Alberto y su lucha por quedarse: por qué la población rural busca refugio en ciudades pequeñas

Lo datos del censo 2022 indican que los argentinos que viven en zonas rurales son entre el 9 y 11% de la población. Sin embargo, crecen las pequeñas ciudades de fuertes vínculos con el campo, debido a mejor seguridad y servicios. No hay políticas de arraigo desde el Estado.

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Alberto (el nombre es ficticio, la historia real) tiene 75 años y vive solo en su chacra de 6 hectáreas, cerca de Cervantes, desde que murió su esposa. Sus hijos viven en Los Ángeles, (Estados Unidos), Buenos Aires y Roca. Hace unos días, dos ladrones lo hicieron salir de la casa con la simple estrategia de cortarle la luz en el pilar de entrada, lo golpearon, ataron y le robaron el auto y herramientas. Después de 4 horas pudo desatarse y pedir auxilio desde una chacra cercana. Recuperó el auto días después, pero su hija quiere que se vaya a vivir con ella a Roca, o al menos a Cervantes. Alberto no quiere, toda su vida vivió en la chacra y es un hombre activo. Pero la presión familiar es cada vez más fuerte: la inseguridad, la lejanía de servicios médicos, la falta de gas y la productividad cada vez menor de su establecimiento lo condicionan.

No es un caso aislado. Los datos del censo 2022 revelan que la población argentina crece en las ciudades a expensas de los territorios rurales. Casi el 90% vive en zonas urbanas, mientras que la población rural llega apenas al 11%, 5.111.804 personas. No difiere mucho del 9% del censo de 2010, uno de los más bajos del mundo. Los datos indican además que existe un “envejecimiento y masculinización” de su población, a diferencia de la tendencia nacional, ya que en estas áreas el porcentaje de adultos mayores de 65 años es mayor al de niños menores de 14. Los únicos departamentos en donde la cantidad de mujeres es menor a la de varones, son rurales.

Sin embargo, un reciente estudio de la fundación Tejido Urbano busca dar una mirada más compleja respecto de estas zonas, cuestionando los criterios del Indec, que históricamente define como “rural” a los poblados con menos de 2.000 habitantes y los departamentos con menos de 30.000. El estudio señala que el censo muestra un importante crecimiento de las ciudades pequeñas en los departamentos de entre 30.000 y 50.000 habitantes, donde si bien predomina un centro urbano importante, sus habitantes tienen fuerte vinculación con la agricultura, la ganadería, la minería o el turismo, actividades ligadas al medio natural, especialmente en Neuquén, Río Negro, Chaco, Santa Fe y Buenos Aires. Estos departamentos «muestran una tasa de crecimiento poblacional del 17% interanual, por la migración de localidades pequeñas y de población rural dispersa hacia estas ciudades”, explica el informe.

Si se toman estos parámetros, esta población ocuparía el 86% del territorio nacional y representaría el 23% de la población, una proción significativa de habitantes que tienen características mixtas entre lo urbano y lo rural, con necesidades específicas que hoy los estados nacionales y provinciales no están considerando. Al respecto, Debates dialogó con el geógrafo y economista Fernando Álvarez de Celis, director ejecutivo de la Fundación Tejido Urbano.

P: En el informe, destacan la necesidad de complejizar la mirada sobre lo rural, porque según el censo es apenas el 11% de población, pero ocupa casi el 73% del territorio…

R: La ruralidad entendida por el Indec en Argentina es casi como el descarte de lo urbano. O sea, se estudia a fondo lo que es urbano y lo que “no es urbano” es rural. Nuestro análisis es distinto y busca concebir lo rural en relación a las actividades económicas. La ruralidad es muy importante desde el punto de vista espacial en Argentina e implica a un porcentaje de población a menudo subestimado, en departamentos que representan tanta proporción del espacio territorial. Entonces no hay un planificación en el transporte, en la provisión de energía, en los servicios que esté atada a esta espacialidad tan fuerte de lo rural.

P: Ustedes hacen como una especie de categoría intermedia, que me parece que funciona mucho acá el Alto Valle de Rio Negro Neuquén, que son esas ciudades con más de 10.000 habitantes pero muy conectadas al mundo rural.

R: Exacto, el eje de nuestro estudio radica en que, cuando uno estudia las pequeñas ciudades de Argentina, ve que tienen que ver con un proceso de actividad económica de lo rural. Si uno ve el proceso donde el campo se deshabita, al mismo tiempo hay un crecimiento de poblaciones pequeñas cercanas. Un señor que trabaja en el campo y tiene ruralidad, pero termina viviendo en ese pequeño poblado o ciudad, que tiene mejores servicios y actividad económica. Pero a través del transporte, con su auto, su chata o lo que sea, termina yendo al campo todos los días. Con lo cual no es que deja de ser rural, sino que la ruralidad se presenta cada vez más en Argentina en muchas ciudades pequeñas que han incrementado su población en un 17% entre censo y censo y han tomado gran parte de lo que era “lo rural” entendido por el Indec. No dejan de ser población rural porque sus actividades económicas siguen ligadas al campo.

P: Ustedes señalan que llega casi al 23% de la población, lo cual le daría un peso mucho más importante del que tiene ahora.

R: Exactamente, y ese 23% muchas veces no tienen vida de campo, pero gracias a ese campo puede trabajar el peluquero, la panadería, la ferretería, el supermercado y un montón de actividades que conviven entre lo rural y lo urbano.

P: ¿Y esto conllevaría la necesidad de un cambio de políticas específicas para ese sector?

R: Sobre todo para ese tipo de urbanidad que está más relacionada con el campo. Si vos tenés ciudades muy relacionadas con el campo deberían tener una política pública mucho más sectorizada y específica en la vinculación campo-ciudad y no sólo como una ciudad en sí misma. Tenés cuestiones de transporte, de actividad logística y demás, donde la vinculación campo-ciudad es mucho más fuerte de la que los datos censales muestran.

P: ¿Ustedes creen que eso se tendría que trasladar a una reconsideración de los estudios estadísticos que realiza el Estado sobre estos sobre estos espacios?

R: Bueno, justamente. Si vos pensás que la Argentina tiene 9 % de población rural y un 91% urbano no es lo mismo que decir que hay casi un cuarto de la población relacionada al campo. Te cambia la concepción de la regionalidad de la Argentina. No son solamente ciudades, sino que es un grupo de ciudades atadas a una región, que están atadas al sistema de actividad económica rural.

P: Muchas veces esas ciudades se quejan precisamente porque no encajan en ninguna de las de las planificaciones estatales.

R: En varias provincias las grandes capitales son las que absorben casi todos los servicios públicos y recursos. Y muchas de las ciudades chicas tienen mejores servicios que las grandes porque hay un crecimiento más ordenado. El estudio tiene que ver con eso, con focalizar la cuestión urbana en la interrelación con su entorno y ese entorno en Argentina es el campo. La relación entre las personas que viven en el Alto Valle de Río y Neuquén con la actividad de la manzana o la pera. El señor ya no vive en la chacra, seguramente vive uno de los poblados o ciudades pequeñas, pero tiene una vinculación permanente. Si querés, hay un vaciamiento del campo en sí mismo pero crecen las ciudades que se interrelacionan con lo rural.

P: Ustedes señalaban que hay un envejecimiento y una masculinización de la población

R: En la realidad quien se queda en el campo termina siendo el que vivió toda la vida allí, básicamente hombres que trabajan en tareas rurales, mientras que las mujeres o las familias se trasladan a estas ciudades pequeñas donde tienen mejor calidad de vida. En el campo tenés un vínculo más acotado a lo laboral y por eso mucha gente decide trasladarse .

P: También está tallando muy fuerte en estos en estos tiempos el tema de la seguridad, ¿no?

R: Quienes viven en espacios rurales son poblaciones más vulnerables, entre otros a los temas de seguridad. No lo tenemos estudiado nosotros, pero es una de las hipótesis que uno podría plantear claramente, que la seguridad tiene que ver con las migraciones del campo hacia la ciudad. No es lo mismo para un matrimonio grande vivir en una chacra a 20 kilómetros de una comisaría o a dos kilómetros del vecino más cercano, que alguien en una ciudad con servicios. Hay episodio de cuatrerismo de robo de cables o de viloencia que también hacen que la calidad de vida, disminuya.


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