Es necesario debatir una política indígena para el desarrollo inclusivo en la Norpatagonia
Una buena política de Estado en materia indígena requiere como aspecto central, una estrategia de transformación de la conflictividad histórica entre Estado y las comunidades originarias.
La Norpatagonia argentina, también llamada Comahue («lugar de riqueza» en mapuche), es una región extraordinaria que conecta la cordillera con el Atlántico Sur. Su riqueza natural y social la ha convertido en un imán para migrantes y capitales. Su historia, marcada por la presencia ancestral del pueblo mapuche, la hace única.
La denominación “pueblo mapuche” incluirá en este texto a todas las parcialidades que habitan el territorio de forma ancestral, previa a la llegada de los europeos,, los picunches ( gente del norte) pehuenches ( gente del pehuén), huilliches ( gente del sur) , lafkenches ( gente habitante de las aguas grandes, mares y lagos) entre otros. Este texto busca abordar la cuestión intercultural y la necesidad de una política de Estado que reconozca y respete los derechos indígenas, a la vez que promueva el desarrollo territorial.
Construyendo consensos: política indígena, resolución de conflictos y desarrollo
Recientemente, fui invitado a compartir mis experiencias como facilitador de procesos de mediación y resolución de conflictos entre empresas, gobiernos y comunidades en un Foro Debate sobre política indígena organizado por la asociación «Consenso Patagonia» en la ciudad de Neuquén. Acepté la invitación con la esperanza de compartir buenas prácticas que pudieran inspirar a otros actores a utilizar el diálogo respetuoso de los derechos para visualizar soluciones colaborativas y abordar sus conflictos territoriales. Sin embargo, la controversia surgida en torno a la agenda del foro llevó a sus organizadores a cancelarlo con el fin de evitar contribuir al agravamiento del conflicto. A continuación comparto algunas ideas que iba a presentar en dicho Foro sobre cómo abordar la cuestión de los derechos indígenas y los derechos humanos de la sociedad en el marco de las políticas de desarrollo territorial en la Patagonia.
En un contexto de crisis nacional y global, se requiere un diálogo democrático bien calibrado para construir acuerdos sobre la política indígena. Es crucial entender la naturaleza de la conflictividad entre el Estado y los pueblos indígenas, que incluye una «dimensión blanda» vinculada con la identidad y el reconocimiento cultural, y una «dimensión dura» centrada en disputas por la tierra y el territorio. Los proyectos de inversión en industrias extractivas y desarrollo turístico pueden exacerbar esta conflictividad, especialmente si no se consideran los derechos de las comunidades mapuche.
Principios de acción para una política indígena en materia de tierras y territorio
Argumentaré aquí que se requiere una buena política de Estado, superadora de los pactos cínicos vigentes, que remedie los traumas colectivos asociados al proceso de conquista y colonización moderna de la región a la vez que produzca garantías de los derechos de propiedad privada y comunitaria como pre condición para desarrollar su riqueza biocultural
Una política indígena efectiva debe basarse en el diálogo, el marco constitucional normativo vigente y las mejores prácticas internacionales. Se deben impulsar procesos de registro de comunidades, relevamiento y regularización territorial, con un fondo especial para compensar posibles afectaciones a particulares. La consulta previa, libre e informada a las comunidades sobre proyectos que las puedan afectar es fundamental, así como el establecimiento de instancias de gobernanza territorial inclusiva y proyectos colaborativos. Además, se requiere un proceso de reconstrucción de la verdad histórica para sanar las heridas del pasado.
En definitiva, una buena política de Estado en materia indígena requiere como aspecto central, una estrategia de transformación de la conflictividad histórica entre Estado y pueblos indígenas, utilizando el diálogo democrático y los derechos vigentes para producir soluciones duraderas. Autoridades del Estado, líderes del pueblo mapuche así como los particulares organizados deben generar diálogos que den garantía para que comunidades y privados puedan desarrollar sus planes de vida, idealmente de manera solidaria, contribuyendo así al desarrollo inclusivo y regenerativo de la sociedad en su conjunto.
Conclusiones
En la Norpatagonia, al igual que en toda América, el proceso de consolidación de los Estados ha negado de forma sistemática derechos humanos a los pueblos indígenas.
Esta historia dejó dos consecuencias. Por un lado, generó una marca traumática profunda en los pueblos sojuzgados, dejando una huella duradera en su identidad y cultura que debe ser reparada. Por otro lado, provocó una historia de desencuentros y conflictos entre el Estado, las comunidades del pueblo mapuche y particulares, familias y empresas que se han instalado a lo largo de la historia en este territorio. En particular, dejó un legado de conflictos por la propiedad y la posesión de la tierra, que ha llegado hasta el presente y que, si no se aborda con sabiduría, se heredará a las generaciones futuras.
El aporte cultural de las personas y comunidades pertenecientes al pueblo mapuche puede ser definitorio para el desarrollo regional regenerativo y sustentable. La aplicación de estos principios y estrategias de interculturalidad permitirán el desarrollo de proyectos colaborativos para la prevención de incendios en la Cordillera el manejo ganadero regenerativo del suelo erosionado involucrando a comunidades y estancias privadas, el desarrollo emprendimientos asociados entre empresas privadas y comunidades para proyectos de captura de carbono (mitigación del cambio climático) de biodiversidad , de turismo de naturaleza con identidad y de energía renovable. La generación de iniciativas de salud integral, de personas, animales y ecosistemas, integrando el conocimiento científico con el conocimiento mapuche.
En un clima de época polarizado e inquietante, construir consensos sobre ciertos temas resulta complejo y a la vez fundamental. Estos asuntos críticos, al igual que los conflictos biográficos personales, si no son trabajados por los contemporáneos, son heredados por las generaciones siguientes que los padecen con mayor intensidad. Ahora bien, si se abordan adecuadamente mediante el diálogo democrático, se puede encarar un futuro con mayores posibilidades de convivencia armoniosa. Espero que estemos a la altura de poder hacerlo. Nuestros descendientes nos lo agradecerán.
* Facilitador- Mediador en Mecanismo Independiente y Transformación de Conflictos.
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