El «Puente de Luz» que ilumina el camino de Miguel en la Patagonia Run

El atleta no vidente que es casi una celebridad en la competencia que se disputa en San Martín de los Andes, es parte primordial del nexo que se creó entre una asociación civil que ayuda a personas con discapacidad y la tradicional prueba de running.

MIguel, en la entrada de Puentes de Luz, una institución que lo ayudó a seguir con su vida. (Foto/Andrés Maripe)

“Queremos hacerle una nota a Miguel, el atleta no vidente que volvió a correr la Patagonia Run…”, fue el pedido para Sole, la siempre predispuesta jefa de prensa del evento que tiene cautivado a San Martín de los Andes en este fin de semana de abril.

La cita quedó pautada. ¿El lugar? “Puentes de luz”. Hasta ahí sólo sabíamos que era la sede de uno de los tantos PAS (puestos de asistencia) de la competencia para las pruebas de 100 millas y 110 kilómetros. Y allá fuimos, sin saber muy bien con qué nos íbamos a encontrar, más allá de la posibilidad de charlar con Miguel y conocer su historia de vida.

Lo único que teníamos era una foto de Miguel corriendo la prueba. El primer impulso fue saber cómo una persona de su condición se atreve a desafiar la nieve, la altura y las dificultades del bosque, sólo con la ayuda de un bastón y de la palma de su mano sobre el hombro del guía que lo acompañaba en la aventura.

(Foto/Fotos de Aventura)

Con el cordón del Chapelco de fondo, entramos a una pintoresca casa que encierra los encantos de un lugar donde todo es amor, comprensión y solidaridad. “Puentes de Luz” es una asociación civil sin fines de lucro, creada en el 2006 por un grupo de personas con discapacidad, familiares y vecinos de San Martín de los Andes. Hasta ahí los datos particulares. Puertas para adentro, el descubrimiento (al menos para nosotros), de un lugar que merece ser conocido por todos.

Marita, Miguel y Luis. Los anfitriones nos dieron la bienvenida en Puentes de Luz.

Ahí comenzamos a entender cómo es que Miguel Manríquez puede correr una prueba de esta naturaleza. En la contención, la ayuda y el apoyo de Puentes de Luz está la guía necesaria de este atleta tan particular.
La institución comenzó como una asociación de padres de personas con discapacidad, tratando de mejorar su calidad de vida. Una causa por demás justificada, que con el tiempo fue creciendo hasta lograr hoy, después de 18 años, una estructura sólida siempre con la solidaridad como bandera.

“Hoy la Asociación tiene cuatro programas: un centro de día, donde se da atención terapéutica, pedagógica y de rehabilitación a los chicos; un emprendimiento productivo de mermeladas de frutas finas y aromáticas que producimos acá en nuestro predio y que se llama Sabor Natural; y por otro lado tenemos un Club de Amigos los días sábado con voluntarios; también con un proyecto llamado Casa Tuya”, nos cuenta Luis Rodríguez, director ejecutivo de Puentes de Luz, quien nos recibe junto a Miguel y Marita Gatti, la supervisora de educación especial, que vivía en Neuquén hasta que se jubiló y se vino a San Martín a ayuda a Luis en esta cruzada.


El vínculo entre Patagonia Run y Puentes de Luz comienza hace 12 años con Miguel, cuando en el 2013 corre la prueba de los 10 kilómetros. Claro que cómo le sucede a muchos, este hombre que hoy tiene 52 años, no puedo escapar al vicio del Patagonia Run y fue subiendo en las distancias para correr en el 2019 los 110 kilómetros. “Para esta edición volvió a la “normalidad” y corrió los 21…”, nos avisa Luis, mientras Miguel ríe sentado a su lado.

Para mí es algo muy confortable haber llegado a conocer estas dos instituciones que me cambiaron la vida. Han ido de la mano desde mi primer día acá y ha sido muy importante, no sólo para mí sino para muchas personas. Creo que cuando uno llega a esta condición, porque yo antes veía, entiende lo importante que son las instituciones como estas”. Miguel tuvo dos accidentes que le hicieron perder la visión: uno a los 9 años donde perdió el ojo izquierdo; y después a los 44, trabajando, que le afectó el ojo derecho y lo dejó ciego.

“Unos días antes del último accidente, había escuchado por radio que acá se estaba haciendo un trabajo de superación y pensé que lindo sería venir a ayudar sin saber que días después estaría en Puentes de Luz, pero del otro lado. Ahí nomás me sumé a esta institución y acá estamos”.

