La Copa Libertadores tiene a su nuevo rey

Hasta la última gota de sudor, con el resto mínimo de las fuerzas y con el residuo final de un duelo que será inolvidable por muchos motivos.

La imagen postrera que entregó el campo del Santiago Bernabéu de Madrid, la inédita sede de la final más larga de la historia, fue la disputa irrenunciable de una definición que quedará por siempre en los libros de la Copa Libertadores. Boca yendo con el alma en busca de un empate que llevara la larga agonía del juego a los penales, y River defendiendo con fiereza la ventaja, esperando el momento justo para la estocada final.

En el último minuto de los 120, Leo Jara metió un derechazo que dio en el palo aunque en el trayecto rozó en Pinola. Sin embargo no hubo milagro tras ese córner y la esperanza de Boca se diluyó para siempre. Con Andrada en el área rival, en una corrida para la posteridad, Pity Martínez definió con el arco vacío para certificar la cuarta Libertadores de River en su historia.

Fue el comienzo de la contenida alegría millonaria, que no tuvo su partido en Núñez por culpa de algunos de sus propios hinchas. Quince días después del papelón, a miles de kilómetros de Núñez, fue Madrid la tierra prometida.

Un tiempo para cada uno

Con el balón y el campo, pero sin dinámica ni peligrosidad. Todo eso fue River en el primer tiempo. Boca, mucho más práctico, se fue con justicia en ventaja a los vestuarios. El Mellizo planteó un claro 4-1-4-1, tirando a Pavón y Villa al lado de Pablo Pérez y Nahitán Nandez, la figura xeneize de la primera mitad.

A pesar de tener menos la posesión , las chances del gol fueron de Boca siendo la primera por una grosera pifia de Maidana que no se metió en el arco de milagro. De ese córner, Pablo Pérez tuvo el primero pero su volea fue a las manos de Armani. El capitán volvió a tener el gol a los 29’ pero Milton Casco se interpuso en la línea de pelota, salvando a su equipo.

Por posibilidades, el Xeneize dejaba flotar en el Bernabéu la sensación de que el primer grito sagrado sería suyo. Y así fue.

Todo comenzó con la intención de Andrada de salvar un córner aunque su rechazo quedó corto, dejándole el balón servido a Martínez. River desperdició el regalo y en una contra letal, Nandez habilitó a manera magistral a Benedetto, quien definió a un palo ante el desesperado achique de Armani. Boca se iba a los vestuarios en ventaja y soñaba.

El ST River lo jugó mejor, le impidió a Boca contraatacar e hizo suficientes méritos para igualar. Fernández y el colombiano Quintero (reemplazó a Ponzio) fueron los abanderados de la levantada, siendo Nacho el gestor principal del gol de Pratto, quien dejó las cosas iguales otra vez. Antes del gol del Oso, hubo un claro penal de Andrada sobre el delantero que el árbitro Cunha ignoró a pesar de contar con el recurso VAR.

Cuando el partido fue al alargue, a los 3’ Boca se quedó con uno menos cuando Cunha vio falta de Barrios sobre Casco, lo que derivó en la segunda amarilla para el colombiano. Fue el comienzo del fin para el Xeneize. Con ventaja numérica, River reafirmó su dominio y lo pasó a ganar con un golazo de Quintero desde afuera del área.

En los últimos diez minutos fue todo nervio y corazón, pero fue el Millo quien tuvo el temple para neutralizar el empuje desesperado de Boca y cerrar el partido en la última jugada con el gol del Pity. River es el nuevo rey de América, aunque haya tenido que ir a hasta Madrid para concretarlo.

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