Análisis │ El presupuesto de Milei, una puesta en escena mesiánica e inconsistente

En un hecho pocas veces visto, el Presidente le puso el cuerpo a la presentación de la ley de leyes. El discurso estuvo plagado de datos incontrastables y definiciones ideológicas, aunque resaltan las inconsistencias entre las estimaciones y el propio relato del mandatario.

En un hecho sin precedentes, aquello que habitualmente consiste en un mero trámite administrativo en la mesa de entrada del Congreso de la Nación, se convirtió en la noche del domingo, en un acto que pretendió se grandilocuente: el Presidente de la Nación Javier Milei, presentó en persona su primer proyecto de presupuesto, el correspondiente al año 2025.

Con un auditorio semi vacío, gradas pobladas por militantes impostadamente exaltados y eufóricos, citas históricas forzadas y datos entre falaces e inconsistentes, el mandatario hizo una puesta en escena similar a la de un acto de asunción, con la intención de sentar las bases políticas e ideológicas que dan sustento a un proyecto de presupuesto con características pocas veces vistas.

El diccionario define el «mesianismo» como la «confianza inmotivada o desmedida en un agente bienhechor que se espera». Tal fue el espíritu central del discurso presidencial, que se arroga la «misión» de terminar con «el desastre que nuestros predecesores, por acción u omisión, generaron durante más de 120 años». Milei se asume a sí mismo como el salvador de la patria. El que definitivamente traerá «libertad» a los argentinos.

En los 120 años que transcurrieron desde 1903 a la fecha, la Argentina estuvo en manos de Yrigoyen, Perón, Illia, Frondizi, Alfonsín, Menem, De La Rua, los Kirchner y Macri en periodos democráticos. Milei volvió a relatar ayer por cadena nacional y en tono absolutamente autorreferencial, que él es mejor que todos ellos. Su misma persona es superior a todos los que lo precedieron por más de un siglo.

Más allá de las cuestiones del ego que suelen ser propias de quien se sabe poderoso y necesita proyectar un relato épico colectivo e histórico para construir un andamiaje que sostenga ese poder en el tiempo, lo más saliente en el discurso de Milei fueron los datos. Algunos de ellos rozan lo inverosímil (en especial los históricos), otros están llenos de inconsistencias, y otros en cambio dejan abiertos serios interrogantes.

Entre los datos de comprobación imposible a los que suele referir en sus intervenciones discursivas, el presidente refirió ayer que «la política le ha robado a los argentinos cerca de 25 mil millones de dólares por año en señoreaje los últimos 20 años», un cálculo de fuente desconocida al que solo él sabe como llegar. En otro pasaje volvió a referir a un dato que ya ha sido sobradamente desmentido por historiadores y especialistas, cuando afirmó que hace 120 años Argentina tenía «el PIB per cápita más alto del mundo».

Semi vacío. El recinto al que le habló el Presidente tenía menos de la mitad de las bancas ocupadas.

Pero lo más llamativo tiene que ver con las inconsistencias entre el dogma y las estimaciones que el propio proyecto de presupuesto presenta. «Por años, los hemos escuchado hablar de la justicia social, que no solo no es justa, sino que es extremadamente violenta, porque la justicia social implica sacarle a unos para darle a otros», afirmó Milei en uno de los pasajes más celebrados por los propios.

No obstante, la proyección de la recaudación para 2025 es toda una contradicción al respecto. Del cuadro incluido en el proyecto de ley se desprende que el gobierno espera que la recaudación de Bienes Personales se reduzca un 22,7% mientras que la correspondiente a Ganancias se incremente un 41,1%. Se trata estrictamente de una redistribución en los términos de los Milei que reniega: pagan menos impuestos los 200.000 argentinos más ricos, y como contrapartida pagan más impuestos los 2,5 millones de argentinos trabajadores alcanzados por Ganancias.

Una contradicción similar tiene lugar en relación a los derechos de exportación. «Los dólares comienzan a escasear y los políticos no tienen mejor idea que establecer aranceles o derechos de exportación para hacerse de los dólares del sector privado», sentenció Milei. Llamativamente, el proyecto de ley de presupuesto prevé para 2025 un incremento del 100% en la recaudación por «Derechos de Exportación».