Miguel cuenta su experiencia en la Patagonia Run. Detrás, la producción de dulces de Puentes de Luz «Sabor Natural». (Foto/Andrés Maripe)

Miguel enseguida se dio cuenta que era el lugar donde quería estar y lo que necesitaba para su nueva condición. Empezó a caminar junto a Luis, que fue quien le dijo si no se animaba a correr los 10 kilómetros. “Yo le decía que estaba reloco, si recién empezaba a caminar, tenía miedo. Imaginate si iba a correr… Pero de a poco comenzamos a entrenar y él dejó su escritorio y me acompañó a competir. No podía creer que estuviera corriendo en la montaña”, nos relata Miguel sobre su primera experiencia de carrera.

Al año siguiente corrió los 21 kilómetros, después los 42, más adelante los 70 y también los 110, confirmando el contagio que tiene esta prueba sobre sus competidores. “Fue increíble porque antes de estar ciego yo nunca corrí y jamás hacer esas distancias estando tantas horas en la montaña. Todo fue por las lindas personas que fui conociendo en el camino y la importancia de las instituciones como Puentes de Luz y Patagonia Run, donde gente que me veía correr a su lado, me preguntaba de qué manera podía ayudar”.

Miguel junto a Leo, su guía, y la bandera de Puentes de Luz.

“Correr en la montaña para mí fue una inyección de vida. Me preguntan si me tropiezo, de cómo hago para seguir, y yo les digo que si lo hicieron Pau (Capell, el español doble ganador de las 100 millas) y Sergio (Pereyra, actual bicampeón de esa distancia), como no lo voy a hacer. Sentir el aire fresco de la cumbre, pisar esa misma nieve que pisaron todos… Tratamos de dejar todo, sin importar la posición en que lleguemos”, dice MIguel, que esta vez corrió junto a Leo, un profesor de educación física que colabora con la institución”.

Antes del último accidente, a Miguel siempre le gustaba contemplar las montañas. Ahora, cuando va corriendo, y su guía le cuenta por dónde va, le parece verlas. “Siempre le voy a agradecer al Patagonia Run por esto, por poder correr. Para la ciudad es muy importante esta carrera, y también para las personas porque le da posibilidades en lo deportivo y también en lo laboral. Patagonia también se presta para que lo comunidad la quiera”.

(Foto/Puentes de Luz)

Miguel es un símbolo de tesón y perseverancia para muchos que viene a correr esta carrera tan sacrificada. “Cuando llego hay muchas personas que me han dicho que estaban al costado del camino, pensando en abandonar, y me dicen que al verme pasar le di fuerzas para seguir. Entreno todo el año esperando siempre a que llegue abril para correr”.

La alianza entre Puentes de Luz y la organización de Patagonia Run se mantiene firme a través del tiempo. Como todos los años, las instalaciones de la institución se transformaron en un PAS, a la vez Puentes tiene un stad en la Expo de Ultra Trail PR en el club Lácar y la presencia de Miguel “siempre es un emblema por lo que inspira y nos ayuda a conseguir aportes porque nuestro problema es de sustentabilidad”, aporta Luis.


Puentes de Luz tiene unas 95 familias que reciben ayuda a través de los distintos programas. En Centro de Día la institución tiene unos 60 jóvenes con distintas problemáticas que realizan actividades que ayudar a reforzar su psicomotricidad, espacios de recreación con actividad física, teatro, elaboración de dulces y hasta una mini cancha de golf donde los chicos disfrutan de una de las tantas actividades al aire libre.


“Es un proyecto muy lindo para los jóvenes con discapacidad y lo que se viene con Casa Tuya, que es un proyecto habitacional para la vida independiente de estos chicos, tener la posibilidad de conseguir un trabajo y acompañarlos en ese proceso es algo muy lindo”, nos aporta Marita, que está al frente del Centro de Día donde trabajan 15 personas. “Tenemos un programa de pasantías donde le damos un remuneración por las tareas que hay en la institución, pero la idea es poder acompañarlos a la búsqueda de que tengan un trabajo formal”.

(Foto/Andrés Maripe)

Miguel se toma del hombro de Luis y junto a Marita nos invitan a dar una recorrida por el predio de una hectárea y media que tiene la institución. Huerta, invernadero, plantación de frutas finas con la cual hacen los dulces, plantas aromáticas, frutales, colmenas para la elaboración de miel, una granja con ovejas, gallinas y hasta una pequeña laguna con patos. “Los chicos de las escuelas siempre nos vienen a visitar”, nos dice Luis.


Miguel extiende su mano que busca ser estrechada y partimos de Puentes de Luz con la certeza de que nos vamos con algo más que un simple testimonio de un competidor no vidente que corre entre las montañas.


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