Opinión Debates

La pesca ilegal vacía el Atlántico Sur argentino

Enormes flotas multinacionales capturan ante nuestras costas una cantidad superior a la producción pesquera nacional, sin límites ni control, depredando el recurso y poniendo en riesgo el ecosistema marítimo. Critican la escasa acción del Estado nacional.

«Si usted viaja a Madrid y pide unas exquisitas rabas españolas, es muy probable es que en realidad usted coma un plato hecho con calamares capturados ilegalmente en el Atlántico Sur argentino, probablemente en nuestras Malvinas”, señala el presidente del Centro de Estudios para la Pesca de Latinoamérica (CESPEL), César Lerena, quien acaba de publicar el libro “Pesca ilegal y expoliación de recursos en América Latina y el Caribe”, donde relata el accionar de las enormes flotas pesqueras de países europeos y asiáticos que operan desde las costas brasileñas en el Atlántico a hasta las costas ecuatorianas en el Pacífico extrayendo recursos en una magnitud que pone en riesgo el medio ambiente y las economías de varios países.

Augusto César Lerena, experto en pesca.

En el caso Argentino, Lerena estima que el volumen que firmas de España, Corea, China y Taiwán, entre otras, pescan anualmente en alta mar, frente a la Zona Económica Exclusiva (ZEE) argentina, a menudo incursionando ilegalmente dentro de las 200 millas marítimas, es superior a las capturas totales anuales realizadas por toda la flota pesquera argentina y le genera al país un perjuicio estimado en unos 4.000 millones de dólares anuales, “sin tomar en cuenta que esas capturas compiten en el mercado internacional con la producción argentina, con la desventaja para nuestro país que esos buques de empresas extranjeras no pagan derechos aduaneros, ni de captura o de importación, y en sus países de origen están subsidiadas” de diversas maneras, explica.

Lo peor es que la falta de controles y de supervisión en que se realiza esta actividad genera un riesgo enorme de sobreexplotación de los recursos, que pone en riesgo a toda la actividad pesquera nacional y el equilibrio del ecosistema en todo el Atlántico Sur. En este esquema tienen responsabilidad tanto los países que respaldan y no fiscalizan a sus flotas que operan en alta mar como los estados ribereños como Argentina, que por carecer de recursos económicos, operativos y deficiencias en su accionar diplomático no pueden garantizar la protección de su mar.

Luces en el océano


En los últimos días, volvió a circular por las redes sociales una imagen impactante: una vista tomada por la Estación Espacial Internacional (ISS) en su recorrido por el Océano Atlántico Sur, al este de Argentina. Allí se ven cientos de luces; cada una de ellas es un buque extranjero con sus poteras desplegadas capturando calamares con sus potentes focos.

La imagen fue compartida en Twitter por el biólogo argentino Milko Schvartzman.

En un extenso hilo de Twitter, explicó que “hace 20 años que investigo a esta flota” y relató que los barcos que operan allí son de cuatro nacionalidades principales: China, España, Corea del Sur y Taiwán.

“Todos están subsidiados por sus Estados bandera, no respetan ninguna regulación ni norma ambiental, laboral, ni de seguridad a la navegación”, relató. “Esta flota utiliza mano de obra esclava, donde los tripulantes viven en condiciones infrahumanas, son golpeados, abusados y a menudo mueren a bordo”, explica. Algunos cuerpos han sido descargados en Montevideo, “el único puerto de Sudamérica que les brinda apoyo logístico”. Un informe de 2018 de la Prefectura Naval de Uruguay halló que en menos de 5 años desembarcaron en Uruguay 53 tripulantes fallecidos, el 60% de ellos de la flota china.

Además de los barcos poteros, Schvartzman sostiene que hay otro centenar de barcos que no aparecen en la foto, ya que son “arrastreros” (utilizan redes de arrastre) y “palangreros” (utilizan redes kilométricas de anzuelos) que además del calamar, principal alimento de la merluza, tiburones, aves y mamíferos marinos, “también capturan especies amenazadas y arrojan miles de toneladas de residuos al mar”, relató. “Cada año esta flota crece y pesca más, de continuar así el colapso (ecológico) será inevitable”, finalizó.

Aunque la mayoría de estas verdadera “ciudades flotantes” operan más allá del límite de las 200 millas marinas de las costas, igualmente violan regulaciones internacionales fijados en la Convención de Naciones Unidas sobre el Mar (Convemar) sobre el cuidado de los recursos y realizan capturas en alta mar sin control del Estado de pabellón y sin acuerdo previo entre éste y los Estados ribereños . Explotan especies migratorias y a extraen fauna, como el calamar, que sirve de alimento a otras , perjudicando a los estados ribereños.

Además, diversas organizaciones ecologistas y organizaciones de control de pesca denuncian que a menudo los buques asiáticos apagan sus sistemas satelitales de identificación automática y utilizan buques “gemelos” para ingresar a las Zonas Económicas Exclusivas de los países latinoamericanos desde el sur argentino en el Atlántico hasta las Islas Galápagos en el Pacífico ecuatoriano, sin ser detectados.

