Abonos líquidos: una clave económica para maximizar cultivos

Sustentables, eficientes y accesibles. Los abonos líquidos fermentados se posicionan como una solución innovadora y muy accesible para mejorar cultivos locales del Alto Valle.

Por INTA
Elaborados a partir de recursos orgánicos disponibles en la región frutihortícola del norte patagónico, los abonos líquidos fermentados evaluados por el INTA permiten reducir costos, e incrementar la productividad sin necesidad de utilizar exclusivamente fertilizantes sintéticos.


La propuesta incorpora diferentes tecnologías que permiten la sustitución de insumos externos de alto costo, frente a la creciente demanda de alimentos saludables y a la necesidad de producir atendiendo al entorno.


Un claro ejemplo son los abonos líquidos fermentados, conocidos comúnmente como “bioles”. Estos preparados ganaron popularidad en la agricultura regional a partir del trabajo del INTA junto con productores y emprendedores locales, que posibilitaron las pruebas, ajustes y aumentos de escala, en establecimientos con producción de frutas y hortalizas.

La inversión inician es de aproximadamente $120.000, y para preparar la mezcla y controlar el proceso se requieren unas de 3 jornadas de trabajo.


La implementación de bioles puede mejorar el rendimiento de los cultivos hasta en un 20 %. Por esta razón, el uso de soluciones nutritivas obtenidas a partir de bioles se encuentra entre las más difundidas junto con el “té” de compost (fertilizantes líquidos orgánicos) y el “bocashi” líquido (abono orgánico fermentado). Adicionalmente fomentan la economía circular al reutilizar desechos orgánicos.


Myrian Barrionuevo, ingeniera agrónoma del INTA – IPAF Patagonia, explica que “su aplicación reduce el uso de fertilizantes químicos que suelen ser más costosos, y se adapta a todo tipo de manejo, ya sean convencionales con alta demanda de insumos externos, orgánicos o agroecológicos”. Por eso, en algunos casos se ha logrado utilizar el biol en forma combinada con el fertilizante sintético.


Un proceso accesible y eficaz


La elaboración de “bioles” requiere de un tanque que actúa como fermentador. Los ingredientes principales incluyen estiércol fresco, agua de buena calidad y pasto verde. También se puede agregar alguna fuente azucarada, suero de leche, minerales en forma de polvo de rocas, cenizas o harinas de hueso o pescado para enriquecer el producto final en base a las necesidades del cultivo y a las características del suelo.

«La aplicación de abonos líquidos reduce el uso de fertilizantes químicos que suelen ser más costosos, y se adapta a todo tipo de manejo».

Myrian Barrionuevo, ingeniera agrónoma del INTA – IPAF Patagonia

Es un proceso que se realiza en ausencia de oxígeno. Y el producto final dura entre 30 y 120 días dependiendo de los materiales utilizados y de las condiciones ambientales.
Es aconsejable realizarlo durante el verano, cuando la temperatura ambiental es la adecuada o bien instalar los fermentadores en invernaderos para producir en el otoño y primavera, cuando hay menor demanda de trabajo en el campo.


“La calidad del biol depende del mantenimiento de un pH entre 6 y 8 puntos siendo 7 el neutro; el ideal; y a una temperatura entre 35°C y 40°C durante la fermentación”, destacó la ingeniera agrónoma Karina Zon (INTA Río Colorado). El resultado es un producto líquido rico en nutrientes que puede aplicarse directamente al suelo o como fertilizante foliar. Los sedimentos restantes pueden activar otro proceso o incorporarse al terreno de cultivo.


Impacto en el agro regional


Para lograr resultado en hortalizas, es necesario realizar entre 1 y 3 aplicaciones sobre las hojas durante el ciclo del cultivo. “Nosotros lo usamos en el tomate y aplicamos 3 veces: ponemos una vez luego del trasplante, otra cuando empieza a florecer y la última cuando ya están creciendo los frutos”, comenta Margarita Delgado, agricultora y miembro de la Cooperativa Trabajadores de la Tierra, de Río Colorado.


Se estima que con 250 lts. de biol se consiguen 2.500 lts de una solución al 10%. Esta cantidad cubre los requerimientos de una hectárea de tomates, donde se necesitan 2.250 lts. de solución por hectárea por año.

Platillos laboratorio. Prueba de germinación en trigo.


La inversión inicial es de unos $120.000 pesos, si se considera que no se dispone de un tanque fermentador de 200 litros y de los filtros necesarios. Los abonos líquidos fermentados se caracterizan por su accesibilidad, ya que su preparación requiere de materiales fácilmente disponibles en la chacra, lo que minimiza la inversión inicial.


Para preparar la mezcla y controlar el proceso se requiere de 3 jornadas de trabajo. Otro dato importante es que existen laboratorios locales donde analizar este tipo de soluciones nutritivas a fin de garantizar la calidad.


El uso y la elaboración de bioinsumos se presentan así, como actividades promisorias para avanzar en el proceso de transición hacia producciones orgánicas, para quienes tomen la opción de manejos agroecológicos.

Los bioinsumos elaborados en el predio bajo esta modalidad resultan económicos y efectivos, y además permiten que la actividad agrícola genere productos de calidad, preserve la calidad de los suelos y sostenga la rentabilidad.


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