Del mismo palo

Losada actúa como su jefe, el presidente, quien descalificó por absurdas las denuncias iniciales sobre sobornos.

Como el ex vicepresidente Carlos "Chacho" Alvarez ya sabrá muy bien, luchar en serio contra la corrupción es una tarea sumamente difícil. Por ser cuestión de un mal profundamente arraigado, los deseosos de extirparla tienen que enfrentarse no sólo con los delincuentes impúdicos que no hacen esfuerzo alguno por ocultar sus riquezas recién adquiridas, sino también con miles de políticos y funcionarios presuntamente honestos que parecen haberse convencido de que cualquier remedio sería peor que la enfermedad y que en consecuencia hacen cuanto pueden por impedir la puesta en marcha de un operativo manos limpias local. Quienes piensan de este modo se han pertrechado de un arsenal lleno de argumentos a primera vista razonables destinados a hacer pensar que es irresponsable prestar demasiada atención a las costumbres de una minoría de malhechores. Señalan que es injusto formular acusaciones sin contar con pruebas firmes, que todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario, que siempre es necesario que la Justicia tenga la última palabra y que de todos modos no se debe generalizar porque, al fin y al cabo, no todos los políticos son iguales.

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