Una solidaridad social momentánea e intensa contra los “enemigos de Roca”

El historiador Ernesto Bohoslavsky, coautor de un libro sobre el Rocazo, explica las tramas políticas y sociales que operaron en la insurrección y le dieron un perfil distintivo de otras de su época.


Un momento de tensa calma durante el Rocazo. La policía custodia la plaza central, mientras observan el repartidor de leche y otros vecinos.

Para el historiador Ernesto Bohoslavsky, el Rocazo es habitualmente inscripto dentro de la serie de revueltas y puebladas en los gobiernos de facto de la denominada “Revolución Argentina” (J. C. Onganía, R. Levingston y A. Lanusse). Sin embargo, advierte que la protesta adquiere características propias, donde intervienen la rivalidad de la elites locales con las de la vecina ciudad de Cipolletti, el conflicto político con la intervención del general Roberto Requeijo y la masividad que logra el reclamo, saltando por encima de las clases y otras divisiones sociales, aunque sea por unos días.

Ernesto Bohoslavsky, historiador.

Bohoslavsky es historiador, Magister en Ciencias Sociales y Doctor en América latina contemporánea. Es docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento e investigador del Conicet. Entre sus varios libros se encuentra “Elegantes y rebeldes, el Rocazo de 1972” escrito con la fallecida periodista Susana Yappert.

P: El Rocazo suele inscribirse dentro de una serie de rebeliones en varias ciudades, (Cordobazo, Rosariazo, Cipolletazo, etc) . ¿Cómo fue el proceso roquense de 1972?

R: Se suele ubicar al caso roquense dentro de una sucesión de fenómeno insurreccional de fines de los ‘60 y principios de los 70 que son denominados como los “azos”, una familia de episodios que son puebladas, como las de Córdoba, Malargüe o Cipolletti y tenés otros que son algo más de clase. Lo que es particular del Rocazo es la participación, aparentemente sin conflicto, de sectores sociales que habitualmente no comparten espacios. Es como una especie de “carnaval de la política” ( en el Carnaval se suspenden las jerarquías sociales y se burla de todo) bueno en el Rocazo ves esa confluencia, de obreros y pibes lúmpenes de los barrios movilizados por la Juventud Peronista, con tipos que son altos funcionarios de tribunales, o del Colegio de Abogados, el dueño del diario más importante, unidos en esa circunstancia por una identidad local. En el libro que escribimos con Susana Yappert decimos que si bien se pueden considerar dentro de ese movimiento general, hay particularidades.

P: Ustedes destacaban la masividad del reclamo, siendo un tema puntual, casi administrativo, como es la creación de un juzgado civil en Cipolletti.

R: Si, visto desde hoy es una desmesura completa, plantear semejante movida porque se quiere crear un tribunal provincial en otro pueblo, algo poco relevante salvo para los directos interesados. Está claro que ése fue el detonante pero no la causa de la movilización. La que es más evidente es la rivalidad y el recelo por el crecimiento y avance político de las elites económicas y políticas de Cipolletti y su relación muy cercana con el interventor provincial, el general Roberto Requeijo, y esto lo olfatea claramente la dirigencia roquense, más cercana al radicalismo. Está presente en la protesta por más que no se haga explícito. Otra particularidad es la ambigüedad del peronismo, porque el PJ local está metido en el reclamo, pero a nivel provincial su líder Mario Franco es muy ambiguo: si bien comparte con las elites roquenses el deseo de que Requeijo no levante vuelo, tampoco quiere que los radicales capitalicen al año siguiente (elecciones de 1973) esa movida. Y tenés a las fuerzas de izquierda, más ideologizadas y con su propia agenda, que salen a las calles y en el medio del movimiento descubren que están junto a dirigentes que la mayoría del tiempo enfrentaban e insultaban porque eran, o representantes de la burguesía local o del aparato de Estado. Hay una simultaneidad de intereses que confluyen pero no se pueden sostener en el tiempo.

Simultáneo a la protesta había negociaciones subterráneas, los actores no deponen la actitud porque al mismo tiempo que protestan para mostrar fuerza, están negociando».

Ernesto Bohoslavsky, historiador

P: Sin embargo, llama la atención la duración del movimiento, más de dos semanas…

R: Efectivamente duró mucho y esa duración habla de que simultáneo a la protesta había negociaciones subterráneas, los actores no deponen la actitud porque al mismo tiempo que protestan para mostrar fuerza, están negociando. Hay personas en el gobierno de Requeijo y en las fuerzas federales que conocen a la gente que lidera el Rocazo (porque fueron juntos al Liceo Militar o por otras razones de sociabilidad) que pueden imaginar reuniones para negociar a solas, algunos pactos “de caballeros” para dirimir el conflicto. Además si bien hubo represión y desmanes, el Rocazo no tuvo el nivel de violencia de otros movimientos, donde hubo varios muertos y heridos. Hubo sí detenidos y golpeados, pero incluso las fuerzas federales tenían dudas sobre su rol, no entendían porqué tenían que detener a un juez, o al presidente del Colegio de Abogados.

