¿Hacia dónde va Venezuela? Maduro avanza hacia el control total al «estilo nicaragüense»

El régimen venezolano no da señales de ceder ante las protestas ni la presión internacional que objetan las recientes elecciones por fraudulentas. La oposición se desgasta ante la feroz represión.

A poco más de 40 días de la controvertida elección presidencial en Venezuela, la situación política parece haber entrado en un estancamiento. El gobierno de Nicolás Maduro se proclama ganador, atrincherado en un apoyo irrestricto del bloque en el poder y la tibia reacción internacional. Paralelamente, endurece la represión sobre la oposición, que con exilio de su candidato presidencial, Edmundo González Urrutia, y su principal líder, Corina Machado, en la clandestinidad, comienza a dar señales de desgaste en su capacidad de movilización.

La crisis política en que está inmersa Venezuela probablemente desemboque en un endurecimiento de la autocracia en que se ha convertido el régimen chavista, aseguran varios expertos. La oposición enfrenta un dilema complejo: cómo canalizar la rabia y la voluntad de cambio popular manteniendo las movilizaciones, pero sin caer en una deriva violenta de elevado costo humano y político.

González Urrutia, el rival de Maduro en las elecciones del 28 de julio, salió del país el domingo pasado, luego de que la justicia emitiera una orden de arresto en su contra el 2 de septiembre y pidió asilo en España.

Gonzalez Urrutia, exiliado en España.

El Gobierno no ha dudado en reprimir brutalmente las protestas que se suceden desde el día posterior al comicio, denunciando fraude. Hay más de 2.400 detenidos desde el 29 de julio, incluidos menores de edad, acusados de “terrorismo” o “traición a la patria”. Organismos de derechos humanos denuncian ejecuciones, torturas y constantes razzias de militares, fuerzas de seguridad y “colectivos armados”, grupos parapoliciales que amedrentan a los opositores.

La comunidad internacional se muestra dividida: numerosos países, entre ellos Estados Unidos, Chile, Perú, Argentina y Uruguay han reconocido el triunfo opositor. Otros, como Brasil, México y Colombia, plantean dudas y reclaman al gobierno que se muestren las actas de votación, pero se han chocado con una férrea intransigencia de Maduro a cualquier salida negociada y no han ido más allá de las declaraciones. Un tercer grupo formado por Nicaragua, Cuba, Rusia, China e Irán, ha aceptado a Maduro como ganador.

Estas divisiones han impedido pronunciamientos de organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA), la unión sudamericana (Unasur) o el Mercosur.

En un conversatorio realizado hace unas semanas por la Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos (Alacop), moderada por el argentino Carlos Fara, analistas venezolanos y del continente debatieron sobre el futuro de esta nueva crisis política.
Orlando Goncalvez, consultor político; Carlos Villota Santa Cruz, internacionalista, comunicador social y periodista; y Fernado Dopazo, politólogo y especialista en comunicación política, CEO en Inifinito Estrategia.
En una apretada síntesis, estas fueron algunas conclusiones:


Maduro no va a retroceder voluntariamente en su reclamo de victoria electoral


El régimen endurecerá la represión buscando “ganar por cansancio y resignación”. La mayoría de los consultados ve una deriva el estilo de Daniel Ortega en Nicaragua, con más encarcelados, organizaciones proscriptas y un aparato represivo que extenderá su accionar con “acciones ejemplificadores” que amedrenten a los rebeldes.

El anuncio del propio presidente de que se crearán dos “megacárceles” para disidentes, las denuncias contra líderes opositores, las constantes redadas y censura a los medios son la evidencia. Orlando Goncalvez admite que “en los primeros días, yo pensé que el masivo triunfo y movilización opositora generaría un quiebre en las Fuerzas Armadas y el núcleo duro que sostiene a Maduro, pero eso no ocurrió. Hoy no veo una perspectiva de salida democrática a corto plazo”, señala.

Su colega Carlos Villota estima que es patente la decepción de las propias bases con el régimen. “El sólo hecho de ver a grupos de jóvenes destruyendo estatuas de Chávez en barrios antes oficialistas, muestra la rabia. Creyeron que la revolución bolivariana les iba a devolver la dignidad como personas y como país, pero hoy viven con tres dólares y medio de salario o pensiones de 12 dólares”, agrega. Fernando Dopazo coincide en el dilema que enfrenta la oposición. “Desde lo estratégico la posición debiera mantener la unidad y ocupar la calle permanentemente. El problema es el costo humano : miles de detenidos, casi 300 asesinados, casi 8 millones de venezolanos fuera del país”, agrega.