Muy pocas han sido ubicadas y sancionadas. En otras ocasiones, han tenido actitudes agresivas antes controles por parte de las autoridades nacionales.

Los perjuicios para Argentina



Lerena define a la pesca ilegal como “a aquella que se captura de especies pesqueras, sin cumplir total o parcialmente con la regulación internacional o nacional de origen y/o sin control independiente y/o si se captura en alta mar sin control del Estado de pabellón y sin acuerdo previo entre éste y los Estados ribereños en aquellas especies que interaccionan o están asociadas o son migratorias originarias de las Zonas Económica Exclusivas (ZEE) o desde alta mar a la ZEE, donde se realiza todo acto, de cualquier naturaleza, que atente contra la sostenibilidad de las especies pesqueras y/o contaminen el medio ambiente y/o amenacen la seguridad alimentaria y económica, beneficiando al crimen organizado transnacional y la evasión fiscal”.

El experto en pesca y Atlántico Sur destacó que más allá de las definiciones sobre las zonas económicas , “el ecosistema en el Atlántico Sur es uno” y si no se preserva el recurso en alta mar “seguramente se afectarán los recursos de la ZEE argentina”.

Allí hay regulaciones como la “captura máxima sostenible”, que determina el Instituto Nacional de Investigaciones y Desarrollo Pesquero, que fija parámetros de captura y determina las posibilidades de reproducción de cada especie. También rige la Ley 24.992 que sanciona la pesca sin habilitación de las autoridades argentinas y la Ley 27.564 que en 2020 extendió las sanciones a los barcos que operan en Malvinas.

“En este momento, por las cifras de pesca ilegal, estaríamos en sobrepesca. Es como si un establecimiento agropecuario matara a todo el ganado en una temporada, sin posibilidad de recuperar el recurso”, grafica.

El analista agrega que estas flotas extranjeras además representan una competencia desleal con la flota pesquera argentina, ya que además de no pagar derechos de pesca o aduaneros, ni respetar limites o criterios de captura “realizan todo el trabajo arriba de los buques, pescan de manera permanente ya que se reabastecen el mar y hacen transbordo de su pesca a buques cargueros, que trasladan y procesan la mercadería en los países de origen. Como contrapartida, los busques argentinos deben volver a puerto, descargar y volver al mar, con un costo mucho más elevado”.


El caso de Malvinas


Lerena destaca especialmente el caso de la zona de Malvinas. De tener un control sobre apenas 20.000 kilómetros cuadrados en 1982, la ocupación británica de las islas “ ha pasado a controlar 1.639.900 kilómetros cuadrados de Mar Argentino”, avanzando en forma sostenida sobre recursos argentinos, asegura el experto. Para ello cuentan con la ayuda de empresas españolas, que desde 1989 crearon empresas mixtas con firmas locales para explotar recursos marinos, principalmente el calamar. Eso les genera beneficios “ por unos 350 millones de euros por año, que en el comercio minorista de Europa representan unos 2.100 millones de euros, además de pescar sin habilitación, ni pagar derechos de capturas, sin ser controlados, ni abonar los derechos aduaneros a la Argentina”, destaca.

En esta situación Lerena destaca que Argentina no está movilizando los recursos diplomáticos suficientes, ya que “mientras como Estado España apoya el reclamo soberano en Malvinas, sus empresas son partícipes necesarios de la ocupación”. Al mismo tiempo, reclamó acuerdos regionales o bilaterales con Uruguay para que cese el apoyo logístico del Puerto de Montevideo a las flotas extranjeras que violan normas internacionales. Finalmente, recomendó reforzar las capacidades de control y vigilancia del Mar Argentino y respaldar y fortalecer a la flota comercial argentina que opera en alta mar, reduciendo impuestos y ayudando a mejorar sus capacidades operativas y técnicas, entre otras acciones.


La Pesca en el Atlántico Sudoccidental


Aunque la pesca ilegal impide tener cifras definitivas, estas son las estimaciones del Centro de Estudios para la Pesca de Latinoamérica.

• Capturas de la flota argentina (desembarcadas o no): 1.027.000 toneladas/año.

• Capturas de la flota extranjera en Malvinas (desembarcadas o no): 325.000 toneladas/año.

• Capturas de la flota extranjera en alta mar (desembarcadas o no): 929.500 toneladas/año.

• Capturas de la flota uruguaya en la Zona Común de Pesca: 45.000 toneladas/año (no se calcula descartes)

• Capturas totales (desembarcadas o no) en el Atlántico Sudoccidental 2.326.500) toneladas/año.

• Las principales especies extraídas son Abadejo, Bacalao Austral o Criollo, Calamar Illex, Calamar Loligo, Langostino, Lenguado, Merluza Austral, Merluza de Cola o Hoki Patagónico, Merluza hubbsi o Común, Merluza Negra, Palometa Moteada, Pez Gallo, Rayas spp, Rubio, entre otros.


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