Argentina a la final: así festejó el petrolero de Santa Cruz en el medio del mar con la peluca de Maradona
Jorge "Petete" Burgos nació en Río Turbio, vive en Bariloche y trabaja en una plataforma offshore a 15 km de la costa, entre Santa Cruz y Tierra del Fuego. Mira los partidos del Mundial con una peluca y la camiseta del 86 de su ídolo Maradona. La otra cábala no la vas a poder creer: mirá el video...
Jorge Petete Burgos tiene 48 años, es de Río Turbio (Santa Cruz), vive en Bariloche hace 10 años, trabaja 14 días de corrido y después tiene 14 de franco. Pero esas dos semanas en su empleo transcurren en la plataforma petrolera off shore en el Estrecho de Magallanes a la que lo llevan en helicóptero a 15 km de la costa desde Cabo Vírgenes, ahí donde nace la mítica ruta 40, junto a sus tres compañeros de turno, que lo dejan mirar solo los partidos de Argentina en el Mundial de Qatar 2022: saben que a veces la pasión lo desborda.
Petete, como todos le dicen, estaba de franco cuando la Scaloneta jugaba contra Polonia. Y cuando Messi iba a patear el penal tuvo un mal presentimiento pero lo miró igual y a Lío se lo atajaron. Desde entonces, cuando intuye que algo malo puede suceder, opta por no mirar, se da vuelta, se va a la cocina.
La cábala le funcionó para los partidos siguientes y se fue a festejar eufórico al Centro Cívico con la peluca y la camiseta de Maradona, su ídolo, con su mujer y su hija. «Son cosas que uno hace, no se bien por qué, pero a veces suceden».
Contra Países Bajos, lo vio desde su habitación en la plataforma AM-5 emplazada sobre el lecho marino en un punto del Estrecho de Magallanes donde la profundidad del mar es de 70 metros. Es una de las cinco en las que están asociadas la petrolera estatal chilena Enap con la Argentina YPF en las que ambas invirtieron 345 millones de dólares.
Y ayer se juntó con dos compañeros para gritar los tres goles de Argentina contra Croacia. En los dos primeros, cumplió con la otra parte de la cábala, no mirar también cuando intuye que algo bueno está por suceder.
Eso, digamos, fue fácil en el penal y en la contra letal de Julián Alvarez. Pero no pudo en el tercero, pura magia imprevisible de Messi imposible de dejar de ver, un poco porque no era fácil imaginar lo que iba a suceder cuando arrancó la jugada en la mitad de la cancha, otro poco porque era magnética.
«El penal me fui detrás de la tele. Y el segundo igual, me tiré abajo del sillón con la peluca de Diego. Estábamos como locos. ‘¿Viste que sino los miro es gol?’, les decía. El tercero fue imposible dejar de verlo», cuenta.
Jorge trabaja como operador 12 horas en el turno noche y por eso el sábado de los cuartos de final debía dormir durante el día. «Pero a las 13 me desperté, estaba nervioso, daba vueltas en la cama, así que me levanté», cuenta.
Esos dramáticos 130 minutos contra Países Bajos los siguió solo en la habitación en la pantalla a través de la señal de la TV satelital. Y a la hora de los penales, repitió la cábala: escuchar el relato sí, mirar no. Estalló de alegría con los dos que atajó el Dibu Martínez, se puso cada vez más ansioso cuando se escurrieron tres de los cuatro macht points. Y cuando Lautoro Martínez metió el decisivo, sus gritos se deben haber escuchado hasta en Chile.
De México 1986 a Qatar 2022
Jorge tenía 12 años en 1986, cuando Maradona llevó a la Argentina a la gloria. El único de la familia que tenía un televisor color en el barrio Los Tréboles era el tío Paco, así que todos se juntaban a verlo ahí y después salían a festejar en la caja de la Chevrolet C-10 de su papá, que fue minero en Río Turbio hasta que un accidente lo sacó del yacimiento y lo llevó a la administración, donde se jubiló.
Si en aquel Mundial de México a Jorge lo enamoró para siempre aquel Diego que levantó la copa, en Qatar 2022 lo deslumbra este Messi cada vez más Maradoniano.
«Messi es un genio de mucha humildad. Es como Maradona pero con un tranquilizante. Y este último partido la salió el alma de capitán estilo Diego, que desde arriba lo va a ayudar. Se fue y es como que le dejo la alfombra servida a Leo para ser como él: llegar a lo máximo y levantar la copa también», dice.
«Leo levantó muchos botines de oro. Pero eso es para él, es por él y su mérito… Ahora le toca la copa que es para todos los argentinos. Por él, por la Argentina y en honor al Diego», agrega.
«Diego y Messi son dos hermanos gemelos que Dios nos dio, con las mismas cualidades y habilidades. Nada más que Diego era la oveja negra y Messi el monaguillo«, analiza Petete y se despide. En pocos minutos volverá a trabajar. El domingo se viene la final. Es tiempo de seguir soñando.
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