Las acciones internacionales tienen poco efecto en Venezuela


Maduro se ha mostrado “impermeable” incluso a los consejos de aliados regionales como el presidente Brasileño Lula da Silva o el colombiano Gustavo Petro. Aunque haya un endurecimiento de las sanciones de Estados Unidos, el régimen se las ha ingeniado para eludirlas gracias al apoyo de China, Rusia y aliados regionales como Cuba y Nicaragua. “La política internacional no pone en juego los valores democráticos sino la geopolítica. Más allá de los comunicados y frases bonitas no hay reacción. El petróleo venezolano es moneda de cambio para China, Irán y Estados Unidos. Creo que va a haber muy poco más allá de sanciones o algún corte de relaciones”, señala el politólogo Goncalvez.

Carlos Villota Santa Cruz, por su parte, cree que podría haber alguna influencia de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. “Se está generando un problema la emigración masiva venezolana a EE.UU. y otros países de la región”, asegura. Una tendencia que se acentuó tras las elecciones. Según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Brasil, el último mes las solicitudes de asilo de ciudadanos venezolanos aumentaron un 25% y llegaron a 1.907.

El régimen chavista no es proclive a negociar


Sus llamados al “diálogo” son consideradas como tácticas dilatorias, sin voluntad real de ceder posturas. El politólogo Fernando Dopazo recuerda otros procesos anteriores. “Tras la muerte de Chávez, detuvieron a Leopoldo López, hubo 40 muertos y no les importó. En 2017, hubo 170 muertos por la represión y tampoco importó. No hay una vocación de negociación en el régimen. La vocación democrática de Maduro es cero, las salidas tendrán más que ver con las capacidades de presión desde adentro o desde fuera”, sostiene este analista.

Goncalvez agrega que “al régimen para sobrevivir no le queda más opción que radicalizarse y tranformarse en algo parecido a Nicaragua, con expulsión de curas, organizaciones de derechos humanos, ilegalizar partidos y oenegés y confiscar bienes. Sabe que, en el caso de Nicaragua, la comunidad internacional miró para otro lado”.

Las protestas contra el fraude y la represión van perdiendo fuerza. (AP Photo/Cristian Hernandez)

No se visualiza un quiebre interno en el poder


Cualquier posibilidad de cambio provendría de un “quiebre” interno del bloque del poder, que no está a la vista en el corto plazo. Tanto el Partido Socialista Unido Venezolano (PSUV) liderada por Diosdado Cabello, como las Fuerzas Armadas y de seguridad, la Justicia y la Asamblea Nacional siguen bajo férreo control del oficialismo. Quienes pensaban que un sector militar podría ser permeable a los reclamos opositores se equivocaron. Dopazo estima que en escenarios similares anteriores, “la respuesta ha sido el salto hacia adelante, radicalizarse en un esquema totalitario. Ahora quieren reeducar gente desde la cuna, en las cárceles, o expulsarlos. El único camino viable que veo es una fractura interna, al estilo de la Revolución de los Claveles con el régimen de Salazar, en Portugal”, opinó.

La oposición logró unidad, organización y generar expectativas de cambio, pero su margen de acción se acota con el correr de los días. Su capacidad de movilizar a la población y probar el fraude es importante, pero la dura represión apaga de a poco el entusiasmo. El camino de una insurrección civil violenta tendría un elevado costo humano y político.

Los dilemas de la oposición: desgaste y represión


Para el analista Goncalvez, la única opción de la oposición es “mantener el esquema de protestas e ir presionando paso a paso, para ver si hay fisuras y quiebres en ese bloque de poder. Lamentablemente eso se daría en un proceso de insurrección, pero no sé si el liderazgo opositor está dispuesto a eso”, agrega. “Había mucha rabia y las elecciones dieron esperanza, pero hay que ver si en esta instancia la gente está dispuesta a jugarse la seguridad y la vida en las calles, no sé si están preparados para ello”, concluye.

Matiza en que el gobierno también sufre el desgaste. “El régimen de Maduro reprime pero no está resolviendo los problemas de la gente: hace refacciones pero escasean las medicinas, hay problemas para alimentarse, la masa chavista se queja de que han sido leales pero siguen pobres”, dijo.
Concluye que “el tiempo es el peor enemigo tanto del régimen como de la oposición. Se desgasta el gobierno si no revierte la falta de resultados y la oposición si no logra generar una presión constante sobre el régimen. El escenario está abierto”, concluye.


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