Desarrollo hace peligrar tribus indígenas en Brasil
Por generaciones, los awá vivieron alejados del resto de la humanidad, recogiendo frutas, cazando cerdos y monos y viviendo al ritmo de las temporadas climáticas en un rincón de la selva amazónica.
Hasta que el resto del mundo dio con ellos. Llegaron taladores y hacendados e irrumpieron en las tierras ancestrales de la tribu para explotarlas. También llegó un ferrocarril que transporta toneladas de mineral de hierro extraído de minas en el corazón de la Amazonia y destinado a los puertos del Atlántico, desde donde es enviado mayormente a China.
La amenaza a los awá es tal que llamó la atención de la organización defensora de los derechos de los indígenas Survival Internacional, con sede en Gran Bretaña, la cual la designó “la tribu que más peligro corre en el mundo’’ y se fijó su salvación como una de sus prioridades para este año.
Si bien los awá son tal vez los que sufren la amenaza más inmediata, a lo largo y ancho de Brasil abundan las tribus que enfrentan problemas similares por la llegada de taladores, hacendados, mineros y agricultores que a menudo invaden las tierras que le asignó el gobierno a los indígenas. La pujante economía brasileña es lo que genera la ocupación de tierras indígenas, lo mismo que el floreciente sector agrícola, que hace poco logró sacar adelante reformas que eliminan algunas restricciones al uso de esos territorios.
Organizaciones defensores de los derechos de los indígenas dicen que es inevitable que haya más conflictos mientras siga habiendo proyectos, aprobados por el gobierno, como la construcción de represas hidroeléctricas que llevan miles de trabajadores a zonas remotas. Dos proyectos que están siendo analizados por el Congreso allanarían más el camino para la explotación de territorios indígenas.
“Los conflictos que tienen los indígenas se están agravando y ha habido una serie de enfrentamientos derivados del programa de desarrollo del gobierno en áreas remotas’’, sostuvo Cléber Buzatto, director ejecutivo de la agrupación brasileña defensora de los indígenas CIMI.
Para los awá y otras tribus, no obstante, el contacto con el mundo exterior no trae aparejadas amenazas a su subsistencia únicamente. También genera ayuda.
Los problemas de las tribus serán uno de los asuntos centrales a ser debatidos en la Cumbre del Pueblo a realizarse este mes en Río de Janeiro, como parte del Foro Social Mundial anual. Se espera que miles de activistas asistan a este encuentro, que se ofrece como alternativa a la cumbre de las Naciones Unidas Río+20 sobre desarrollo sustentable a llevarse a cabo al mismo tiempo en Río.
Los padeceres de los awá interesaron también al actor británico Colin Firth, quien aparece en un video de Survival International en el que exhorta a la gente a que le pida al ministro de Justicia brasileño José Eduardo Cardozo que envíe policías a las reservas indígenas para proteger a las tribus.
“Esta es nuestra oportunidad de hacer algo’’, expresa Firth en el video.
La presidenta brasileña Dilma Rousseff creó el martes dos nuevas reservas y siete territorios indígenas en la Amazonia, que abarcan miles de kilómetros cuadrados.
Para los agricultores, la protección de decenas de miles de indígenas es un precio muy alto que no justifica el que se impida el cultivo de soja, la cría de ganado y otras actividades agropecuarias que apuntalan la economía brasileña y hacen crecer la clase media. En total, el 11% del territorio brasileño y el 22% de la Amazonia han sido entregados a tribus indígenas.
“¿Quién se beneficia con esto? No nuestro país, que hoy disfruta de algunos de los alimentos mejores y más baratos del mundo y es el segundo exportador de alimentos más grande del mundo’’, afirmó la senadora Katia Abreu, presidenta de la Federación Nacional de Agricultura y Ganadería, en un reciente artículo de opinión publicado por el diario Folha de Sao Paulo.
“Tampoco (se benefician) los indígenas, que, como indican sus números, no necesitan más espacio físico sino mejores condiciones sanitarias, de educación y un sistema de salud eficiente. En resumen, una mejor vida, igual que nosotros’’, dijo Abreu.
La legisladora ofreció una conferencia de prensa el lunes en la que dijo que la expansión de las reservas más allá de los territorios fijados en 1993 “no respeta la constitución y es ilegal’’.
Algunas dependencias del gobierno federal encargadas de proteger a los indígenas dicen que hacen todo lo que está a su alcance para impedir la invasión, pero acotan que tienen recursos limitados para vigilar 1.243.00 kilómetros cuadrados (480.000 millas cuadradas) de reservas indígenas.
Una muestra de ello es la aparición de 180 aserraderos ilegales en la región de los awá, algunos a plena vista, por los que desfilan camiones gigantescos día y noche trayendo madera fresca.
En el estado de Mato Grosso do Sul state, la tribu guaraní-kaiowa, de 40.000 indígenas, se ha visto forzada a ocupar campamentos a lo largo de las carreteras y a instalar carpas junto a los ríos a la espera de que el gobierno decida si las tierras que reclaman les pertenecen.
Las penurias económicas generaron una serie de suicidios. Más de 550 indígenas se suicidaron entre el 2000 y el 2011, según estadísticas de la secretaría de salud indígena de Brasil. Otros 282 fueron asesinados entre el 2003 y el 2011, la mayoría en peleas por las tierras, de acuerdo con el CIMI.
Un caso particularmente notable fue el del cacique de la comunidad, Nísio Gomes, asesinado el 18 de noviembre de 2011 cuando pistoleros no identificados le dispararon, arrastraron su cuerpo a una camioneta y se lo llevaron. El cuerpo no ha sido recuperado.
“Todos los guaraní kaiowá queremos la demarcación. Pasamos mucha dificultad, yo no puedo ni andar por las ciudades porque existe mucho riesgo. Necesitamos la demarcación para poder andar libremente en nuestra tierra’’, dijo Valmir Gomes, hijo del asesinado cacique indígena, en una reciente visita a Brasilia.
Activistas a favor de los indígenas afirman que la experiencia revela que la demarcación no basta.
Según el CIMI, en 2010 hubo 33 casos de territorios indígenas invadidos con fines de explotación de recursos naturales, incluyendo pesca predatoria, extracción de madera, minería clandestina y plantaciones ilegales de soja.
En el mismo año se dieron 10 conflictos sobre derechos territoriales indígenas, en gran parte por proyectos productivos o de infraestructura que tocan territorios indígenas.
El gobierno brasileño reconoció oficialmente la reserva awá –de 1.178 kilómetros cuadrados (455 millas cuadradas), en Maranhao, el estado más pobre de Brasil– en el 2005, pero las incursiones continuaron. E incluyeron la llegada de personas armadas, que amenazan a los agentes del gobierno encargados de vigilar la zona. Imágenes satelitales muestran que un tercio de la selva awá ha sido talada y buena parte de la zona ha sido ocupada por agricultores y ganaderos. Entre 60 y 100 indígenas nunca habían tenido contacto con el mundo exterior.
En un video de Survival International, el joven awá Wamaxua dice que pasó años huyendo de los invasores y que no hace mucho finalmente salió de la selva y se instaló en un pueblo en el que viven otros awá. Cuenta que tiene tres hermanos que siguen viviendo en la selva.
“Cuando estaba en la selva llevaba una buena vida’’, cuenta tímidamente, luciendo una moderna remera de cuello en V. “Ahora si me topo con un awá que sigue allá le diría que no se vaya, que se quede en la selva. Que no hay nada para él afuera’’.
AP
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