Un Congreso que limita a Lula y daría vía libre a Bolsonaro

Ramon Sahmkow /AFP


El “Centrao”, un puñado de partidos conservadores pero pragmáticos, domina desde hace décadas la política brasileña y todos los presidentes han tenido que tejer alianzas para gobernar.


El nuevo Congreso brasileño, inclinado aún más hacia la derecha, podría hacerle la vida difícil a un eventual tercer gobierno del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, o dar más tranquilidad a Jair Bolsonaro, si gana la reelección.

El líder ultraderechista, de 67 años, superó las expectativas al quedar en un ajustado segundo lugar en la primera vuelta del 2 de octubre detrás de Lula, de 76. Ambos disputarán el balotaje el día 30.

Bolsonaro tiene además otras razones para celebrar tras las legislativas celebradas en paralelo: su Partido Liberal (PL) será la principal fuerza en ambas cámaras del Congreso cuando se instale la nueva legislatura en febrero.

El PL tendrá la mayor bancada en la Cámara de Diputados desde 1998, con 99 de los 513 escaños (23 más que en la actualidad). Con el PP y Republicanos, partidos que apoyan a Bolsonaro, sumarían casi 190 diputados.

En el Senado, de 81 asientos, el PL aumentó seis escaños hasta 13, y en total los partidos de derecha controlarán el 53%.

“Es un Congreso conservador, liberal”, se congratuló el actual presidente de la Cámara Baja, Arthur Lira (PP), que dio su respaldo a Bolsonaro para la segunda vuelta.

Un Congreso “hostil” a Lula


¿Cómo actuará el Legislativo si se cumplen los sondeos y Lula gana?

“El Congreso será bastante hostil debido al crecimiento de la derecha, especialmente la extrema derecha, más radical”, explica a la AFP Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas (FGV).

Para el experto, detractores como el diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente, o el senador electo Sergio Moro, que como juez condenó a Lula en la causa del Lava Jato, “intentarán complicar la vida” al izquierdista desde la toma de posesión el 1 de enero.

Los pedidos de destitución política podrían surgir “desde el primer momento”, asegura Stuenkel.

Conseguir aliados para aprobar su agenda de reformas, como el aumento de impuestos a los más ricos y una nueva legislación laboral más favorable a los trabajadores, será “más difícil”, coincide Sergio Praça, cientista político de la FGV.

Pero al mismo tiempo, analistas creen que el expresidente (2003-2010) podría, como hizo en sus dos gobiernos anteriores, construir una coalición de izquierda (unos 120 diputados) con el centro, clave para gobernar Brasil.

El “Centrao”, que agrupa a un puñado de partidos conservadores pero pragmáticos, domina desde hace décadas la política brasileña y todos los presidentes han tenido que tejer alianzas para gobernar.

“Su ideología es mucho más maleable”, afirma Stuenkel.

Según algunas cuentas, el “Centrao” suma ahora más de 240 congresistas, muchos de los cuales podrían inclinar la balanza hacia Lula.

Pero eso tendría su precio: esos partidos suelen dar sus apoyos a cambio de cargos en el gobierno o fondos para sus feudos electorales.

Y no son garantía de nada, como sucedió con la expresidenta de izquierda Dilma Rousseff (2011-2016), abandonada por buena parte del “Centrao” durante su proceso de destitución.

Para Carolina Botelho, investigadora en comunicación política y opinión pública de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro, con un gobierno de Lula la mayoría de los grupos de derecha tenderán a buscar el diálogo.

“Los estridentes y radicales (…) no tienen un partido de masas organizado para presionar al ejecutivo”, dice Botelho.

Bolsonaro, segunda parte


Si Bolsonaro es reelecto, expertos anticipan que tendrá más facilidades para gobernar.

“El Congreso está pacificado, con esa gran mayoría nuestra que permite aprobar con mucha agilidad las propuestas” de ley, aseguró el jefe de Estado.

Bolsonaro también celebró un parlamento “más enfocado en la defensa de la familia” que “no quiere discutir el aborto o la ideología de género”, en referencia a la diversidad sexual y de género.

El ultraderechista podrá además nombrar dos jueces en la corte suprema en 2023, proceso que pasará por un Senado ahora más favorable al mandatario.

La Cámara Alta también puede destituir magistrados del máximo tribunal, donde reposan varios procesos que comprometen a Bolsonaro.

“El mayor riesgo para la democracia en un segundo gobierno de Bolsonaro sería su capacidad creciente de ejercer presión sobre el sistema judicial”, afirma Stuenkel.

Pero aunque pierda la segunda vuelta, con el nuevo Congreso Bolsonaro “tiene todas las posibilidades de ser protegido” de una eventual medida de la justicia, que ha puesto un ojo en los negocios de su familia, afirma Botelho.


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