El fútbol argentino y el cóctel de la sospecha
Siguen los escándalos arbitrales. La escasa credibilidad de AFA invita a la duda, incluso cuando las jugadas son discutibles. Los que se “equivocan” en el ascenso son premiados con su llegada a primera.
Lo ocurrido el fin de semana pasado en el fútbol argentino expuso una vez más el aire viciado que forma parte de la contaminación reinante en el deporte más popular del país. Entre lo que pasó, las polémicas y las sospechas, el cóctel tóxico empaña casi todas las fechas el normal desarrollo de una competencia que tiene muchas aristas.
Lejos de simplificar el desarrollo de los partidos y traer más justicia al juego, la incorporación de la tecnología en la primera división, a mediados del semestre pasado, alimentó las sospechas sobre los árbitros y el funcionamiento de AFA.
Es que los que manejan el VAR son los mismos que antes fallaban en hacer su trabajo y quedaban bajo la lupa. Antes, sin la posibilidad de revisar las jugadas, el margen del error humano era mayor, porque cualquier juez se puede equivocar en tomar una decisión en el primer golpe de vista. Pero con más árbitros interviniendo en los fallos y dos de ellos mirando las jugadas en una pantalla, el “error humano” debería ser cada vez más reducido.
La polémica más grande del fin de semana pasado se dio en el final de Boca-Atlético Tucumán, donde Carlos Zambrano estuvo al borde de darle un penal al rival con su contacto sobre Maestro Puch. El árbitro, Fernando Espinoza, y su compañero del VAR, Jorge Baliño, decidieron que no era infracción y el encargado de la tecnología ni siquiera llamó a su colega para que revise, que fue protestada por los tucumanos, líderes de la Liga Profesional.
Para una gran parte del mundo futbolero, lo de Zambrano fue un golpe imprudente y otros, en menor medida, lo consideran una acción de juego.
Para quien suscribe este texto la jugada es confusa, pero no es en ese punto en el que este escrito busca detenerse. Desde la visión que se pretende manifestar, la designación de Espinoza y Baliño ya condicionaba las chances del Decano en La Bombonera. Son dos jueces que no brillan por sus buenas actuaciones y sus fallos suelen ser muy localistas. Pertenecen al grupo de árbitros que “hacen bien los deberes” en determinadas circunstancias.
Baliño encabezó el escándalo en la victoria de Barracas (el club del presidente de AFA, Claudio Tapia) sobre Patronato, mientras que Espinoza es el juez más criticado por los jugadores debido a su soberbia y falta de respeto en el manejo de los partidos.
Y en el camino de la sospecha en la que se encuentra envuelto el balompié nacional, hay indicios que la alimentan. Quienes conocen el ascenso del interior, donde los equipos de Neuquén y Río Negro han jugado o juegan (Cipolletti y Sol de Mayo), tienen registro de ciertos nombres que protagonizaron escándalos a través de sus arbitrajes.
Uno de los que peores antecedentes acumula es Lucas Novelli Sanz, quien llegó a primera tras beneficiar con sus fallos bochornosos a las instituciones favorecidas en distintos torneos del ascenso. La final de Güemes y Villa Mitre hace un par de años es una muestra de ello.
El domingo, Novelli estuvo en el VAR de Sarmiento-Gimnasia, donde se anuló un gol por fuera de juego (en la misma línea) en favor del local y no se cobró un penal para el Lobo tras una clara infracción de Andueza sobre Franco Soldano. Fue en tiempo adicionado y se percibió por una de las cámaras del VAR, que estaba detrás de uno de los arcos en Junín.
El árbitro principal, Pablo Echavarría, no vio la falta, en un error que sin VAR se puede entender por la perspectiva que tuvo en el momento. Lo raro fue que Novelli no lo llamara desde el VAR.
Como los errores fueron para los dos lados, Novelli Sanz no está sospechado de favorecer o perjudicar a Sarmiento o al Lobo. Lo que si es para mencionar es lo lejos que llegó un árbitro que en los últimos años ha perpetrado varios de los desempeños más lamentables del fútbol de ascenso.
Siendo el fútbol el deporte más popular del país, no sorprende que todo esté bajo sospecha y que haya argumentos para que así sea. La actividad siempre tuvo en común el halo de corrupción que se da en otras esferas, privadas y públicas, en las que hay en juego dinero, poder y otros intereses.
Ahora se viene la etapa decisiva de la Liga Profesional y la polémica, sin lugar a dudas, seguirá gobernando la escena. Hasta equivocándose de buena fe, el arbitraje estará bajo la lupa porque el manejo del fútbol no es creíble.
Comentarios