Palestina e Israel, miembros plenos de la ONU como precondición para la paz
Tres politólogos (una palestina, un israelí y un argentino) proponen un proceso de negociación posible para Israel y Palestina en esta coyuntura crítica del conflicto en Medio Oriente en el que América Latina tiene un rol clave que desempeñar.
Este documento propone que América Latina actúe como facilitador en el proceso de paz entre Israel y Palestina. La idea central es que Ecuador y Guyana, como miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, presenten una moción para recomendar la inclusión de Palestina como miembro pleno de la ONU. Los autores argumentan que este reconocimiento, junto con garantías de seguridad para Israel, elecciones democráticas en ambos estados y un cese al fuego inmediato, podría crear las condiciones para una paz duradera. Señalan la oportunidad única presentada por la transición de poder en Estados Unidos y enfatizan la legitimidad de América Latina como mediador neutral en el conflicto. La propuesta busca catalizar un proceso de paz integral basado en los principios del derecho internacional y los derechos humanos.
La situación actual en Medio Oriente
La desesperante continuación de la guerra en Medio Oriente, acaso el capítulo más sangriento de la historia de este conflicto, parece no tener fin. América Latina, por sus características geopolíticas, ha jugado a lo largo de su historia, un rol positivo y relevante en los esfuerzos de construcción de una paz justa y duradera entre Israel y Palestina. También ha sufrido los efectos destructivos y polarizantes. ¿ Qué contribución puede realizar la región al conflicto, dada su particular inserción en la comunidad internacional?
Ecuador y Guyana, Estados parte del GRULAC [Grupo de Países de Latinoamérica y Caribe] son actualmente miembros en el Consejo de Seguridad de la ONU. Estos Estados, con base en su posicionamiento internacional sobre el conflicto, podrían presentar una moción, recomendando a la Asamblea General de la ONU la inclusión de Palestina como miembro pleno. En el contexto de transición entre las elecciones presidenciales y la asunción de un nuevo gobierno de Donald Trump, cuyo compromiso electoral en materia de política exterior fue el de actuar como pacificador de las nuevas guerras globalizadas que crecen amenazantes para la comunidad internacional.
La aprobación de tal resolución podría catalizar un proceso de paz más amplio, involucrando a actores globales y regionales en la mediación del conflicto. La comunidad internacional, al reconocer a Palestina como un Estado, podría sentirse más comprometida a intervenir y apoyar iniciativas que promuevan un cese al fuego inmediato, el intercambio de prisioneros y una ayuda humanitaria masiva en Gaza. Sin embargo, el veto tradicional de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad sigue siendo un obstáculo importante. Si Estados Unidos decide abstenerse o cambiar su postura, esto podría abrir una ventana de oportunidad para que la resolución avance y se establezcan condiciones propicias para un diálogo efectivo entre las partes involucradas.
Dada la coyuntura internacional, impulsar el reconocimiento pleno del Estado Palestino en el Consejo de Seguridad y en la Asamblea de las Naciones Unidas permite a América Latina asumir un rol equivalente al que jugó en el año 1948/1949 para el reconocimiento del Estado de Israel en pos de una “actualización del plan de partición” del que iniciando con un grupo impulsor de potencias de la comunidad internacional, podrían sumar a delegaciones israelíes y palestinas con partícipes complementarios, amigos del proceso y otros roles de paz.
Un evento como este podría catalizar un proceso de paz integral, dado el rol moderador de América Latina en el sistema internacional. La iniciativa representa una oportunidad para que América Latina lidere forma facilitadora un esfuerzo diplomático crucial, basado en principios de derecho internacional y derechos humanos, en un momento crítico para la paz mundial.
El escalamiento del conflicto entre Israel y Palestina y los pasos para desescalar
Estamos asistiendo al capítulo más sangriento de la historia de este conflicto desde que tenemos memoria. A la hora de establecer la magnitud e intensidad de este último capítulo de una confrontación que parece eterna, nos encontramos con el problema del conteo de daños. Todos sabemos que lo primero que muere en una guerra es la verdad y luego la forma de llegar a ella. No ha habido voceros de ninguno de los dos bandos en guerra que hayan corroborado cuántas personas del enemigo han matado o herido, ya sea en referencia a combatientes, civiles, no combatientes e incluso mujeres y niños. También tanto Hamas como el IDF (Ejército de Defensa Israelí) se han negado a cumplir con el compromiso existente con la Cruz Roja Internacional: proporcionar el número e identidad de presos o rehenes en su poder (combatientes, fuerzas militares o civiles). Los números de muertos y heridos, la magnitud del daño es incuestionable.
