Desandar el camino para cambiar

La lucha por los derechos de las mujeres, varió a lo largo de la historia. La visibilización de los reclamos y la intensa labor que se llevó adelante desde los grupos, organizaciones y entidades permitió un importante avance.

Para las niñas, adolescentes y jóvenes, será más “natural” detectar los patrones machistas, y trabajar para modificarlos.

En cambio, para algunas de nosotras, la tarea que tenemos es más difícil, porque debemos aprender día a día a “reconstruirnos” para cambiar esas conductas. Y entonces, ¿cómo atravesamos ese proceso?. Es una labor diaria.

Seguramente el cambio no es inmediato ni automático, y en muchos casos, quizás sea hasta escabroso porque hay que desterrar conductas arraigadas, que son repetidas sistemáticamente en todos los ambientes: laboral, familiar, de amistad, de la comunidad, en general. Pero se hará y estoy convencida que ocurrirá.

Y tal vez venga de la mano de la charla, de volver a plantear y de marcar en las actitudes cotidianas de quienes conocemos y con quien nos encontramos a diario que no está bien que se nos endilgue la culpa de lo que nos pasa por atrevernos a preguntar, a desafiar las conductas machistas.

La tarea es también propia e interior para que se refleje después en lo colectivo. Y así se podrá replicar y tu par, tu vecina, tu conocida, que se queja porque está cansada de limpiar la casa sola pero que no le permite al marido o al hijo varón que colabore, pueda advertir que es posible modificar esa situación.

Tenemos una conducta aprendida y es necesario desandar ese patrón, para iniciar otro camino, más justo, más intenso, pero cada vez más compartido. Es necesario que nos miremos para poder reflejarnos en las más jóvenes, porque nos contagiarán su fuerza, su energía y serán las que a la vez replicarán esta otra mirada. La de considerarnos por el sólo hecho de ser personas y no por descalificarnos por nuestro género.