Vicente Vergauven: la increíble historia del campeón mundial de canotaje más joven de Viedma
Con 18 años hizo historia en el canotaje de Viedma y Patagones. El amor por el río Negro y un camino de muchos sacrificios para llegar a ser campeón del Mundo. Su familia y el club náutico Piedra Buena, que lo acobijó desde bebé, pilares de la hazaña de Vergauven.
En su llegada a Viedma, Vicente Vergauven recibió el cariño de la comunidad y la de su familia, pilar fundamental su histórico logro que consiguió para el canotaje de la Comarca Viedma-Patagones. El joven de 18 años es el primer palista de la zona en sumar dos medallas en un Mundial de maratón.
Desde bebé está arriba de un bote, por eso no recuerda la primera vez que surcó el río Negro. En familia, disfruta del reconocimiento, pero no se relaja y ya piensa en las competencias que tiene por delante.
Es el más chico de la familia, hermano de Sebastián (26 años), palista que tuvo varios logros internacionales y en la Regata del Río Negro, y también de Valentín (23), quien eligió otro deporte y es un golfista destacado en el país.
«Los tres nos criamos en el club náutico Piedra Buena (Carmen de Patagones). Si no remábamos, estábamos dando vueltas con la gente. Para mí este lugar es muy cómodo y donde me relajo», relata Vicente mientras guarda el bote en uno de los galpones.
Lo hace tras su llegada de Dinamarca, donde ganó el título Mundial en K1 y en K2 júnior junto a Joaquín Catalano, de Choele Choel. Esas dos medallas doradas dejaron a la selección nacional entre las tres primeras.
«Tenía muchas ganas de llegar» y no es para menos luego de un largo tiempo en Dinamarca y lejos de su hogar, a pesar de estar acompañado de su papá Mauricio y sus dos hermanos.
Nada es casualidad. Toda su carrera en el canotaje tiene base en el sacrificio y el acompañamiento familiar, profesores y amigos a los que le atribuye los históricos logros.
Vicente, a lo largo de su corta vida, practicó varios deportes como fútbol y básquet en Villa Congreso, hizo judo y estuvo seis años en rugby en Sol de Mayo. Pero nunca dejó de remar.
«Hice rugby desde los 9 hasta los 15 y tuve que elegir. Quería seguir con las dos, pero para hacer una de manera profesional tenía que elegir», sostiene. Y eligió con el corazón. El agua siempre lo llama y es una parte vital de su vida.
«Con mucha sinceridad digo que no recuerdo la primera vez que estuve arriba de un bote. Sólo por anécdotas y personas conocidas que me cuentan que es desde muy pequeño, porque mis papás me traían al club desde que nací».
Vicente relata que cuando su papá iba a trabajar, «mi mamá nos llevaba a los tres al club. Nos criamos acá». Y es que el Piedrabuena es más que su segundo hogar, «creo que estuve más tiempo en el club que en mi casa».
En 2022 terminó la secundaria y este año se dedicó al 100% al canotaje. «No sabía bien por donde arrancar y el año que viene veremos», ríe Vicente y es que aún no tiene nada definido qué va a seguir estudiando. Sí sabe que seguirá remando: «Eso es lo único claro que tengo por ahora».
Tiene como referentes en el canotaje al rionegrino Javier Correa, considerado el mejor palista de la historia de nuestro país, su profesor Julián Algañarás, su hermano Sebastián y su papá Mauricio, triple ganador de la Regata del Río Negro y medallista en los Panamericanos 1991.
«Mi papá es el claro ejemplo mío, me enseñó que el entrenamiento es el descanso, como también la salud mental y física».
Vicente lleva una serie de planificaciones que arma su entrenador (Algañarás). Los trabajos son muy exigentes y «hacemos turnos de dos horas en el agua, gimnasio y mechamos con trote y ejercicios aeróbicos».
También la alimentación es la clave y en ese sentido dijo que tuvo la suerte que «en casa desde muy chiquito se come bien y ordenado, es algo difícil para cualquier persona que hace deporte».
Entre sus planes, afirma que por ahora toca descansar, pero de reojo mira hacia adelante. «De cara al año que viene, la idea es buscar la clasificación a las pruebas de pista». También quiere volver a correr la Regata del Río Negro para defender el título en la categoría ya que la considera «la competencia más importante del país y muy emocionante».
No hay dudas que el canotaje de la comarca Viedma-Patagones sigue teniendo un futuro inimaginable, aunque tangible. El claro ejemplo es Vicente Vergauven que, con esfuerzo, sacrificio y el apoyo incondicional de su familia, consiguió dos medallas en un Mundial, dejando atrás potencias internacionales.
Nada como descansar en esa lancha
«Imagino que fue uno de esos días que papá salía en la lancha y como llegaba cansado al club durante las tardes, me tiraba una colchoneta en el medio, me daba sueño y me dormía». Así fue el relato de Vicente, cuando vio la foto de la siesta.
La imagen, que ya tiene 14 años, muestra el resumen de su vida. Recuerda que «siempre iba jugando con el agua o un tronquito y me entretenía».
Esa embarcación aún se encuentra en el club y para Vicente esa toma, grafica a la perfección lo que siente por su lugar en el mundo.
«El río y el paisaje que tenemos acá es insuperable. Me encanta navegarlo y lo cuido con mucho cariño, como si fuera el patio de mi casa porque significa mucho para mí».
La lancha, a esta altura pieza de colección, es su espacio preferido para descansar.
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