A un mes del atentado a H.I.J.O.S: lógicas del ataque y de la respuesta de Milei
Ainhoa Alarcón Escalante*
El 20 de marzo de este año, H.I.J.O.S denunció por redes sociales los múltiples crímenes cometidos contra una de sus integrantes por parte de supuestos simpatizantes de La Libertad Avanza (LLA). La asociación Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio, denuncia un atentado político, no solo por la firma que dejan quienes lo ejecutan “VLLC” (“Viva la libertad carajo”) sino, especialmente, por la militancia que lleva a cabo la víctima como defensora del feminismo y de los derechos humanos. Lo dejan claro los mismo perpetradores, al decirle a la víctima que eso le pasaba por hablar y aclarar que no era un robo; lo cual fue verdad sólo en cierta medida, ya que se llevaron objetos relacionados a la asociación.
La víctima sufrió abuso sexual por parte de los estos supuestos partidarios de Javier Milei. El abuso sexual y la violación fueron delitos que se perpetraron en la última dictadura cívico-militar. Durante este periodo, según Villegas, se calcula que el 30% de las víctimas de terrorismo de estado fueron mujeres. Hubo violencia sobre sus cuerpos específica, sistemática, planificada, intencional, y nacida de estereotipos de género que ayudó a profundizar.
Si leemos a la antropóloga Rita Segato podemos comprender a la violación y el abuso no como un crimen moral, sino como una destrucción física y una agresión bélica. Si bien desde antes de los juicios a las juntas se contemplaba a la violación como delito de lesa humanidad (y por lo tanto como imprescriptibles y no indultables), esta especificidad en las condenas a represores comenzó en 2010. En los años ochenta la atención estuvo en demostrar lo ilegal de la represión por parte del Estado terrorista. Luego en el tiempo, se interpusieron los grados de autoría del crimen para juzgar a quienes cometen las violaciones. No es hasta el 2010 que se logra el primer fallo donde se califica a la violación como delito de lesa humanidad, dentro de los juicios a la última dictadura. Es entonces que no nos sorprende, aunque nos espante, el abuso como método de tortura y coacción.
Este acontecimiento forma parte de los cada vez más numerosos atentados que se llevan a cabo en el país ( se pueden ver en https://ra-dar.com.ar/). Buscan callar a la víctima y afectar su funcionamiento en las tareas en relación a los derechos humanos.
Es un mensaje a la militancia, se busca el miedo y la desarticulación de quienes luchan en contra de la violencia que La Libertad Avanza, el presidente y sus militantes ejercen y por la cual abogan. Buscan volver a instaurar la violencia estatal.
Mensajes intimidantes
El comunicado de la asociación pone el mensaje de los abusadores: “No venimos a robarte, vinimos a matarte. A nosotros nos pagan por esto”. Dan a entender que son profesionales pagos que premeditaron (la justicia ya confirmó la inteligencia hecha sobre la víctima antes de cometer los delitos) y vieron una justificación política de sus actos en la militancia de quien atacaron.
Los delincuentes dejaron la sigla VLLC pintada en la pared del domicilio de la víctima, la forma en la que Milei firma sus mensajes. Se puede hacer la misma interpretación que hace la asociación: el correlato con el discurso del gobierno. El gobierno promueve el odio, incita a la violencia y culpabiliza a las víctimas, por lo tanto se puede pensar al mismo como parte de los culpables de los hechos. Abuelas dijo “Los discursos de odio son el caldo de cultivo de acciones y delitos violentos”. El discurso del gobierno es en donde nacen, crecen y en nombre de los cuales se lleva a cabo la violencia.
El discurso de Milei se ve reflejado en las respuestas que dio al atentado. En las redes y en el discurso que generó antes y durante su campaña, el presidente es violento y no se hace cargo de ello. Según el Instituto de Desarrollo Digital de América Latina y el Caribe (IDDLAC), Milei amplifica el discurso negacionista: negando, relativizando, frivolizando y minimizando los delitos de lesa humanidad. Esto se ve con un mayor alcance al flaquear las redes sociales en su trabajo de moderar y respetar los acuerdos que ellas mismas establecen. Al darse en redes el discurso aparenta un menor peso pero tiene un mayor alcance, lo cual facilita su radicalización y el desentendimiento de quien lo genera. Milei habla realmente con la ciudadanía, con sus militantes y con sus votantes a través de las redes; hasta sus intervenciones en medios de comunicación tradicionales son para volverse virales en redes como Tik Tok, Instagram o Twitter.
El presidente “troll”
Se vive el fenómeno del “presidente troll”. El troll exitoso agita emociones y opiniones, corre el eje de la conversación y sabe escandalizar y arengar en los momentos oportunos. Por otro lado, el discurso del presidente tiene un lugar específico; el lugar de su palabra cambia, la responsabilidad y el peso de su palabra cambia, así como su visibilidad.
Y esto funciona así por más que Milei quiera evitarlo -en la descripción de su cuenta de Twitter siguió solo poniendo economista luego de asumir como presidente-. Y si bien le da identidad al momento de comunicarse, afecta tanto a los contrarios como a los propios. Después de todo ganar ¿no fue en parte un fenómeno de redes? Supo aprovechar el esquema descentralizado que implica la militancia en redes y el ecosistema digital, terminó posicionándose exitosamente frente a un electorado que consume lo mainstream. Se volvió un fenómeno memético que ahora nos cuesta la pérdida de derechos.
El hecho de que haya militantes que manejen cuenta con mayor cantidad de visitas que las cuentas oficiales, y que estos repliquen y hagan propaganda de la intervención memética del presidente responde a la misma lógica de los likes de Milei de los cuales no se hace cargo.
Estos likes son los que ayudan a radicalizar el discurso con su aval. Y la misma lógica tienen las declaraciones de Manuel Adorni, que no se compromete, no se hace cargo ni hace juicios frente al delito, de la misma forma las acusaciones por X (exTwitter) a Carlotto tiene la lógica de la difusión del mensaje de odio en redes sociales.
El negacionismo de Milei traspasa el discurso, el gobierno desmantela el Grupo de Trabajo sobre Archivos de las Fuerzas Armadas, permite la intervención estadounidense en la soberanía argentina; Milei, no solo da likes.
El pasado 24 de marzo se dio una de las más, sino la más multitudinaria manifestación en el día del aniversario de la memoria. No solo por los aberrantes delitos inspirados en el discurso negacionista en la violencia paramilitar y paraestatal, en los estereotipos de género y en la habilitación a los discursos de odio; también porque el discurso y las acciones del gobierno se lo han buscado.
Allí donde el discurso sea de odio hablarán los derechos humanos; allí en donde las respuestas de aval o de indiferencia, y las acciones en contra del pueblo sean pan de cada día, se buscará memoria, verdad y justicia.
Este 24 de marzo salió a la calle la gente que por más militante que fuera no salía, en tiempo de injusticias la respuesta siempre estará con la lucha por los detenidos desaparecidos. Claramente Milei cuenta con la legitimidad legal como presidente electo pero no con la legitimidad social como negacionista en su discurso y sus acciones.
* Estudiante avanzada de Historia, Unco Neuquén.
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