En definitiva, Milei planea el año próximo sostener el statu quo y seguir haciendo aquello por lo que critica a los políticos que lo precedieron: hacerse de los dólares del sector privado para financiar la escasez crónica de divisas que sigue acechando la economía nacional. Sin embargo no es eso lo más grave, sino la inconsistencia en las propias estimaciones.

El presupuesto prevé que las exportaciones en 2025 ascenderán a u$s 104.130 millones, un 9% por encima del registro de 2024. Además, estima que el tipo de cambio oficial a fines de 2025 será de $1.207, un 18% encima de los $1.019,9 que estima a fines de 2024. Si las exportaciones crecerán 9% y el tipo de cambio un 18%, cuesta imaginar la forma en que los derechos de exportación crecerán 100%. Al menos una que sea diferente a «subir» los derechos de exportación.

Algo similar resulta al analizar los datos referidos a las importaciones. El presupuesto estima la recaudación por Derechos de Importación crecerá 50,2%. Al mismo tiempo señala que las compras al exterior crecerán 13,4% el año próximo, con un tipo de cambio oficial que subirá 18%. Si no es mediante una suba en los derechos de importación, la proyección es inconsistente.

Un dato particular, es el referido a la recaudación del impuesto a los Combustibles y el Dióxido de Carbono, la cual el gobierno espera que crezca un 155,4% en 2025. La única forma de lograr semejante performance teniendo en cuenta que el presupuesto estima que la economía crecerá 5% y la inflación un 18%, es mediante una fuerte suba de impuestos a los combustibles el año que viene.

Pero pese al escaso énfasis que el presidente suele hacer en los ingresos, y su asidua vocación por focalizar únicamente en los gastos, el inconsistente escenario de ingresos proyectado para 2025, es clave para comprender la configuración del equilibrio fiscal en los términos en que fue presentado ayer.

La «novedad» que introdujo el presidente es que «el nivel de gasto a erogar estará condicionado por el nivel de superávit primario a conseguir, que a su vez estará condicionado por los ingresos observados neto del monto de intereses a pagar por la deuda». En definitiva, el gobierno planea limitar el gasto a los ingresos, a fin de evitar el endeudamiento y la emisión. A priori luce no solo razonable, sino deseable, si no fuera por la aclaración inmediatamente posterior del presidente.

«El gasto corriente está compuesto de la suma del gasto automático ilícitamente indexado por ley y el gasto discrecional. El gasto automático es el componente de gasto que está indexado la inflación y otras variables macro. El gasto discrecional no está indexado, o sea que no importa la inflación que haya, sigue siendo el mismo», afirmó Milei. Agregó que «si los ingresos son mayores a los estimados, el gasto automático podría aumentar en línea con los ingresos, pero el gasto discrecional se mantendrá congelado».

A la vista de los sucesos políticos registrados en las últimas semanas, cabe preguntarse a qué refiere el presidente con «gastos discrecionales». Podría suponerse que tras el veto a la nueva fórmula previsional, el nivel de aumento a los jubilados entra en esa definición. Lo mismo en el caso del presupuesto universitario. O en el capítulo referido a la obra pública. O en las partidas de alimentos para comedores. Todo ello es un gasto que podría «quedar congelado» en base al criterio de discrecionalidad que decida aplicar el presidente.

Por último, resalta que el presidente vuelva a hacer gala de su ímpetu autocrático, denostando el rol esencial de otro de los poderes del Estado, como el legislativo. Una vez más, y pese a haberse servido de varios de sus integrantes para sostener el veto a la movilidad jubilatoria, el presidente desprecia e insulta al Congreso de la Nación.

«Vetaremos todos los proyectos que atenten contra el equilibrio fiscal», anunció el mandatario y agregó: «Cuántos más votos tiene un proyecto en el Congreso, peor es para la sociedad». Al mismo tiempo en que anticipa que desconocerá toda ley que contradiga su intención de sostener el equilibrio fiscal, pretende que solo él representa aquello que «le hace bien» a la sociedad argentina.


Adherido a los criterios de
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Adherido a los criterios de <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios