¿Qué puede aprender Argentina del desastre climático en Brasil?
Las inundaciones que dejaron 150 muertos, evacuados y millonarias pérdidas ya tienen impacto en el noreste argentino. Se Actualiza la discusión sobre la necesidad de estrategias de prevención y adaptación ante eventos extremos por el cambio climático.
El lento retiro de las aguas en algunas zonas del sur de Brasil evidenció los estragos causados por las catastróficas inundaciones que han causado al menos 149 muertes, 124 desaparecidos y multimillonarias pérdidas en viviendas, infraestructura y en el sistema productivo , según el balance de las autoridades de ese país. Mientras tanto, el escurrimiento de las aguas hacia el sur, principalmente al río Uruguay, ha complicado a dos provincias argentinas y a buena parte del noroeste de Uruguay, donde también hay evacuados y daños a la producción agrícola y ganadera.
Esta cadena de problemas ha mostrado una vez más los efectos negativos de la deforestación y del cambio climático que, con eventos extremos como las lluvias torrenciales en poco espacio de tiempo, colapsan las infraestructuras de los países y reactivan demandas de mayor atención a estos factores ambientales. También sobre la necesaria adaptación que deberán encarar las ciudades, como mejores sistemas de alerta temprana meteorológica y una planificación urbana que mejore aspectos como los sistemas de drenaje y la preservación de espacios verdes de mitigación.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva reconoció en Porto Alegre esta falta de previsión. “Es una catástrofe para cuya magnitud no estábamos preparados”, dijo el mandatario, durante una reunión con su ministro de Finanzas, Fernando Haddad, y el gobernador del estado, Eduardo Leite. Brasil ha recurrido al banco de los BRICS, el grupo de economías emergentes fundado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, para recibir un auxilio de 1.115 millones de dólares para Rio Grande do Sul, anunció Dilma Rousseff, presidenta de la entidad. Los recursos serán destinados a “reconstruir la infraestructura urbana y rural” y “ayudar en la retomada de la vida de los ‘gaúchos’”, señaló la expresidenta brasileña.
Los efectos de las crecidas se sintieron la semana pasada en los países vecinos a Brasil, entre ellos Argentina.
Aunque las lluvias provocaron las mayores inundaciones en la zona más “atlántica” del estado de Río Grande, tuvo impacto en el río Uruguay, que nace en el límite entre ese estado y Santa Catarina. Se trata de uno de los principales cauces en los que vierten los excesos hídricos de la región, comprometiendo las cuencas del río Uruguay, Iguazú y el Paraná.
En consecuencia, hubo anegamientos en las zonas ribereñas de Corrientes y Entre Ríos. Aunque hubo en las últimas horas un descenso en el nivel del agua, la situación en localidades como Alvear, La Cruz, Yapeyú y Paso de los Libres seguía siendo complicada.
En Entre Ríos, la localidad más afectada es Concordia, donde 167 familias que debieron ser evacuadas. El Área de Hidrología de la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande, que ha actuado como mitigadora de la crecida, estipuló que la altura del Uruguay en el puerto local de Concordia podría quedar cerca de los 14 metros. Otra localidad entrerriana que está teniendo problemas con el mayor caudal del río Uruguay es Gualeguaychú, donde 35 personas resultaron evacuadas o autoevacuadas.
Las crecidas también impactaron en la producción ganadera de Corrientes y Entre Ríos, en especial pequeños y medianos productores que tienen establecimientos cercanos a las zonas ribereñas.
Ante la situación, especialistas del INTA ya activaron recomendaciones para reducir el impacto en el rodeo y minimizar las pérdidas, como clasificar la hacienda, para luego elegir la mejor estrategia de manejo según las situaciones que se vayan presentando, como el traslado de parturientas y terneros y la provisión de forraje en algunas zonas.
