Debate presidencial: Un rito democrático
Los cinco candidatos presidenciales se medirán hoy en el primero de los dos debates presidenciales obligatorios, una instancia que si bien no definiría vuelcos dramáticos en la intención de voto, sirve para que la ciudadanía conozca mejor a los competidores y pueda apreciar las diferencias entre ellos en el marco más horizontal, participativo y masivo de la campaña.
Que los candidatos se expongan a cuestionamientos y contrapuntos sobre sus ideas y sus planes de gobierno, dando al electorado la mayor cantidad posible de información para decidir, es el objetivo de la campaña electoral. Aunque los especialistas señalen que hoy son más “plebiscitos emocionales” guiados por la discusión sesgada en medios y redes que resultado de evaluaciones racionales sobre el liderazgo personal y las plataformas partidarias, el ideal de la democracia liberal.
Aún así, los debates presidenciales han mostrado ser muy positivos tanto para el proceso puntual como para la democracia en general. Aunque la discusión política pública se remonta a la antigua Grecia y Roma, el formato proviene de la tradición estadounidense, donde el intercambio en vivo y televisado entre postulantes en un marco regulado forma parte de la liturgia democrática desde los años 60. Fue adaptado en Latinoamérica, donde a diferencia del bipartidismo estadounidense los debates suelen realizarse entre varios postulantes.
La popularización del sistema también trajo consigo la profesionalización de la preparación de los candidatos para el evento. El clásico recuerdo es la mala preparación del republicano Richard Nixon, que lució pálido, nervioso y cansado frente a un joven, bronceado y carismático John Kennedy, aunque estudios posteriores han relativizado que este debate fuera tan decisivo.
Desde entonces los equipos de comunicación partidarios preparan cuidadosamente a sus candidatos para estas instancias, conscientes que la comunicación no verbal importa casi tanto como los argumentos. Se controlan cuidadosamente el escenario, la iluminación, el orden, los conductores y hasta el formato de las preguntas. Los candidatos se entrenan y suelen usar frases que buscan impacto más que contenido y eluden temas incómodos. Un famoso consejo al postulante es “nunca respondas lo que te preguntan”.
Entonces, si no son tan espontáneos ni capaces de producir vuelcos dramáticos en el voto ¿Porqué importan los debates? En primer lugar, porque escenifican de forma ritual la discusión pacífica y democrática, donde los candidatos deben exponerse a preguntas y réplicas de sus competidores sobre sus propuestas. Uno de los problemas es que quien lidera las encuestas suele no querer arriesgarse en esta instancia, donde tiene poco que ganar y mucho que perder. Por esta razón la ley argentina obliga a todos los candidatos a participar de al menos dos, bajo pena de perder el espacio gratuito de publicidad y tener una “silla vacía” visible en el escenario. Por otro lado, al ser el evento individual de campaña con mayor audiencia (los últimos tuvieron más ráting que un Boca-River) permite a candidatos de fuerzas minoritarias darse a conocer en igualdad de condiciones con los favoritos, nivelando un poco la “cancha inclinada” de quienes tienen más recursos y poder. En tercer lugar, hoy los debates son eventos mediáticos híbridos: antes, durante y después habrá intervenciones en redes sociales con comentarios, recortes, memes y réplicas de lo que suceda en el estudio. Los medios harán análisis y evaluaciones sobre ganadores, perdedores y novedades. Eso incrementa la conversación pública, en el mundo digital y el real, sobre los candidatos y sus propuestas. También puede inclinar a algunos indecisos y estimular la participación de quienes ya están decididos.
En una semana en donde se dieron a conocer dramáticos índices de pobreza, sería deseable que este intercambio permita a los candidatos explicar, con cierta naturalidad y un nivel profundidad que supere el eslogan y la chicana, sus propuestas, y fijar posiciones explícitas sobre políticas concretas en diversas áreas para revertir la compleja crisis que vive nuestro país.
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