Desde la Patagonia a jugar en la liga mayor de neurociencia en Europa

Es Carolina Rezaval, nacida en General Roca, Río Negro. Quiso ser bióloga desde niña y estudió en la Universidad de Buenos Aires. Investiga cuestiones del comportamiento como la toma de decisiones, que pueden ser claves para la mejor comprensión de enfermedades en aumento como Alzheimer y Parkinson.

“Mi nombre es Carolina Rezaval, tengo 7 años y voy a ser bióloga marina”, escribió en un cuaderno que aún está en la casa de sus padres en General Roca. De pequeña, no dudaba de su destino y hoy es doctora en biología de la Universidad de Buenos Aires. Al finalizar sus estudios doctorales, Carolina partió a Inglaterra para realizar una investigación postdoctoral en la Universidad de Oxford. Allí estudió las bases genéticas y neuronales del comportamiento utilizando un modelo experimental de excelencia: la mosca de la fruta (Drosophila).

Sus trabajos permitieron entender mejor el funcionamiento de los circuitos neuronales en el cerebro que generan diferencias del comportamiento entre machos y hembras, con posibles correlatos en otras especies. En abril de 2018, Carolina ganó una beca para fundar su propio grupo de investigación en la Universidad de Birmingham, en el Reino Unido. El objetivo de su laboratorio es entender los procesos neuronales que subyacen a la toma de decisiones. Días atrás fue nombrada becaria FENS-Kavli 2021, un honor que le permite integrar una prestigiosa red de neurocientíficos que trabaja para mejorar las neurociencias en Europa. Los miembros de esta red son elegidos por su liderazgo, originalidad y excelencia académica.

P-¿Cómo llega a ser elegida y qué importancia tiene esta designación?

R- El proceso de selección consistió en mandar una postulación explicando cuáles son los desafíos actuales de las neurociencias en Europa y ofrecer ideas para mejorar diferentes aspectos. También tuve que explicar por qué era una buena candidata para llevar adelante esos cambios. El siguiente paso consistió en defender mis ideas frente a un comité de científicos. Esta red de colaboración nuclea a 30 neurocientíficos que representan diferentes países de Europa. Se trabaja para generar vínculos con gobiernos y comités de ciencia en la región y para fomentar la financiación de las neurociencias. Un aspecto importante de la red es la promoción y la divulgación científica. Es importante que el público sepa porqué es importante estudiar el cerebro. Por otro lado, se trabajapara mejorar las condiciones en las que se hace neurociencia, para que sean más inclusivas, por ejemplo, para que las mujeres estén más representadas así como las minorías étnicas.

P-¿Es más difícil para las mujeres que para los hombres hacer neurociencia?

R- En la neurociencia, como en la ciencia en general, hay sesgos a favor de los hombres. En la red FENS-Kavli se busca equiparar a las mujeres y también favorecer a las minorías étnicas para que la neurociencia sea más inclusiva y representativa. También se busca mejorar la relación entre becarios y jefes. Se premia a los buenos mentores, a quienes buscan derribar injusticias de género y raciales. Los miembros de la red se juntan dos veces por año; se dividen en comisiones para trabajar en diversos aspectos y trabajan activamente para buscar soluciones. Esto permite catalizar cambios en Europa, que pueden tener un impacto mundial posterior. En lo personal, me permite mejorar. Hay gente muy talentosa, con diferentes miradas sobre la ciencia y el mundo. Es muy lindo pertenecer a ese grupo.

Carolina Rezaval quiso ser bióloga desde niña y estudió en la Universidad de Buenos Aires.

P- Su laboratorio utiliza la mosca de la fruta Drosophila para desentrañar los mecanismos subyacentes a las elecciones de comportamiento ¿De qué se tratan estos estudios?

