecharla. Fue cuando desde el Ministerio de Defensa de la Nación, a cargo de Jorge Taiana, dejó trascender que ya están aprobados los pliegos técnicos para la compra a China de dos aviones caza F17 Thunder, por u$s 50 millones cada uno. Se trata de la compra de equipamiento militar más grande desde la guerra de las Malvinas.

La noticia impactó de lleno en el gobierno de los Estados Unidos. Si algo busca evitar la potencia norteamericana es que se afiance el vínculo económico y militar de un país estratégico como Argentina, y dentro de su propio continente, nada menos que con su principal rival geopolítico.

En ese marco, el gobierno de los Estados Unidos comenzó a presionar internamente para que el nuevo acuerdo ya no se dilate más, y para que el organismo multilateral ceda en su postura de negociación a fin de destrabar la firma. Ni la amenaza china ni la presión norteamericana le hicieron gracia a los representantes europeos en el directorio, los de postura más rígida.

La principal diferencia que signó las posiciones a ambos lados de la mesa de negociación, es el nivel de déficit fiscal que se colocará como meta en la nueva letra del acuerdo. El FMI pretende que hacia fines de 2023 el rojo fiscal sea como máximo del 1,5% del PBI. Argentina en cambio espera que la meta se flexibilice hasta el 1,9%. En medio de esa disputa un Sergio Massa envalentonado advirtió la semana pasada: «No vamos a resignar nuestra capacidad soberana ni a rendirnos al altar del ajuste fiscal».

Finalmente, las presiones surtieron efecto. Si bien no se conoce la letra chica, se estima que el organismo habría accedido a flexibilizar la meta del déficit fiscal, y la comitiva argentina partió rumbo a Washington. Esa es la letra chica que Rubinstein debería cerrar antes del anuncio oficial, que sería inminente.


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