Doce días sin avances en la investigación de un presunto femicidio en Neuquén

La mujer de 27 años murió de un disparo en la cabeza. Atribuyen a la cuarentena la lentitud de la pesquisa.

Hoy se cumplen 12 días de la muerte de Florencia Micaela Soto, una mujer de 27 años que recibió un disparo en la cabeza en una vivienda de Vista Alegre. El mismo día de su fallecimiento se anunció el comienzo de la primera cuarentena con aislamiento social; la cantidad de casos de coronavirus empezaron a crecer en el país y la actividad judicial se paralizó. Por ese motivo, indican desde la fiscalía de Homicidios, en todo este tiempo casi no hubo avances significativos en la investigación.

Florencia tenía una hija de 3 años que dormía en una cama. No se despertó ni siquiera cuando llegaron los primeros policías, convocados por la pareja de su mamá, un expolicía echado de la fuerza por delitos de corrupción.

A los médicos que fueron en ambulancia les dijeron que debían atender a una paciente que tenía un raspón en la cabeza. Se encontraron con una mujer a la cual una bala calibre 9 milímetros le había atravesado el cráneo de lado a lado.

La versión del expolicía, de 49 años, es que no estaba en la vivienda cuando se produjo el disparo, alrededor de las 5.30 de la mañana del jueves 19 de marzo. El estudio de videocámaras de seguridad ayudará, quizá, a saber si dice la verdad: la vivienda está rodeada de esos artefactos para controlar los movimientos de quienes se acercan y alejan a la casa.

También se espera el resultado de las pericias en el teléfono de la víctima donde hay mensajes de texto, de voz y fotos. Doce días parece tiempo suficiente para contar ya con todo ese material, pero dicen desde la fiscalía de Homicidios que comanda Eugenia Titanti que la pandemia de coronavirus ralentiza los procedimientos.

Tampoco hay nada para decir sobre el arma, una pistola 9 milímetros con numeración limada, ni sobre rastros de pólvora en manos o ropas.

La pistola, similar a las que usan las policías pero que no pertenece a la de Neuquén, estaba al lado del cuerpo de Florencia. Ella vestía ropa como para dormir.

Antes del desenlace trágico hubo una discusión en la pareja, que llevaba menos de dos meses de convivencia en ese domicilio que pertenece al expolicía. Es otro de los pocos datos que trascendieron.

El cuadro aparenta el de un suicidio, pero la investigación se encaró como un presunto femicidio. Algunos datos fueron derivados a la justicia federal porque pueden resultar de interés.

Florencia tenía una lejana relación con su madre, que si bien se quedó a cargo de la custodia de su hija, no presiona para que le den «justicia». Del padre nada se sabe. Por su muerte no hay manifestaciones diarias de reclamo (claro, otra vez el coronavirus) y los medios casi la hemos olvidado entre tanto estrépito causado por la pandemia.

Pero su nombre está incluido en la lista de víctimas de femicidio o presunto femicidio durante la cuarentena, y se pide por ella. Por suerte las organizaciones de mujeres siempre están, y las pandemias no ralentizan sus movimientos.


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