“Discapacitados, perdónennos”
Un accidente me dejó imposibilitado de apoyar uno de los pies por un tiempo. Obligado a desplazarme con muletas sin apoyar el pie hábil y haciendo los trámites habituales para la vida diaria, voy a diversos lugares, públicos en general y algunos privados con acceso al público (laboratorios, consultorios, etc.). Con vergüenza como ciudadano compruebo las tremendas dificultades con las que debe convivir un discapacitado motriz. En el consultorio donde me atiendo, los pisos son de un hermoso cerámico tan resbaloso como bonito; sólo algunos edificios públicos tienen rampa para silla de ruedas o simplemente para desplazarse fácilmente con muletas, como es mi caso; algunas puertas son difíciles de abrir y, si no hay un amable conciudadano que colabore, resulta peligroso hacerlo apoyando un solo pie. La mayoría de los ascensores tienen poco espacio y puertas mecánicas (no automáticas), lo que complica la apertura, desplazamiento y cierre de las mismas. Ninguno de los bancos a los que tuve que ir tiene una ventanilla baja con acceso a silla de ruedas y sólo uno de los tres a los que fui tiene baño para discapacitados. Los espacios limitados con señales que prohíben estacionar y detenerse (E mayúscula cruzada) están permanentemente ocupados, lo que pone en riesgo la maniobra de subir y bajar de un auto, ya que hay que estacionar en la mitad de la calle. Las veredas no tienen nivel continuo, por lo que se corre serio riesgo de no poder desplazarse con una silla o de tropezarse con muletas. Prácticamente nadie respeta el paso del peatón en las esquinas, haya o no senda peatonal. Los negocios en general no tienen espacio para desplazarse con la dificultad que implica no hacerlo en condiciones normales. En fin, podríamos seguir la lista indefinidamente, como no poder subir a un micro o que no hay taxis que puedan llevar una silla de ruedas porque el tubo de gas ocupa casi todo el baúl etc., etc. De yapa las obras sociales (por lo menos la mía) no cubren el alquiler de muletas, sillas, si no es por reintegro, y el que no tiene disponibilidad o no puede ir al banco a buscar el dinero, ¿qué hace? Una verdadera vergüenza. No voy a hacer un llamado a quien supuestamente corresponde, porque ya no tiene sentido reclamar a las autoridades. Ellos saben de sus obligaciones y, si no lo hacen, es porque son irresponsables e insensibles y simplemente no merecen estar en los lugares para los que están designados. Y no hablo de funcionarios municipales ni nacionales, involucro a todos. Estoy convencido además de que es un problema cultural muy serio, que no estamos educados para aceptar, tratar y ser solidarios con los distintos de cualquier índole. Siento mucha vergüenza de esta situación y creo que todos los que no padecemos ninguna dificultad permanente deberíamos tomar conciencia del problema y plantearlo cada uno en su lugar de trabajo, sea éste privado o repartición pública, cada uno en su estudio, consultorio o negocio. Sólo me queda decir: discapacitados, perdón por la indiferencia. Marcelo Lemus, DNI 11.794.611 Cipolletti
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