Psicoanálisis en campos humanitarios: una experiencia transformadora

Un grupo de psicoanalistas que trabajó en asistencia humanitaria tras las recientes inundaciones en Porto Alegre, Brasil, relatan los desafíos de asistir a personas en situaciones de extrema vulnerabilidad.

Diana Zac*, Dionela P Toniolo**, Adriana Ri Bas***


Quienes sufrieron los estragos del clima en Brasil necesitaron del apoyo no sólo material sino también contención psicológica ante situaciones de angustia e incertidumbre.

Trabajar en campos humanitarios requiere implicarse con la comunidad, solidariamente y desarrollar capacidades de cooperación con grupos sociales o personas que se encuentran, temporalmente o en forma sostenida, en situaciones de vulnerabilidad.

Esta tarea transcurre en vínculos y abordarlos demanda conocimiento de la multiculturalidad e y la interdisciplina que nos abren el camino de la inclusión. Acercarnos solo desde nuestras propias prácticas culturales puede que se genere hostilidad por sentirse incomprendidos, en personas que ya están sometidas a sufrimientos y ausencias.

Es una tarea que requiere de paciencia y cordialidad, sobre todo en contextos de desaliento o miedo que suelen promover conductas defensivas.

Es un desafío hospedar al otro, aunque no lo comprendamos. Ponernos cóncavos y alojar su fragilidad sin tornarnos convexos, rebotando sus emociones o necesidades.
Puede aparecer hostilidad como respuesta si se rompen las prácticas de una extensión del amor interhumano como lo es la ternura, que permite moderar en parte la crueldad de la vida.

Otro enorme desafío es tratar de que estos proyectos se puedan sostener en el tiempo hasta poder lograr transformaciones. Es vital darles perdurabilidad con una mirada que gestione la autonomía de las personas y comunidades para que los proyectos se independicen gradualmente de quienes los ponen en marcha y puedan llegar a motorizar verdaderas transformaciones sociales.

Esto requiere una mirada con futuro, esperanza y, en especial, proteger del desgaste a los cuidadores, en todos los ámbitos en que éstos trabajen. Es común que las personas que trabajan en estos proyectos desplieguen a su vez defensas para poder seguir en contacto con el sufrimiento sin sucumbir.
Solos no se puede. Toda la comunidad puede ayudar.

Los psicoanalistas que trabajamos en estas tareas hemos ideado aportes desde nuestros saberes en conjunto con otros, tratando de construir los proyectos en interdisciplina para el desarrollo de una escucha activa y polifónica, protectora de la salud vincular. A modo de ejemplo un relato de una de las experiencias puestas en marcha por psicoanalistas:

Inundación en Porto Alegre dejó miles de damnificados


Desde que comenzaron las inundaciones y las aguas invadieron nuestra ciudad – Porto Alegre – nos sentimos muy sensibilizados y afectados por la tragedia que devastó casi todo el estado de Rio Grande do Sul – en Brasil.

Nuestra reacción inmediata fue ayudar, y empezamos a trabajar como voluntarios en refugios, todavía a principios de mayo.

A través de colegas de SPPA, fuimos invitados a participar en el Refugio Ana Frank, abierto recientemente y que recibía solo a mujeres y sus hijos, bebés, niños y preadolescentes.

Experimentamos muchos sentimientos en común, expectativas, curiosidad, ansiedad ante el reto de una nueva situación y, sobre todo, el deseo de aportar nuestro trabajo como psicoanalistas.
Nos atrajo la posibilidad de ayudar a mujeres y niños en una situación de vulnerabilidad y que sin duda necesitarían cuidados teniendo en cuenta las experiencias traumáticas a las que se enfrentaban.

Teníamos la idea de montar un grupo de contención y reflexión que se llevaría a cabo todos los viernes.
En este grupo, nos llegó una segunda inundación: fuimos inundados por una realidad que nos es invisible la mayor parte del tiempo, la extrema indefensión psíquica y social de una población que está necesitada en muchos sentidos.

Fuimos invadidos, invadidos por una cruel realidad externa, con una continuidad transgeneracional de maltrato, violencia, desamparo y un pensamiento concreto de personas que nunca tuvieron la oportunidad de un espacio contenedor y creativo.

Vidas precarias antes de la inundación


A menudo escuchábamos: “Mi madre me trató mucho peor que eso”. “He trabajado desde que tenía 5 años y estoy aquí bien”.
Los grupos estaban permeados por estos temas que eran dolorosos para nosotros los psicoanalistas, narrados por algunos cobijados con una falta de emoción que nos impactaba.

A veces, los pacientes necesitaban “destruirnos”, despreciar nuestro trabajo, para que pudiéramos sobrevivir y soportar escucharlos hablar de una realidad de objetos con lazos frágiles, que no sobrevivieron para sostenerlos, como describe Winnicott en su texto “El uso del objeto” (1971).

Todo esto se vio agravado por la pérdida de todo lo que tenían, con perspectivas muy vagas de un nuevo comienzo de una vida ya muy precaria, que se reflejaba en nosotros en sensaciones de desánimo mezclado con desesperación y ganas de ayudar.

Sentimientos contradictorios, pero que no nos impidieron avanzar hasta el final del grupo. La experiencia fue una verdadera inmersión en un contexto muy diferente a los que habíamos vivido antes como profesionales de la salud.

En el albergue, teníamos una intensa convivencia con estas personas: “¿Qué hacer con una familia que no tenía los mínimos hábitos de higiene junto a un bebé recién nacido?” Era uno de los innumerables problemas con los que nunca nos habíamos encontrado.

Nadie, ya sea colaborador o protegido, salió de este proyecto de la misma manera que entró.
En cuanto a las mujeres refugiadas, pudieron tener un espacio de escucha, cuidado y modelos identificatorios que quizás nunca antes habían tenido y, en cuanto a nosotras, nos enfrentamos a una realidad de la ciudad que creíamos muy lejana y, la mayoría de las veces, invisible.
Nuestra esperanza es que hayamos conseguido romper una barrera para sentirnos implicados, de hecho, en esta grave situación emocional y social.

Es esta una experiencia que resultó transformadora para todos los actores involucrados y ése es el mejor devenir deseable para un proyecto de ayuda en campos humanitarios.

* Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA)

** Sociedad Psicoanalítica de Porto Alegre (SPPA)
*** Sociedad Psicoanalítica de Porto Alegre (SPPA)


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