Provincias y Nación: Quién gana y quién pierde al separarse las elecciones

Rodolfo Lasse Paniceres *

* Licenciado en Ciencias Políticas. Especialista en Comunicación y Marketing Político.

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Los oficialismos tienen la ventaja de definir la fecha de acuerdo a sus conveniencias estratégicas y anticipar el proselitismo informal sabiendo la fecha y posicionando a un candidato.


Alberto Weretilneck traslada su imagen positiva a los intendentes.

La idea de ir en una elección en simultáneo de un oficialismo local o provincial con un comicio de mayor nivel responde a tres argumentos: 1) disposiciones legales que están en su carta orgánica o constitución provincial, 2) aumentar las chances de victoria electoral a partir ser traccionados por un partido o figura nacional y 3) traccionar desde el territorio local o provincial a una figura que participe en una contienda de mayor nivel.

Vamos a tomar como punto de partida la reforma constitucional de 1994, donde a partir de 1995 el mandato presidencial comenzaría a durar 4 años coincidiendo con la duración de los gobiernos provinciales. En este caso, tenemos a la elección del 1995, con la mayor cantidad de provincias yendo en simultáneo con un total de 14. Las de menor acompañamiento fueron las elecciones del 2003 con dos provincias y las 2019 con dos provincias y la Capital Federal. En este año dos provincias elegirán a sus gobernadores con la nacional. Restan definir de manera oficial la fecha Santa Cruz, Chubut, Formosa y la Capital Federal.

En la región de cara a las elecciones del 16 de abril vemos, por un lado, en el caso rionegrino los intendentes del mismo color político que el oficialismo provincial eligieron ir en simultáneo para aprovechar el efecto arrastre de la figura de Alberto Weretilneck que tiene en torno al 65% de imagen positiva.

De manera que el sólo hecho de ir con la “W” en la boleta ya le da un piso electoral de partida alto.

En el caso de la ciudad de General Roca, para evitar ese efecto negativo, la intendenta eligió adelantar la fecha y además aprovechar sus buenos niveles de imagen a escala local, muy similares a los del senador nacional a escala provincial.

El jefe comunal de campaña en los barrios del oeste de Neuquén.

En Neuquén, la situación responde al tercer supuesto, donde la necesidad de posicionar una figura nueva, como la de Marcos Koopmann, que no tiene un conocimiento pleno por parte de los ciudadanos, poniendo en valor a los intendentes oficialistas con niveles de conocimiento pleno por parte de los electores, como por ejemplo la figura de Mariano Gaido, el intendente de la ciudad de Neuquén, con una aprobación superior al 50%.

En ambos supuestos está presente la ventaja de los oficialismos de determinar la fecha de las elecciones de acuerdo a conveniencias estratégicas, que además les permite anticipar los tiempos de proselitismo informal sabiendo la fecha y manejando la capacidad de instalar un candidato.

Para finalizar podemos decir que Río Negro y Neuquén siempre han buscado separarse de las nacionales con la excepción de 1995, donde la UCR que gobernaba la provincia fue en simultáneo con las nacionales para acompañar al exgobernador rionegrino, Horacio Massacesi, en su candidatura presidencial. Inclusive estas iniciativas de generar un subsistema político ajeno a la representación de la UCR nacional le valieron el mote académico de la “Unión Cívica Rionegrina”.


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