A 52 años de una pueblada: el Rocazo, expresión de lucha y resistencia

La resistencia del pueblo que acompañó un pedido que inicialmente afectaba a un sector social fue la punta de lanza para otra demanda, contenida por tanta presión política y un brutal empobrecimiento de sectores populares.


La década de 1970 es recordada como una década convulsionada y de gran complejidad. Un escenario de tensiones políticas, acuerdos electorales, imposición de reglas en detrimento de la libertad, incluso de la propia vida. Durante esta década, cabe remarcar el llamado Gran Acuerdo Nacional (GAN) -propuesto y fundado por Alejandro Agustín Lanusse en 1971-, la proscripción del peronismo, el regreso de Perón, su muerte, y la última dictadura militar, entre otros. Ante la inestabilidad política y económica, donde los sectores urbanos comienzan a manifestarse, el GAN, para Ana Julia Ramírez (2003) “abrió un periodo de intensa politización y convulsión a escala nacional y local”. ¿Por qué local? Porque en diferentes ciudades de la Argentina comenzó un proceso de ebullición social que emergía como una salida a tanta presión contenida.

La Patagonia no fue la excepción. Tomaremos el caso de General Roca, en el Alto Valle de Río Negro. Requeijo, un militar retirado, asumía como gobernador interventor de la provincia en 1969, en un clima caldeado. El Cipollettazo del mismo año, lo presentaba como una salida política polémica, en un escenario complejo. Ni bien asumido “emprendió una política de desarrollo de obras públicas en beneficio de las áreas “deprimidas” de la provincia (Costa Este, sobre todo) en base a la distribución de subsidios provinciales. Esta política que marginaba del esquema de inversiones provinciales a la región del Alto Valle no afectaba en la misma medida a Cipolletti que se seguía beneficiando del desarrollo económico de la vecina capital provincial de Neuquén y, por su intermedio, de las obras de la represa hidroeléctrica”, destaca Ramírez en su trabajo Las puebladas en la Argentina de los ‘70: El caso de General Roca (julio 1972).

El panorama al interior provincial se hacía espeso, y con ello, las críticas y las oposiciones se agudizaban. El Alto Valle, se posicionaba como claro centro opositor a la gestión del gobierno. La división de la Circunscripción Judicial con la creación de Tribunales en Cipolletti a fines de junio de 1972 encendió la llama.

Represión mediante camión Neptuno. Fuente: Diario Río Negro

El Rocazo, el pueblo se hace oír en las calles

El disparador del levantamiento fue la firma del decreto 745 de creación del Juzgado en Primera Instancia N° 6 en la Ciudad de Cipolletti. Lo que se pretendía era no solo restarle importancia política central a una de las ciudades más importantes de la provincia, sino también debilitar a los sectores políticos asentados en Roca. Cabe destacar que el Colegio de Abogados de la provincia como la Asociación de Magistrados tenían sus sedes en General Roca y la mayoría de sus miembros eran habitantes de esta ciudad, muchos de ellos incluso reconocidos dirigentes de la UCR.

Esta noticia generó la reacción inmediata en Roca. Se realizaron reuniones en simultáneo en el Club Social, en casas particulares y en la CAIC los días 1 y 2 de julio. Las “fuerzas vivas” -abogados, empresarios, dirigentes políticos y de colegios profesionales- presionaban al intendente Agustín Oreja y expresaban su malestar ante lo que veían como una maniobra tendiente a desdibujar el papel hegemónico de la ciudad y a profundizar la división entre pueblos del Alto Valle (Spángaro, 1994).

En este escenario, las presiones ante la creación de los tribunales se hicieron tan fuertes que el intendente Oreja decidió convocar a una reunión ampliada el 3 de julio en el municipio, junto con el Consejo Vecinal. Numerosos vecinos se hicieron presentes y exigieron el derecho a intervenir en la reunión. Cuando la situación se descontroló, se cerraron las puertas del edificio y se dio por terminada abruptamente la reunión. El intendente Oreja presentó su renuncia.

La decisión provincial de crear un nuevo juzgado en Cipolletti generó un conflicto que desembocó en la acefalía municipal, y en la indignación generalizada de los ciudadanos roquenses que decidieron movilizarse para revertir la decisión.

A partir del día 4 de julio, los acontecimientos comenzaron a sucederse con gran velocidad. Dado el carácter de acefalía en el que había quedado el municipio y el llamamiento a una nueva Asamblea popular. Resultado de la asamblea popular, evadiendo gases, las balas al aire y la violencia se decidió tomar el recinto municipal y formar la “Comisión Provisoria de Gobierno Municipal” con representantes de entidades profesionales, empresariales, barriales, sindicales y políticas.

Inmediatamente elaboraron el primer decreto que anunciaba que el pueblo de Roca había “retomando su soberanía” se hacía cargo del gobierno local. A partir de entonces, el gobierno provincial, en sintonía con el nacional, encrudece las acciones represivas contra la ciudad. Cada vez más gente se congregaba en las calles para repudiar la represión desencadenada por las fuerzas represivas.

El ámbito creciente de violencia no se hizo esperar, el 10 de julio se declaró zona de emergencia a la ciudad de Roca y sus alrededores, y el gobierno nacional decidió tomar el conflicto en sus manos. El 18 de julio se levantó la “zona de emergencia”, y el pueblo recobró una aparente normalidad. Sin embargo, algo quedaba suspendido en el ambiente.

La resistencia del pueblo que acompañó un pedido que inicialmente afectaba a un sector social fue la punta de lanza, contenida por tanta presión política y un brutal empobrecimiento de sectores populares. Durante esta parte del Rocazo hubo un importante número de gente detenida, y luego puestas a disposición de la Cámara Federal, o como habitualmente se lo conoce, la “Cámara del terror’’.

La disputa por el recuerdo de un hecho histórico para Roca


“Cada vez que se cumple un aniversario de esta pueblada tengo la sensación de estar ante algo que el tiempo, con su persistente radiación de cosas nuevas, fuera borrando a la manera del sol sobre las fotografías antiguas. El tratamiento dado por la sociedad en estos treinta años a su memoria, ha contribuido al olvido.”

Este testimonio que nos brinda Balmaceda, partícipe del Rocazo, es parte de un artículo publicado en el verano de 2002/03 en la revista La Marea. Es un punto de partida para “reconocer el carácter construido y cambiante de los sentidos del pasado, de los silencios y olvidos históricos, así como del lugar que las sociedades, las ideologías, los climas culturales y las luchas políticas asignan a la memoria” (Mereb; 2023).

No solo eso, sino que pareciera ser una preocupación evidente, una preocupación manifiesta. Una marca social olvidada, hasta que se nombra, hasta que adquiere identidad y se hecha a rodar: la pueblada, el Rocazo, la rebelión popular.

El nombrar, el poder nombrar, es darle identidad a un hecho, en este caso a un hecho que es, ante todo, una huella del pasado reciente, que puede ser historizada desde nuestro presente, y crear sentidos. Depende, entonces, de qué tratamiento se le dé, y a partir de esto, como dice Balmaceda, actuará en mayor o menor medida, como el “sol sobre las fotografías antiguas”. A 52 años, decidimos recordar una pueblada.

* El trabajo de Ramos “Los Espejos del Rocazo: reflejos de historia y memoria de una pueblada patagónica” fue premiada en la Convocatoria Literaria 2024, categoría Ensayo/investigación, realizada por el Fondo Editorial Rionegrino.


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