P: Otro de los aspectos que resalta el trabajo es el peso de la rivalidades locales, en este caso entre Roca, Cipolletti y en cierto punto también Viedma…

R: Yo releía ayer partes del libro que escribimos con Susana y me doy cuenta que mi interpretación es muy de cipoleño (risas) así como otras revelan la pluma de una roquense como Susana. Estas peleas internas, chiquitas, altovalletanas son un elemento constitutivo de la política rionegrina, Viedma surge como capital porque el resto no puede poner de acuerdo en cómo reemplazarla. La competencia entre Roca y Cipolletti después irá perdiendo intensidad porque la que terminará ganando la interna será Neuquén, que pasa a ser la ciudad con más peso en el norte de la Patagonia. Cipolletti quedará un poco absorbida por ella mientras Roca mantendrá diferenciales propios, como la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, la sede del diario más importante (Río Negro), el canal de televisión estatal (Canal 10) entre otros.

P: ¿En qué sustentaba esta rivalidad Roca-Cipolletti?

R: Los italianos tienen una palabra para definirlo y es «campanilismo», el deseo de que tu pueblo, por pequeño que sea, tiene el deseo que el campanario de su iglesia sea más grande que el del pueblo vecino. Y colocan una cantidad de recursos desmesurado para satisfacer esa expectativa y esa competencia. Lo que intensifica esa competencia es que son muy parecidos, en su estructura social y económica, y eso hace que se exacerben las diferencias, por pequeñas que sean. Sus elites tienen expectativas de acceso al poder político que son mas o menos parecidas. Uno puede entender porqué se crean esas diferencias, pero no porqué se mantienen. Hoy la estructura económica del Alto Valle es muy distinta, hay una transnacionalización económica importante, hay una concentración de la cadena productiva muy distinta de aquella basada en el minifundismo de los chacareros. Pero, aunque hace 20 años que no vivo allí, se ve que la competencia se mantiene, esa lucha identitaria que se refleja por ejemplo en las actividades deportivas. Y se advierte que cualquier intento por gobernar la provincia debe estar atento a esos equilibrios geopolíticos regionales, no son cuestiones menores.

«El conflicto fue presentado por los dirigentes y fue aceptado por las bases, como un conflicto motorizado por los “enemigos de Roca”

Ernesto Bohoslavsky

P: En el inicio de la protesta confluyen intereses e incluso se arma una “red de protección” a los manifestantes, donde abogados asisten a los detenidos, los médicos atienden a heridos sin notificar a la policía, etc. ¿Se va desgastando eso con los días?

R: Más que responder porqué se desgasta o rompe esa solidaridad es preguntarse porqué se crea en su momento. Lo normal es que haya división de clases y lo raro es que se suspendan esas jerarquías sociales. Lo que ayudó a fomentar esa solidaridad, momentánea pero intensa, es que el conflicto fue presentado por los dirigentes y fue aceptado por las bases, como un conflicto motorizado por los “enemigos de Roca”, había una dimensión antiroquense en la rivalidad con otras ciudades de la provincia. Eso intensifica los lazos de solidaridad entre la gente que protesta en Roca. Y Requeijo fue identificado como el enemigo principal, motorizaba medidas y tejía alianzas con elites de otras ciudades de manera muy efectiva y estaba construyendo un sistema de poder que dejaba a Roca afuera. En la movilización roquense no hay muchas consignas contra la dictadura en general, sino contra el interventor. El problema es más que Requeijo sea un mal gobernador militar, que exista esa intervención. La condena a la dictadura aparece en las fuerzas más de izquierda. Es un tema más personalizado que ideológico. Pero eso no explica todo.

P: ¿Por qué?

R: Hay un historiador francés, François Furet, que dice que las causas que explican una revolución no explican del derrotero que toma después. Se sabe porqué estalla, pero la dinámica posterior es imposible de prever.

P: ¿Esta dinámica posterior que consecuencias deja ?

R: Queda muy herido el proyecto político de Roberto Requeijo, en las elecciones de 1973 le va bien pero no le alcanza para ser gobernador. Simultáneamente me parece que tiene un precio alto para la dirigencia radical roquense, que pierde conexión con otras ciudades de la provincia. Y el que termina cosechando es Mario Franco, que se sentó a esperar para donde iba todo (en 1973 será electo gobernador). A nivel nacional, también sirvió de advertencia a figuras de la dictadura, como el ministro de Interior Mor Roig, porque mostró que personas que normalmente iban a tribunales de saco y corbata con el código penal bajo el brazo, que eran comerciantes o propietarios de chacras, estaba dispuestos a salir a la calle a protestar y hasta tirar una molotov. Había señales de una descomposición política que aconsejaban apurar la transición y entregar el gobierno. También se produce un contagio de metodologías: en mayo de 1973 se amotina la policía bonaerense y toma la sede de la Jefatura bonaerense del mismo modo que los estudiantes tomaban la facultad de Humanidades de la Plata. Se generalizan métodos que dan cuenta de la descomposición de la dominación política que existe en la época.


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