Hidrógeno, te quiero verde: qué hacer para no quedar otra vez «fuera de juego»

Fabián Ruocco

Director Ejecutivo del Centro de Desarrollo y Asistencia Tecnológica (CEDyAT).

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Es una industria que requiere un marco de regulación, desarrollo y gestión de los recursos. Así como una continuidad para su producción a escala. Sin Ley de Hidrógeno, no hay posibilidad de promover una industria responsable.


Argentina tiene una ventaja en sus energías renovables para poder producir hidrógeno verde a bajo costo. Archivo

Si bien los combustibles fósiles han permitido el desarrollo social, económico y tecnológico a nivel mundial, las consecuencias de su uso ya están ante nuestros ojos. Estudios recientes indican que entre 2022 y 2026 la temperatura irá subiendo entre 1,1°C y 1,7°C en comparación con los niveles preindustriales. Y se espera que el mundo alcance su límite en los próximos años.

Sequías, inundaciones, deshielo, alteración de la fauna y la flora, son algunos de los resultados que genera el cambio climático en nuestro hábitat. Y exigen nuevos modos de obtener energía sin las catastróficas consecuencias que ya estamos viviendo.

En este contexto, el hidrógeno verde (h2v) emerge como la principal fuente de energía limpia a nivel mundial, que no sólo puede ser utilizado como combustible para el transporte y la industria, también pueden desarrollarse otros derivados también sostenibles. No se trata de un elemento “nuevo”, sino que ya cuenta con una larga trayectoria en la industria química y metalúrgica, constituyendo así una economía del hidrógeno.

Por las características de su relieve y su riqueza, Argentina tiene un grandísimo potencial para posicionarse como referente mundial en la producción del Hidrógeno Verde, siendo la Patagonia la zona por excelencia que permitiría su generación a escala. Sin embargo, no contamos con recursos que permitan concretar tamaña empresa.

El año pasado se anunciaron proyectos con socios estratégicos interesados en invertir para hacer realidad el potencial de esta economía sostenible, acompañando la alta capacidad y capacitación de los recursos propios vinculados a la ciencia y la tecnología. Pero desde entonces no es mucho –o nada- lo que se ha avanzado. La australiana Fortescue en Río Negro y la estadounidense MMEX en Tierra del Fuego generaron grandes expectativas mientras el resto de las provincias patagónicas aún mantienen diálogo con inversores aunque sin definiciones ni intenciones concretas.

Se trata de una industria que, como tal, requiere un marco de regulación, desarrollo y gestión de los recursos. Así como una continuidad para su producción a escala. Sin Ley de Hidrógeno, no hay posibilidad de promover una industria responsable, algo que perfectamente saben los potenciales inversores.

Mientras, Chile y Uruguay ya han dado los primeros pasos en materia de producción de Hidrógeno Verde, aportando recursos y fondos específicos de la mano de proyectos a largo plazo que ya cuantifican los beneficios y resultados. En Argentina, seguimos debatiendo sobre su potencial.

Un informe reciente, Hydrogen Insights 2023, destaca un aumento del 35% en inversiones vinculadas a la economía global del hidrógeno entre mayo del 2022 enero del 2023. Se trata de una industria en vasto crecimiento. En menos de un año, de los más de mil proyectos a nivel mundial, cerca de la mitad se enfocan en desarrollo industrial a gran escala.

El Hidrógeno Verde no sólo permite un uso sostenible sino que, a diferencia de otro tipo de energías, es posible almacenarlo y transportarlo. Su empleo no emite gases nocivos para el medioambiente, por el contrario, impulsa un proceso de descarbonización.

El calentamiento global nos obliga a repensar la manera en generamos energía para la vida. La transición energética implica cambiar los sistemas actuales por otros de baja o nula emisión de carbono, basados en energías renovables. Muchos países están haciendo un esfuerzo por descarbonizar su matriz energética y este movimiento crea nuevas oportunidades, de ahí el potencial y relevancia en el mercado del hidrógeno.

La Argentina tiene condiciones para correr esta carrera de un modo competitivo, productivo, ampliando su matriz energética y a su vez generando una inclusión social que pueda también extenderse a diferentes zonas de nuestro país con un sentido federal, crear trabajos calificados y responder a la llamada mundial de proporcionar un aire más limpio para todos. Lo importante es no demorar más. Si no hay avances concretos en materia de regulación y desarrollo, tampoco habrá inversiones. Y estaremos -otra vez- fuera de juego.


(*) El Centro de Desarrollo y Asistencia Tecnológica (CEDyAT), es un organismo que recibió el «Premio Balseiro» en el Senado de la Nación por sus iniciativas con aplicación a la producción de servicios, y actualmente es la Unidad Ejecutora del Estudio de Impacto Ambiental para la Extensión de Vida de Atucha I y análisis de ordenamiento ambiental del proyecto Atucha III en la localidad de Lima, provincia de Buenos Aires.


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