«Diente de Oro»: la histórica tienda de Allen cumplió 95 años
Mauricio y Luisa, dueños del local, ya proyectan los festejos para el centenario. Un repaso por la historia de un emblema de la ciudad y la región.
“Diente de oro”, la histórica tienda de Allen, cumplió 95 años y ya proyecta los festejos por el centenario. Tiene motivos, porque en época de pandemia, las buenas noticias no abundan.
Cuando Mauricio (83) y Luisa (82), los dueños del local, hablan del “Diente” se emocionan. “Nacimos en Allen, nos criamos en Allen y acá nos vamos a morir”, señaló “Maucho” notablemente quebrado detrás del mostrador, al contarle a RÍO NEGRO la historia del emblemático lugar.
“Amamos lo que hacemos”, resumió por su parte Luisa, al explicar la vigencia que tiene el local que se encuentra ubicado sobre calle Tomás Orell.
El 25 de noviembre, la fecha del aniversario, coincide año a año con la celebración de la patrona Santa Catalina, un dato que ambos se encargaron de remarcar. “Lo tomamos como un homenaje a la ciudad de Allen. Dios nos ha dado la suerte de poder acompañar a la ciudad durante todos estos años”, confesó Mauricio.
A veces se gana menos a veces se gana mas pero eso es secundario. Como nos gusta lo que hacemos, seguimos”.
Luisa, dueña de la tienda.
La tienda cuenta con telas de distintos colores y tipos. Además ofrecen manteles, toallones, hules, entre otras innumerables cosas prolijamente ubicadas en distintos estantes. “Lo que más vendemos es tela. No hay muchos comercios que lo hagan”, detalló Luisa.
La pandemia obligó al cierre del local dos días antes de la declaración de la cuarentena estricta y se mantuvo inactivo por dos meses. “Cerramos el 15 de marzo y abrimos el 14 o 16 de mayo. Ni en los sueños más tremendos vivimos una situación así. Nunca lo imaginamos”, reflexionó Mauricio.
Por su parte Luisa se mostró agradecida por la casa que lograron construir en la planta alta del negocio porque eso posibilitó que no se sintieran “encerrados” mientras duró la inactividad.
En ese lapso, tanto Luisa como Mauricio, explicaron que de igual manera recorrían la tienda para ordenarla o limpiarla.
“Con el tiempo nos dimos cuenta de que tomando los recaudos necesarios podíamos volver a la actividad y eso hasta ahora nos dio resultado”, celebró Luisa.
Mientras duró el cierre, Luisa comentó que recibirían algunos llamados de personas conocidas que pedían por algunas telas, razón por la cual dejaban el pedido en la puerta y el cliente pasaba por ellas sin tener contacto directo con ellos. “Esa situación era más exigente que estar detrás del mostrador”, reconoció.
La tienda a nuestra edad es un entretenimiento”.
Mauricio, dueño de la tienda.
Ese momento de incertidumbre parece alejarse debido a la baja de casos de contagios en la región y ahora el local permanece abierto al público respetando todos los protocolos sanitarios.
“Gracias a dios fuimos creciendo y aún tenemos vigencia”, celebró Mauricio, quien comentó que por el momento cuenta solo con una sola empleada.
“Las ventas han caído. Casualmente habíamos pensado en tomar más empleados pero es imposible porque las ventas se han reducido. Es lógico, la gente cubre sus necesidades primarias como la comida o la salud”, analizó Mauricio, al dar un diagnostico de la situación actual.
“A veces se gana menos a veces se gana más pero eso es secundario. Como nos gusta lo que hacemos, seguimos”, confió Luisa.
«Nacimos en Allen, nos criamos en Allen y acá nos vamos a morir”.
Mauricio, dueño del local.
Al referirse a la clientela, Mauricio señaló que “Diente de oro” cuenta con una “clientela clásica”. “Hay una línea juvenil pero hemos orientado la tienda a lo que se necesita. La juventud tiene otro consumo”, reconoció Mauricio, quien añadió: “Tenemos telas, cortinas… rubro que hace a la necesidad diaria de la familia”.
“Pese a que las ventas han caído nos ha dado muy buen resultado. Diversificamos el local de una manera sensata y acorde a los tiempos que transcurren. Dentro de todo estamos vendiendo. Otros no pueden subsistir”, lamentó Mauricio.
“Lo principal es que amamos lo que hacemos. Uno con la edad trata de volver a las raíces. Nosotros nunca las dejamos”, sintetizó Luisa.
Los dueños del local no se conforman con ser una de las tiendas más tradicionales de la región y van por más. “A los 100 años continuadores tenemos”, bromeó Mauricio y enumeró a sus 7 bisnietos y 13 nietos, además de sus 3 hijos.
“Con semejante familión hemos poblado la Patagonia”, continuó.
“Nacimos en Allen, crecimos en Allen y seguiremos en Allen”, reiteró entre lágrimas Mauricio.
“Vivo todos los días agradeciéndole a dios lo que tengo. Mis sueños se cumplieron. Tengo una hermosa familia. No puedo pedir más nada”, relató, por su parte Luisa.
Un poco de historia
“Diente de oro” fue una apuesta de los Schuvaks, dos hermanos polacos que llegaron en la década de 1920. Ellos abrieron sucursales en distintos puntos de la región.
Usaban dientes encamisados con láminas en oro, de ahí el nombre de la tienda.
Al envejecer, los polacos decidieron asociar a los encargados de las tiendas y después se las vendieron.
En Allen el encargado, don José Skop padre de Luisa, compró “Diente de oro”. Tiempo después, mientras Mauricio y Luisa eran pareja, Skop falleció.
“Estábamos estudiando en Buenos Aires cuando decidimos nuestro futuro. Nos amábamos por eso tomamos la decisión de hacernos cargo del local”, recordó con lágrimas en los ojos Mauricio.
A partir de ahí, ambos se hicieron cargo del local.
Años más tarde, compraron el edificio de lo que fue un cine y en 1975 inauguraron el nuevo “Diente de oro”.
“¿Por qué no lo hicieron en Neuquén? Maucho vos estas loco. Hacer semejante local en Allen…”, le plantearon los propios vecinos.
“Hace más de 60 años que estamos casados y que tenemos el negocio en Allen”, recordó Mauricio.
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