Alberto López, el hombre que inventó la Regata del río Negro
Hace casi 60 años junto a otros dos amigos, trazaron la prueba por el río y cuenta cómo lo hicieron.
Un hombre de figura espigada camina entre la gente en el balneario de San Javier. La Regata es la que convoca a las costas pero son muy pocos los que saben que todo esto pasa porque hace casi 60 años, tres adelantados a su tiempo pensaron en una competencia que una Neuquén con Viedma a través del río Negro.
– ¿Me puede dar su nombre?
– Alberto López.
– ¿Qué tiene que ver usted con la Regata?
– La inventé.
Esta es la historia de una aventura que está a poco de cumplir medio siglo de vida y quienes la gestaron jamás imaginar que se iba a transformar en el mayor suceso deportivo que tiene la provincia.
La génesis de la Regata está inspirada en la experiencia vivida por Oscar La Palma y Enrique Rietchart, quienes en 1933 unieron Bariloche con Viedma en una precaria canoa de lona.
Treinta años después, más precisamente en el año 1964 el director de Turismo de aquel entonces le ofreció al club Náutico La Ribera organizar una regata de veleros de Viedma a San Antonio ida y vuelta, pero aquella propuesta tenía una dificultad clave.
“En Viedma no teníamos veleros, y menos para hacer una travesía oceánica. Entonces yo hablé con el presidente del club de aquel entonces y le dijimos que era imposible. Había que traer los veleros de Buenos Aires, con sus respectivos integrantes y nos salía un montón de plata”, recuerda Alberto, que justamente ayer, en la llegada de la prueba N°47 que él inventó, cumplió 84 años.
López le propone al titular del club que hable con el director de Turismo y le ofrezca a cambio una regata de canotaje desde Roca a Viedma. “La idea les gustó enseguida, porque además serviría para fomentar el turismo, me dice Tirabasso, así se llamaba aquel ministro. Me dio el visto bueno y ahí nos organizamos junto a dos amigos, Néstor Gómez (ya fallecido) y Oscar Sanguinetti, arquitecto que vive acá en Viedma. Arreglamos un bote, que era doble pala alemán, y que lo convertimos en par simple con asientos fijos que teníamos en el Club Náutico. Un amigo nos llevó hasta donde es hoy el balneario de Neuquén y desde ahí nos largamos”.
Alberto relata con naturalidad lo que hoy a la distancia sería definitivamente impensado: vivir una experiencia de exploración y trazar los lineamientos de una competencia en un río caudaloso, lleno de contratiempos y sin estaciones fijas. “No había nada, salvo el club Apycar de Roca, después no había nada porque los balnearios no existían. Había que llegar a machete y hacha para abrir una playa de llegada”.
La travesía de López, Gómez y Sanguinetti hasta Viedma tardó 8 días y arribaron el 7 de marzo de aquel año 1964 bajo una lluvia torrencial.
“Calculamos para ese entonces 9 etapas y al año siguiente largaron 12 embarcaciones y la ganaron Oscar Focarazzo y Oscar Roza. Me acuerdo que de entrada hubo polémica porque no se ponían de acuerdo cómo largar: si todos juntos como se hace ahora, o contrarreloj. Fuimos a votación y quedaron empatados, así que definí yo. Corrimos contrarreloj…”
“¿Si me imaginaba que la Regata iba a llegar a ser esto? No, para nada. Yo estuve 12 años en la organización y después le dejé el lugar a otros, y así debe ser siempre. Hay que dar espacio a las nuevas ideas, a la renovación, para que esta prueba que queremos tanto siga creciendo. Lo que cambiaría es que la Regata vuelva a largar de Neuquén, independientemente de las preferencias políticas que haya en el medio, además de buscar otros campos de más fácil acceso para la largada de la etapa entre Conesa y San Javier”.
“Salvo el Apycar de Roca, después no había nada porque los balnearios no existían. Había que llegar a machete y hacha a la orilla”
Alberto López y su descripción del río en aquellos años.
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