“Inversores a futuro” en el proceso de traslado de la capitalidad de Neuquén

Orietta Favaro

*Doctora en Historia. IPEHCS-Conicet. Cehepyc/Clacso. Universidad Nacional del Comahue.

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El Estado nacional y el Gobierno tenían no sólo que atender a los intereses de los sectores dominantes, sino también afirmar soberanía en espacios pretendidos por los países vecinos.


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La denominada “Campaña al Desierto” estuvo vinculada a los intereses de la burguesía terrateniente-ganadera de la pampa húmeda- litoral argentino a efectos de ampliar la frontera para obtener mejores tierras para el producto exportable: carne (vacuna, ovina) y más adelante, los cereales al principal mercado: Gran Bretaña. La campaña fue financiada por estos grupos dominantes y diversificados, entre ellos, por el padre de Carlos Bouquet Roldán, socio de Pedro Nazarre uno de los inversores, beneficiados con parte de una tierra convertida en la estancia La Argentina (hoy, zona de Loncopue).

A partir de la creación del Territorio de Neuquén (1884), el Estado nacional utilizó diferentes mecanismos para distribuir la tierra. Entre otros, la Ley de Premios Militares, para beneficiar a los que participaron en la denominada “Campaña al Desierto”, sin ser esta estrategia común a todos los gobiernos para recaudar fondos para el fisco.

En Neuquén además se utilizó el remate público: se hizo uno en 1885 para poner en venta 1.300.000 has, a un valor de 20 centavos, con la obligación de poblarlas y realizar inversiones.

Entre los beneficiarios estaban Ramón López Lecube, Casimiro Gómez y Amador Villa Abrille (empresarios argentinos y españoles, proveedores de insumos al Ejército). A comienzos de siglo los propietarios no habían tomado aún posesión de los terrenos ni realizado ninguna inversión

El Estado nacional y el Gobierno, tenían no sólo que atender a los intereses de los sectores dominantes sino también afirmar soberanía en espacios pretendidos por los países vecinos. El Tratado de 1881 determinó una “paz armada” , que provocó una carrera armamentista, mostrando a Chile con un gran poder militar y naval. La guerra no ocurrió por los Pactos de Mayo (Tratado de Equivalencia Naval, Paz y Amistad, 1902). En ese marco, Argentina necesitaba un transporte rápido y eficiente para arribar a la frontera, de allí la prolongación del ferrocarril a Neuquén (había llegado a Bahía Blanca, en 1884). Rápidamente se negoció con la Empresa FC del Sur, británica (de las 6 existentes en el país, era la más importante), para llevarlo a la frontera. Se habían presentado proyectos de “empresarios” argentinos, pero fueron archivados. Se firmó un contrato entre el ministro del Interior, Amancio Alcorta (presidencia de José Uriburu) y el apoderado local de la empresa F. del Sud, Guillermo White (1896), por el cual la empresa debía construir la línea, puente sobre el río Neuquén y telégrafo.

Las propuestas del gobierno nacional no fueron aceptadas, la empresa -con un contrato aprobado “ad- referéndum” del Congreso Nacional- se impuso estableciendo por donde iba a pasar la línea férrea (tenía intereses para controlar negocios frutícolas en el Alto Valle de Río Negro). Llegó a Estación Limay (Cipolletti, 1899) y a Neuquén (1902). Un año después, en 1903, se hizo cargo de la gobernación Carlos María Antonio Bouquet Roldán (abogado, de una familia de los sectores dominantes cordobeses y cuñado del presidente Figueroa Alcorta) quien – según dice la documentación de la época- recorrió el territorio neuquino y gestó la idea de trasladar la capitalidad desde Chos Malal a La Confluencia (donde vivían 427 personas), hecho que tuvo el beneplácito del Ministro del Interior de Roca, Joaquín V. González.

Inició las gestiones con dueños de las tierras del área: Villa Abrille, Casimiro Gómez y López Lecube para que cedieran lotes para formar el nuevo pueblo. Logró los terrenos necesarios para calles, plazas y boulevares y el 20% de la zona de “chacras” debía ser vendido entre los primeros pobladores; en total donaron 2.500 has. El PEN aceptó la propuesta en agosto de 1904 y se hizo cargo de la mensura, división y escritura catastral del resto de los terrenos .

Durante quince días en agosto de 1904 se hizo el traslado de lo más importante desde Chos Malal (tenía 1.068 habitantes: 200 militares, 103 pobladores con quintas y chacras y 231 en los valles, más los que estaban cerca). El 17 de septiembre fue tratado el tema en el Congreso, cinco días después de la inauguración oficial de Neuquén como nueva capital del territorio.

Este traslado trajo algunos problemas. Por una parte, fue duramente cuestionado por Olascoaga y varios gobernadores más (por ejemplo Francisco Albert), por los habitantes de Chos Malal y por periódicos de la época, incluyendo La Prensa, que observaba la falta de política del gobierno y las ventajas que tenía en materia de recursos y geopolíticos Chos Malal. Así coincidía con Olascoaga quien dijo que llevar la capitalidad a la punta de rieles era como “colocar un portero en el fondo de una casa”. Por otra, el tema de la capitalidad del territorio no terminó con este procedimiento, porque si bien ni Campana Mahuida o Las Lajas habían tenido éxito, en los años 20, Zapala gestionó el traslado aduciendo la centralidad de la localidad, punta de rieles en 1913, comercios, banco y oficina de correo; pero tampoco logró resultados.

Hubo dos cuestiones claves: un inspector de tierras, Castro decía que el 80% de la población adulta era chilena y conservaba sus tradiciones y cultura. La decisión de instalar la capital en Chos Mala tenía que ver con la visión geopolítica de Olascoaga, por ello tardó tanto y probó en varios lugares (Campana Mahuida y Ñorquín). Todos los gobiernos reclamaban presupuesto a Nación y la principal queja era la incomunicación del Territorio; por ello, la llegada del ferrocarril permitió una comunicación más rápida con el Atlántico, pero no solucionó la incomunicación en el interior neuquino. Sí valorizó en un 50% las tierras de La Confluencia, lugar de la nueva capital.

Se destaca la astuta inversión del empresario español dedicado al trabajo del cuero, Casimiro Gómez – que pasó a la historia como donante de tierras– le compró lotes a Villa Abrille y a Lecube y fundó en 1911, la Sociedad Anónima Nueva España, que debía apuntar al desarrollo de la nueva ciudad. Fue uno de los proveedores más importantes de monturas y equipajes al Ejército, su negocio crecía en paralelo a las campañas militares. Por si quedaba alguna duda, en 1907 junto a su esposa, inauguró como padrinos, la capilla Nuestra Señora de los Dolores, antecesora de la actual catedral.

A su vez, Carlos Bouquet Roldán, su “delfín”, fue propietario de tierras, accionista y administrador de la Nueva España desde 1912, se radicó en su chacra neuquina (La Siren) La Sirena en 1910. Cuando se fue a Buenos Aires, Santiago Torres, su capataz, le cuidó La Sirena y como parte de pago le dio tierras en lo que hoy es barrio Jardines del Rey. Falleció en Buenos Aires en 1921. En definitiva, Casimiro Gómez, fue un astuto inversor a futuro con negocios de tierras en varias provincias argentinas y, junto con la mayoría de los personajes citados, formando parte de la masonería en el país.


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