La guerra se ha extendido en intensidad, tiempo y espacio, prolongándose más de 1 año y mucho más allá de Gaza. La escalada de hostilidades de Hamas e Israel fue apuntalada por Hezbollah [ un partido político y grupo paramilitar islamista chiita libanés) en la frontera norte junto a ataques con misiles cruzados entre Israel e Irán y más esporádicamente de sus organizaciones aliadas de Yemen, Iraq y Siria, en su conjunto. Esta dinámica de escalamiento ha renovado los temores de una guerra regional con implicaciones globales. Dada la letalidad y la peligrosidad del conflicto, es imperativo comenzar a desescalar, paulatinamente, en todos sus frentes. En el Norte urge recuperar el espíritu del acuerdo original establecido en la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, que establece el río Litani como límite y exige el despliegue de las Fuerzas Armadas Libanesas junto con la UNIFIL en el sur del Líbano. En Gaza, la prioridad inmediata es lograr un cese al fuego y abordar, en conjunto con la cooperación internacional, la crisis humanitaria rampante que se cobra hoy más vidas que el fuego militar. Es crucial que se produzca la liberación de los rehenes israelíes y un intercambio de prisioneros palestinos. Estos pasos son fundamentales para construir un mínimo nivel de confianza y sentar las bases para negociaciones más amplias.
Propuesta de “inducción latina” de la acción diplomática colaborativa
Para salir de la actual crisis en Medio Oriente, se propone un enfoque innovador que involucre a la diplomacia latinoamericana como un tercer poder no hegemónico. Ecuador y Guyana, miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, podrían presentar una moción para recomendar la admisión de Palestina como miembro pleno de la ONU. Noruega, España, e Irlanda pueden resonar favorablemente con esta propuesta. Esta acción aprovecharía la transición de poder en Estados Unidos, aspirando a que este país se abstenga de vetar la resolución, lo que generaría condiciones favorables para un proceso de paz que involucre a potencias mundiales y fuerzas del sur global. La admisión de Palestina como miembro pleno de la ONU podría crear condiciones propicias para un proceso de paz auspiciado por la comunidad internacional. Este proceso incluiría un cese al fuego inmediato, intercambio de prisioneros, liberación de rehenes y ayuda humanitaria en Gaza y el sur del Líbano. Ecuador y Guyana, basándose en la experiencia latinoamericana de independencia y democratización, podrían argumentar cómo el reconocimiento formal del Estado Palestino, junto con un proceso político democrático en ambos Estados y garantías de seguridad para Israel, crearía mejores condiciones para la paz en Medio Oriente.
Soluciones democráticas a los problemas de la guerra
Existe una regla o ley de la ciencia política que se cumple casi siempre. Las democracias no hacen la guerra entre sí. La evidencia histórica sugiere que las democracias ya establecidas tienden a resolver sus conflictos sin recurrir a la guerra. La participación política de los pueblos en el proceso de autodeterminación es una decisión sabia. Por lo tanto, es crucial que se celebren elecciones libres y justas tanto en Israel como en Palestina, en el mejor de los casos, de forma simultánea. La celebración de elecciones no solo fortalecería la legitimidad de los gobiernos, sino que también proporcionaría un mecanismo pacífico para la resolución de disputas y la expresión de las aspiraciones populares.
El proceso de construcción del Estado palestino y la celebración de elecciones en ambos territorios serían pasos cruciales hacia una paz duradera y reparadora. En aras del bien común en un mundo convulsionado, América Latina podría participar más activamente en liderar este esfuerzo, basándose en principios de derecho internacional y derechos humanos, apoyando así a todos los pueblos de la región en su búsqueda por una coexistencia regenerativa y duradera entre palestinos e israelíes.
* Magíster en Estudios Internacionales por la Universidad de Birzeit. Estudios sobre la paz en la Universidad de Haifa. En la actualidad, es la Representante para Palestina del Centro de Consultoría para la Paz en Washington D.C., cuyo objetivo es promover una resolución justa y duradera del conflicto palestino-israelí.
** Investigador Asociado en el Programa de Maestría en Paz y Conflictos de la Universidad de Haifa y en Estudios sobre Israel de la Universidad de Maryland. Investigador Senior Asociado y ex director del Centro de Desarrollo Internacional y Gestión de Conflictos de la Universidad de Maryland
*** Politólogo de la Universidad de Buenos Aires. Mediador de conflictos complejos. Asesor en Prevención de Conflictos de distintas agencias fondos y programas de la ONU y otras organizaciones internacionales. Co Fundador de la Red Latinoamericana de Facilitadores Públicos y Comunitarios
Este documento propone que América Latina actúe como facilitador en el proceso de paz entre Israel y Palestina. La idea central es que Ecuador y Guyana, como miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, presenten una moción para recomendar la inclusión de Palestina como miembro pleno de la ONU. Los autores argumentan que este reconocimiento, junto con garantías de seguridad para Israel, elecciones democráticas en ambos estados y un cese al fuego inmediato, podría crear las condiciones para una paz duradera. Señalan la oportunidad única presentada por la transición de poder en Estados Unidos y enfatizan la legitimidad de América Latina como mediador neutral en el conflicto. La propuesta busca catalizar un proceso de paz integral basado en los principios del derecho internacional y los derechos humanos.
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite por $2600 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios