El primer año de Milei y la democracia de las emociones negativas

El sistema político no capta la nueva sintonía emocional de la sociedad. Se encierra en sí mismo mientras colabora con la fuerza que lo rediseña y lo terminará subordinando.

El descontento social tiene algo más de sensual que de intelectual.

1. “No lo intentes entender, sentilo”


Esa es una frase del director Christopher Nolan que ayuda a “conectar” con su película TENET (2020) y quizás con los cambios del lenguaje político en Argentina. Hay algo nuevo en el humor social, una renovada lengua popular. Ciertas palabras perdieron sentido y eso ya estaba en la sociedad pero fue primero negado, después ridiculizado, cancelado por políticamente incorrecto, y escuchado cuando ya era demasiado tarde. Entre sociedad y Estado todo lo roto sigue sin ser reparado.

A la mayoría todavía no le importa si hubiese estado mejor si ganaba otro candidato. La cuestión era y sigue siendo visceral, primal. Se definía en el sentir, algo más profundo que su bienestar material. Fue la capacidad de liberarse de un mal, incluso a costa de sacrificio, de una autoderrota. Liberarse de un mal menor con un mal mayor. El hartazgo hacía necesario el cambio a cualquier costo. Podía tener razones pero la necesidad del rechazo es emocional.

El Gobierno de Milei podría haber sido evitado. El cambio cultural y el nuevo clima político era inevitable, ya estaba en nosotros y en expansión. En eso también se conectan el peronismo y el mileísmo. Son resultados de procesos sociales complejos y contracaras históricas de un Estado de bienestar y su desarme producto del malestar.

Proyección internacional y reforma constitucional. Después de un año de sacrificios, acciones intensas y de observación participante, el sistema político continúa sin reflejos. Milei reforma el sistema con sus decisiones y puede soñar con cambiar la Constitución. Justamente viajó a Italia y Meloni está consolidando constitucionalmente su principado democrático. Una posdemocracia plebiscitaria en la que se domina con las reglas del espectáculo que Milei controla sólidamente.

En Enero Trump puede usar a Milei como ejemplo internacional en su inauguración. Las cámaras lo enfocarán, aplauso sostenido y algo sin precedente sucederá. Entrevistas y mucho más. Será un nuevo impulso para los gobiernos del ajuste y la desregulación global. Las pantallas, los memes y la polarización emocional, ese nuevo registro, fueron fundamentales para este momento histórico.

2. La negación es una triste tradición nacional


Renunciar a la democracia, abrazar la violencia política, tolerarla en la política por derecha y por izquierda, y abandonar la sociedad al caos y al cruel ajuste económico -el rodrigazo- abrió la puerta al mal absoluto en 1976 y su plan económico de largo plazo. Un plan que hoy se profundiza sin discutir violencias, crueldades cruzadas y abandonos vividos en recientes años después de una traumática pandemia.

En 1983/1985 el show del horror ocultó la razón del horror: una economía y una sociedad reformada. Una deuda privada que se hace pública, impagable y sin control. Una democracia condicionada y débil, nacida de las múltiples derrotas de “El Proceso” (económica, política, militar, cultural, etc) hoy 41 años después sigue en declive. Una democracia casi sin demócratas con una ciudadanía huérfana, cuyos líderes narcisistas viven en una interna pública miope e irresponsable.

Frente al precipicio y al desprecio colectivo que se demostrará enfáticamente en las próximas elecciones, el sistema político se vanagloria en secreto porque co-gobierna en las sombras.

¿Cuánto tiempo perdió el sistema político en guerras judiciales y grieta autodestructiva? En lugar de recuperar el tiempo perdido, parece acelerar el fin de sus tiempos, abrirle las puertas a todos los cambios sin debate y tolerar los ilegales. Boleta papel, paso, financiamiento de partidos, gobernar por decreto, ausencia de Presupuesto, jueces sin acuerdo del Senado, silencios supremos, una Constitución sin autoridad y un federalismo extorsivo asoman para el 2025.

Seis de cada diez personas en todas las provincias patagónicas votaron a Milei. Un similar número a nivel nacional con excepciones. A un año, vemos que se dice que “están entre nosotros”, se los llama “desquiciados”, “raritos”, “los monstruos están sueltos”, “lúmpenes” y se los pone en arcas como si fuesen una zoológico atroz. Nuestra tendencia excesiva no puede faltar: también se los llama “fascistas”.

Las fuerzas políticas tradicionales se muestran soberbias y elitistas pero sobre todo niegan sus errores, violencias y maltratos concretos. El oficialismo se intentará proyectar como un movimiento nacional y popular diferente, como una nueva mayoría con perfil internacional.

Las tendencias autoritarias no son exclusivas de ningún sector político. Sin duda hay signos preocupantes a nivel institucional y cultural. Bajar la intensidad y rechazar todo tipo de violencia es una obligación de autopreservación en un horizonte oscuro.

Hace dos años festejamos un mundial y se vio una comunidad orgullosa y pacífica. Fue tribal pero hubo algo que es parte de nuestra imperfecta humanidad, como en la política, como en otras artes amatorias y sensuales, que lo hizo tan primitivo como hermoso. En la democracia de las emociones positivas la razón cede al corazón. En la de las emociones negativas, otro es el peligro.

* Abogado, profesor de Derecho Constitucional y Estudios Críticos del Derecho.


El descontento social tiene algo más de sensual que de intelectual.

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