Economía en tiempos de coronavirus: una crisis que golpea a todos en Bariloche
Hoteles cerrados, calles vacías, éxodo de turistas: la contingencia que atraviesa la ciudad andina no se parece a nada que se haya vivido hasta ahora. Claves para entender el futuro.
Garantizar antes que nada la atención de los más vulnerables, organizar paliativos que demandarán una enorme inversión pública, orientar la reinversión del ahorro privado, racionalizar los recursos, prever redes de asistencia extendidos en el tiempo, son algunos de los caminos -parciales e improvisados- que sugieren tanto aquellos que tienen responsabilidades de gobierno como los especialistas en materia económica ante la pandemia del coronavirus.
Unos y otros comparten los vaticinios invariablemente sombríos y el desconcierto ante un cuadro de situación casi imposible de comparar con otras crisis conocidas.
La crisis provocada por la pandemia del coronavirus y la cuarentena masiva y obligatoria comenzó ya a descargar todo su peso en la economía local y la tentación de comparar con otras pruebas similares resulta inútil.
Varios de los consultados recordaron la parálisis que conoció la ciudad en el segundo semestre de 2011, con la erupción del volcán Puyehue-cordón Caulle. Pero subrayaron que esa vez la zona afectada era sólo Bariloche, y a lo sumo la Norpatagonia. De modo que los centros emisores de turismo (por ejemplo) gozaban de buena salud y estaban expectantes por venir y aprovechar las ofertas. Incluso la ayuda del Estado llegó con fluidez porque no tenía “competencia”.
Ahora, en cambio, la depresión económica es nacional y mundial, de modo que desaparecen las tablas a las cuales asirse.
“Esto rompe todos los manuales económicos y sociales. El lío es muy grande y la incertidumbre es atroz”, reconoció sin rodeos el economista Joaquín Escardó, quien actualmente asesora a la cámara de hoteleros y también pasó por la función pública municipal y provincial.
Escardó afirmó que “faltan elementos de análisis” para estimar lo que puede ocurrir en los próximos meses y por dónde pasaría una eventual recuperación. Dijo que en crisis como la del volcán, incendios, hantavirus, falta de nieve u otras, suele quedar una demanda latente, es decir un volumen estable de turistas que eligen Bariloche y si un año vienen pocos, al siguiente el flujo se duplica o casi. “Esta vez va a ser difícil -reflexionó-. ¿Va a venir el que no vino?, ¿va a tener la plata o se comió los ahorros?”
Dijo que “los ingresos de toda la población van a caer, de modo inexorable” y si bien “hay gente que tiene ahorros, va a haber otras prioridades, mucho asistencialismo intrafamiliar” y eso conspirará contra el turismo.
“A pesar de esta complejidad, intento ser optimista -sostuvo Escardó-. Esta crisis va a traer una reconfiguración general en muchos aspectos”.
Aclaró que frente a la magnitud del parate económico “no hay recetas válidas”, pero opinó que “el Estado tiene que salir con emisión monetaria, porque no hay otra. Lo va a hacer Estados Unidos, lo va a hacer Europa, y Argentina también”.
Señaló que esa fórmula de inspiración keinesiana funcionó luego de la guerra mundial “porque había una capacidad productiva ociosa muy fuerte y entonces hacía falta un estímulo de demanda”, pero ahora no ve que esté esa capacidad ociosa “porque muchos rubros cayeron a ‘producción cero’ con la cuarentena, la inmovilidad y los controles”.
Una coincidencia entre los analistas parece ser la importancia del rol del Estado, sobre todo en el sostenimiento de los sueldos del sector público que no están tan atados a los vaivenes de la economía.
Escardó advirtió sin embargo que si la recesión se agudiza y cae la recaudación “llegará un momento en el que va a ser difícil pagar los salarios públicos. Éso va a golpear todavía más al mercadito de la esquina, a toda la rueda que gira a partir de ese dinero”.
Algunos números
El rol que juega hoy el Estado y el que jugará a futuro, con programas de asistencia directa para la economía informal y los sectores más golpeados concentra buena parte de las miradas.
El colapso de la actividad turística dejará huellas difíciles de medir. Según estadísticas municipales, la facturación global de la economía de Bariloche en 2019 fue de 48.497 millones de pesos. El 69,9% de ese número lo aportan el comercio (48,9%), la gastronomía y la hotelería (el 15,5%), más el transporte y almacenamiento (12,5%).
La recaudación municipal fue el año pasado de 1.515 millones y por coparticipación ingresaron 1.086 millones. Casi el 80% se aplica al pago de sueldos.
