Donde más se necesita, ahí están
Gotitas de Esfuerzo: 17 años de solidaridad en el barrio Nuestras Malvinas. Iris Miñoz, alma máter, cuenta la historia de un grupo comprometido con la comunidad.
Un día se encontró sola con sus tres hijos pequeños. Era 1999, estaba enferma y tenía que viajar a Buenos Aires.
Cuando regresó, después de superar tres cirugías, Iris Miñoz comprobó que los que se habían acercado a sus hijos mientras estuvieron solos “fueron los vecinos que menos tienen”.
Fue un mensaje contundente que la movilizó.
Iris recordó que comenzaron hace 17 años con un merendero en su casa, del barrio Nuestras Malvinas. Concurrían 25 chicos de los cuales varios tenían problemas de bajo peso.
La semilla de la solidaridad prendió de inmediato y algunos médicos se ofrecieron a colaborar. “Los chicos venían de lunes a viernes y estaban bárbaro, pero los médicos detectaron que tenían recaídas los fines de semana”, rememoró Iris.
Atribuyeron el problema a que no comían en sus casas por falta de recursos. Pero descubrieron que no era la única causa. “Lo que pasaba era que los chicos a veces no comían en sus casas porque las mamás no sabían cocinar. Entonces, empezamos con las capacitaciones”, explicó Iris. Recién en 2007 se conformaron como Asociación Civil Comedor Capacitador Gotitas de Esfuerzo.
De aquel merendero que contenía a un grupo de chicos, Gotitas de Esfuerzo se transformó, con mucha voluntad y esfuerzo, en una institución de referencia para el barrio Nuestras Malvinas.
17 años después, hablar de Gotitas de Esfuerzo es hablar de Iris Miñoz, que deja todos los días el cuerpo y el alma para ayudar a los demás. “La vida tiene un ida y vuelta”, repite Iris. Es el mensaje que la movilizó todos estos años. Hoy, en ese espacio brindan talleres de repostería, panadería, apoyo escolar, inglés, computación, albañilería, yoga, hay asesoramiento jurídico gratuito por el programa nacional de Acceso a la Justicia.
Iris no para casi nunca. Mientras recuerda los primeros pasos de Gotitas de Esfuerzo, indica a un grupo de mujeres cómo tienen que cocinar el pan, en un pequeño horno rotativo que recibieron como donación de un grupo de jóvenes de Alemania. El pan que las mujeres elaboran se destina al comedor donde decenas de chicos concurren.
Iris cuenta que los jóvenes viajaron meses atrás desde Alemania para instalar el horno, que compraron con lo que recaudaron en un evento solidario para Gotitas de Esfuerzo, que hicieron en su país.
El anhelo es que el municipio les otorgue la habilitación para poder funcionar como una panadería, que permita al grupo de mujeres que concurren trabajar en la panadería.
“Todo lo que hay acá es por la solidaridad de la gente”, aclara Iris. “El pilar trifásico se instaló con ayuda de particulares”, destaca. Afirma que no hay aportes de ningún organismo oficial.
Valora el trabajo de pintura y las mejoras que un grupo de mujeres del programa Argentina Trabaja hizo en la vivienda donde funciona el comedor y se dictan los talleres. Iris explica que presentaron un proyecto ante la CEB, que coordina al grupo de mujeres del Argentina Trabaja, que avaló la iniciativa.
En la planta alta funciona el albergue para mujeres golpeadas o personas en situación de calle que necesiten un lugar donde dormir. Está agradecida de muchas personas que colaboran permanentemente con Gotitas de Esfuerzo de manera desinteresada. Pero Iris destaca, sobre todo, a Regina y Laura Schulz “porque es incondicional”.
Los chicos juegan un rol fundamental. Aportan la alegría que se necesita muchas veces para seguir adelante. “Cada uno de los chicos tiene su torta de cumpleaños con su nombre y un regalo y si dos nenes cumplen el mismo día, entonces habrá dos tortas y dos regalos”, asegura Iris.
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