Riesgos del cambio climático
Estas situaciones reactivaron el debate de cómo impactará en una región de Sudamérica, cuyos ambientes e hidrología están muy vinculados, el repentino cambio de los patrones meteorológicos provocado por el cambio climático. Se prevé un aumento del riesgo de inundaciones catastróficas , que amenazan tanto la seguridad de las poblaciones como la infraestructura básica, la producción de alimentos y la flora y fauna.
Los especialistas señalan que estas lluvias torrenciales en lapsos breves de tiempo son cada vez más frecuentes, debido a la mayor disposición de vapor de agua en atmósfera, a consecuencia del calentamiento global acelerado y sostenido.
El periodista especializado Alejandro Sepúlveda explicó hace poco en el sitio Meteored que “ el aire cálido tiene la capacidad de transportar una mayor cantidad de vapor de agua” , entonces, los calores récord traen también precipitaciones extraordinarias e “ inundaciones repentinas que ocurren dentro de unos minutos o sólo horas después de una lluvia torrencial. También se producen por la falla o la liberación de compuertas de embalses y por la crecida fulminante en el caudal de ríos o esteros” como ocurrió ahora en Brasil.
Un estudio de científicos de Climate Central de los Estados Unidos publicado recientemente por el portal Infobae señaló que el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) , que incluye a la Capital y unos 40 municipios del Conurbano, se encuentra dentro de un ranking de 20 grandes centros urbanos del mundo con mayor riesgo de sufrir inundaciones catastróficas si hubiera un calentamiento de 3° en la temperatura de la Tierra en el futuro. Aunque los modelos se habían pensado para un futuro lejano, los tiempos parecen haberse acelerado, como muestra lo que está pasando en Brasil y Uruguay.
Consultada por Infobae, Matilde Rusticucci, doctora en ciencias de la Atmósfera, investigadora del Conicet coautora de informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), comentó que “las proyecciones han advertido que podría haber un aumento de las precipitaciones en la región del Noreste y la zona del AMBA”. En el futuro, “las zonas más bajas del AMBA pueden ser más propensas a inundaciones por el riesgo de sudestadas y el aumento del nivel del Río de la Plata. Si se le suman tormentas intensas, se debería pensar más en la preparación de las ciudades ante el riesgo de inundaciones repentinas a largo plazo”, subrayó Rusticucci.
Alertas tempranas
La situación puso de relieve la importancia de activar acciones preventivas y de adaptación, tanto a nivel nacional como local. Como atender a tiempo las alertas meteorológicas y de que las administraciones nacionales, provinciales y distritales articulen medidas para mitigar a tiempo los efectos de estos eventos que, a veces, pueden derivar en catástrofes. Uno de ellos es la necesidad de sistemas de alerta tempranas de inundaciones de última generación para una previsión más precisa y rápida. Varios países industrializados, como Alemania, se encuentran desarrollando modelos que podrían aplicarse pronto en otros países.
Ciudades mejor preparadas
Por otra parte, gobiernos y expertos parecen coincidir en que la localidades deben prepararse mejor en sus estrategias de planificación urbana.
Carlos Tanides, coordinador del Programa de Ciudades, Vida y Energía de la Fundación Vida Silvestre, señaló hace poco al portal “El Doce TV” , a raíz de eventos extremos en Córdoba y Buenos Aires, que la adaptación de las ciudades puede definirse “como la preparación de la infraestructura y las capacidades físicas, administrativas, educativas, y de comunicación de las ciudades para enfrentar las nuevas condiciones climáticas que están emergiendo”.
Dentro de las medidas hay algunas que implican grandes inversiones, como la modificación de sistema pluviales, que en el marco de las actuales restricciones presupuestarias pueden ser complejas para pequeñas y medianas ciudades. Pero hay acciones que no generan grandes gastos para las jurisdicciones, como respetar los espacios verdes y los códigos de urbanización, dejando de permitir obras que afecten espacios verdes y humedales. Los expertos coinciden en que uno de los principal es problemas hoy es la impermeabilización de los suelos urbanos por el asfaltado y las grandes construcciones , que no permiten absorber el agua y favorecen inundaciones.
Con informes de AP, AFP y NA
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