R- En el Alto Valle, la mosca de la fruta tiene mala prensa, pero en neurociencias es uno de los modelos experimentales más utilizados para entender funciones complejas del sistema nervioso. La gente se sorprende cuando les cuento que las moscas tienen cerebro. Aunque más pequeño y con menos neuronas que el nuestro, el cerebro de las moscas es capaz de generar comportamientos complejos, como memoria y aprendizaje. Notablemente, el 60% de los genes humanos están presentes en la mosca, o sea somos 60% mosca; tenemos casi los mismos genes, pero a diferencia de la mosca, tenemos más versiones. Podemos entonces estudiar las bases genéticas de diversos procesos biológicos en Drosophila y entender principios que pueden estar presentes en otras especies. Por ejemplo, estudios en Drosophila identificaron genes relacionados con el reloj circadiano que coordina nuestras actividades cada 24 horas. Las mismas moléculas del reloj en las moscas se encontraron en mamíferos y se comprobó que el funcionamiento básico es igual.

En su laboratorio trabajan científicos de diferentes países.

P- ¿Cómo trabajan con la mosca?

R- En mi laboratorio tratamos de entender cómo los animales resuelven situaciones de conflicto. ¿Qué sucede cuando un organismo tiene necesidades contrapuestas y tiene que priorizar qué hacer? Con diferentes herramientas genéticas ‘prendemos o apagamos’ neuronas individuales en el cerebro de la mosca y evaluamos los efectos en la conducta. También podemos modificar genes de forma directa y estudiar su contribución en el comportamiento. Buscamos aprender cómo el cerebro sopesa diferentes opciones y prioriza la acción más urgente. Al identificar neuronas y moléculas detrás de estas decisiones entendemos la organización y funcionamiento del cerebro. Esta información nos puede ayudar a entender cerebros más complejos, como el nuestro.

P- Decía que el grupo de FENS-Kavli 2021 busca que la gente conozca los aportes de las neurociencias a las sociedades ¿Cuáles son los aportes más importantes?

R- Las neurociencias hacen muchos aportes. Nos permiten entender cómo el cerebro está estructurado, cómo funciona, cómo se generan procesos cognitivos. Es muy importante hacer ciencia básica, es decir, investigar sin una finalidad en particular. Para entender cómo curar neuropatologías como Alzheimer, Parkinson y Huntington, entre otras, es importante entender cómo funciona el cerebro en condiciones normales.

P- En su laboratorio hay científicos de diferentes países ¿Cómo llevan adelante su trabajo y sus investigaciones?

R- En mi página yo cito la frase que dice “Ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros”. Yo creo que uno se potencia al trabajar con otros y aprender de los demás. Esto es fundamental en ciencia, donde es importante la mirada crítica y la capacidad de cuestionar lo establecido. Mi grupo es internacional. Hay estudiantes de India, Francia, Inglaterra. En mi equipo, todos tenemos la misma voz y algo interesante para aportar. Se pueden plantear hipótesis, y es muy gratificante discutir ciencia. Ser científica tiene algo maravilloso: te conecta con los demás desde el pensamiento, la curiosidad y la pasión por saber cómo funciona la naturaleza.

Carolina Rezaval en su laboratorio busca entender los procesos neuronales que subyacen a la toma de decisiones.

Educación pública argentina: un ejemplo mundial

Cuando le preguntan sobre el origen de su vocación, Carolina Rezaval cita los viajes de Jacques Cousteau, que alimentaron su curiosidad por la naturaleza, y a su papá y su mamá, que la estimularon a hacer preguntas y pensar. También recuerda una profesora del secundario, Alicia Agüero, que le enseñó a abordar la biología desde el pensamiento crítico. La doctora en biología aseguró que fue una afortunada por poder recibir educación gratuita y de excelencia en la Universidad de Buenos Aires y desarrollar sus estudios doctorales financiados con una beca del Conicet. Eso le posibilitó seguir especializándose a través de un postdoctorado en la Universidad de Oxford y luego obtener una posición en la Universidad de Birmingham para dirigir su propio grupo de investigación.

“La carrera de Biología en la UBA me permitió desarrollar cualidades esenciales en un científico: la tenacidad, el compromiso, el estudio. También entrené la capacidad de hacer preguntas y cuestionar dogmas. En Europa, los científicos argentinos son muy valorados. Muchos de mis colegas me preguntan si conozco estudiantes argentinos que quieran trabajar en sus laboratorios porque tienen una formación excelente: no sólo tienen amplios conocimientos de biología, sino que han desarrollado mucho la creatividad, el ingenio y la perseverancia. Soy consciente de que la educación argentina me permitió llegar acá”, dijo Rezaval.


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