Las cifras actualizadas no abundan, pero un estudio de hace cinco años difundido por el propio municipio señalaba que el turismo (que está entre las actividades más golpeadas por la pandemia) aporta el 43,6% del PBG de Bariloche y el 47% del empleo. El sector público (incluida educación, salud y organismos nacionales) emplea a otro 23,5% de la fuerza laboral.
El intendente Gustavo Gennuso admitió que a nivel municipal el pago de salarios está asegurado para este mes y hasta cierto punto el próximo. Lo que pase después dependerá de la asistencia que pueda garantizar la provincia, e indirectamente la Nación. Porque la parálisis económica va a contraer la recaudación y embolsar casi cien millones de pesos mensuales entre tasa de servicios y tasa comercial (como ocurrió en enero, por ejemplo) será una utopía.
Gennuso dijo que la preocupación central será “cómo pagar los sueldos”, sabe que gobernará en lo inmediato con una caja en rojo, pero no quiso profundizar en el tema.
“Hoy no tenemos idea de nada -señaló-, vamos a necesitar ayuda y ya conformamos un equipo que trabaja en la planificación de lo que va a venir”. Admitió que el panorama es oscuro porque “la parálisis alcanza a todos”.
Aprobó la forma en que reaccionó el gobierno nacional y las medidas adoptadas para ayudar a la economía informal.
Salvataje necesario
El economista, docente e investigador Roberto Kozulj dijo que “el mayor impacto recae sobre el trabajo poco calificado, la construcción, la reparación, los servicios, el comercio de artículos no esenciales”, que padecen una drástica caída de ingresos.
“El turismo también se ve súper afectado -evaluó-. Y es una actividad empleo/intensiva. La solución no puede ser otra que un rescate por parte del Estado, pero cómo se va a financiar ésto es una gran incógnita, porque los organismos de crédito van a quedar superados y la crisis tiene alcance internacional”.
Sobre ese punto Escardó opinó que “el ahorro privado va a tener que jugar un rol importante. Harán falta estímulos o algún tipo de acuerdo para poner en marcha ese stock, que nadie sabe cuánto es. ¿Cuánto dinero tienen los argentinos en el colchón? Nadie lo sabe porque hay un 40% de economía en negro. Movilizar éso, por ejemplo con un plan de obras, puede ser una solución”.
En relación con el turismo, cree que la salida será dificultosa. “El impacto para Bariloche ya es fuertísimo. La realidad cambia todos los días. No tengo claro cómo va a responder el turismo cuando ésto pase. Pero no veo una recuperación rápida en el número de pasajeros”, sostuvo el especialista.
Agregó sin embargo, que todo se reconfigura con rapidez y es riesgoso recurrir al análisis económico tradicional. A su juicio “para encontrar soluciones va a hacer falta un pensamiento lateral muy potente”.
El desafío para el sector informal
Si hay un sector sin espaldas para darle batalla a la pérdida de ingresos por el coronavirus es el de los trabajadores informales, acostumbrados a vivir “al día”, o a lo sumo a acumular alguna reserva en las temporadas de verano e invierno para llegar como pueden a la siguiente.
Sebastián Terrero, actual coordinador de un programa de comercialización rural y con vasta experiencia en la promoción de la “socioeconomia”, dijo que lo que ve con más preocupación es el mediano plazo, “que en Bariloche va a coincidir con el invierno”. Un período que siempre pone a prueba a los más vulnerables. Para Terrero, “el microproductor, el cuentapropista sin ingresos fijos está indefenso y se pregunta con qué recurso, con qué rebusque va a subsistir. Lo que entra en serio riesgo es la economía familiar”.
En su opinión las primeras medidas de contención que implementó el gobierno nacional como las desgravaciones, el aporte de 10 mil pesos y el congelamiento de alquileres “están bien orientadas”, pero “va a hacer falta una segunda oleada de medidas”. Subrayó que “lo que caracteriza al trabajador informal es que su margen de maniobra es mínimo”.
Un hotel cerrado es algo inédito
Un dato que refleja como ningún otro la gravedad de la situación, la escasez de antecedentes y la magnitud del freno que vive el turismo fue aportado por el economista Joaquín Escardó.
Lo explicó así: “Algo que pocos tienen en cuenta es que algunos hoteles no cierran nunca, están disponibles las 24 horas todo el año. Aun en baja temporada unos pocos pasajeros y algo de personal siempre tienen. El problema que se encontraron en estos días para el cierre total es que no previeron una puerta con cerradura. Nunca la necesitaron. En algunos hoteles vas a encontrar apenas una puerta giratoria en el ingreso, con una simple traba. Entonces tienen que dejar cuidadores. Salvo que reformen la puerta y se pongan con una obra en plena cuarentena. Algo que después tal vez no les sirva nunca más”, dijo el economista ante la consulta de Río Negro.
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