Javier, el atleta olímpico de Neuquén que cambió la pista de atletismo por las carreras de montaña
Javier Carriqueo nació en San Martín de los Andes y participó en las Olimpíadas de Pekín, en 2008, y Londres, en 2012. Corrió la K42, representando al equipo argentino en el Sudamericano de Villa La Angostura.
«Llevo 31 años corriendo, siempre con distintos objetivos. Antes, era para bajar los tiempos para los Juegos Olímpicos. Desde que encontré esta veta en la montaña, el objetivo es ir contra el tiempo de mi edad«. Javier Carriqueo nació en San Martín de los Andes y es corredor desde que tiene memoria. Compitió en los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008, donde fue récord nacional y, en 2012 participó en los 5.000 metros en las Olimpíadas de Londres.
Este atleta de 45 años, reside en Plottier y se prepara para competir en edición 21 del K42 en Villa La Angostura, una competencia internacional de trail running que contempla varios circuitos en los que competirán delegaciones de Brasil, Paraguay, Uruguay, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Colombia y Argentina.
Carriqueo vivió en San Martín de los Andes hasta los 21 años, cuando inició dos temporadas de competición en Bélgica. Luego se radicó en España hasta 2012, año en que decidió regresar a la Patagonia. «En Europa, para tener mi vivienda, tenía que hipotecarme por 20 años. No lo conseguí. Al continuar compitiendo, conseguí un sponsor que me bancaba mi vivienda por dos años en Argentina. Pero me instalé en Plottier», contó a RÍO NEGRO, a pocas horas de la competencia.
Admitió que, en ese momento, pensó en el futuro de sus hijas Sara y Maia que hoy tienen 16 y 19 años: «En San Martín había poca oferta universitaria, exactamente la misma que cuando yo me había ido. A la vez, Plottier me resultaba más fácil la conectividad con otros lugares para viajar por mi competencia».
Una carrera que arrancó a los 13
Carriqueo es profesor de educación física y, a la vez, brinda clases de atletismo a chicos con discapacidad. Por otro lado, está a cargo de Running Team, un grupo de entrenamiento de gente que corre en la montaña.
Cuando corrió su primera carrera, con solo 13 años, jamás imaginó que se convertiría en el único neuquino en participar dos veces en los Juegos Olímpicos.
«Allá por 1993, descubrí que había un grupo de corredores que participaban del campeonato provincial de cross country, unas carreras de pista llanas con pequeñas ondulaciones, aunque no es montaña», mencionó.
En ese momento, lo que le manifestó una conocida fue determinante: la muchacha le dijo que solían viajar con frecuencia. «De chico, siempre, me apasionaron los paisajes. Tenía algo con los libros de geografía. Mi familia no tenía una economía como para viajar. Y quizás el deporte era una forma de llevarlo a cabo. Así que me enganché por ese lado y se dio«, comentó.
Con 18 años representó a Argentina en el Campeonato Sudamericano de Uruguay y siguió el de Brasil.
«Fueron muchos años corriendo pista lo que me llevó a los Juegos Olímpicos. Luego, hice una transición a la maratón y fue después de la pandemia, que empecé a correr en la montaña. Corría de vez en cuando por las bardas de Neuquén hasta que una recorrida por el cerro Chapelco con un amigo me cambió la perspectiva», reconoció Carriqueo. Esa salida y reencuentro con la naturaleza fue recién en 2017.
«Recuerdo que empezamos a subir y de repente, cuando miro atrás, me encuentro con los lagos Lolog y Lacar y el volcán Lanín. Me impactó y entendí que quizás eso era lo que le apasionaba a la gente que corre montaña», subrayó.
De esta forma, inició un nuevo camino en el deporte. «Siempre agoté todas las posibilidades de competencia. Cuando vi que no podía mejorar mi marca de 3 minutos 38 segundos que me clasificó a Beijing, pasé a la segunda instancia de 5.000 metros con la que clasifiqué para Londres. Cuando vi que no podía mejorarla, pasé a maratón y de ahí, a montaña», especificó.
Carriqueo detalló las corridas por la montaña como un desafío constante que varía según cada lugar: «Es completamente distinto correr en el llano. Voy aprendiendo. Todas las montañas son distintas: no es lo mismo San Juan, tan desértico, que el sur con los bosques y senderos».
Este año, por tercera vez consecutiva, participó del K15 en La Angostura, un sudamericano, representando al equipo argentino conformado por 18 atletas.
«La carrera parte del centro de la ciudad, se sube al cerro Belvedere, luego a la cascada Inacayal y se vuelve. Estimamos que es una hora y veinte. Es un circuito nuevo más exigente. Antes era solo un ascenso; ahora son tres picos de ascenso«, describió este deportista que entrena seis veces a la semana. Los fines de semana, reconoció, aprovehcha «para cargar más volumen».
Después de 31 años corriendo, aseguró que «el cuerpo ya no responde de igual manera». «Hay que administrar las fuezas y las energías de otra manera. Compito con pibes de 25, 30 años, en su mejor momento competitivo. Se que, con 50 años, no podré seguir compitiendo con ellos. Cuando ya no me den las piernas seguiré haciéndolo de manera más recreativa y disfrutando de otras cosas que tienen las carreras«, concluyó.
Comentarios