A 40 años de la Conadep: el “Nunca Más” en tiempos de fragmentación social
A 40 años del informe de la comisión, donde hubo una destacada participación de referentes patagónicos, debemos salir de la polarización política, escuchar a la sociedad fracturada y reparar los lazos rotos con más cooperación social.
Transición hacia la democracia. 1. El “Nunca más”. La Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (Conadep) fue establecida por el Presidente Alfonsín un 15 de Diciembre de 1983. El “Nunca más” fue presentado el 20 de Septiembre de 1984. Entre sus integrantes resaltaban Ernesto Sábato, René Favaloro, Magdalena Ruiz Guiñazú, Gregorio Klimovsky, el Rabino Meyer y el Pastor Gattinoni, entre otros. Junto a asesores y un sinnúmero de voluntarios provenientes de múltiples organizaciones sociales y partidos políticos forjaron un equipo de trabajo tan diverso como complejo.
Presencia patagónica en la comisión
Fue destacada la actuación de Jaime de Nevares, como miembro de la comisión, con la colaboración de Noemí Labrune.
Ambas labores ofrecieron a toda la región patagónica el mejor ejemplo de coherencia, esfuerzo y compromiso a lo largo de décadas.
Inicialmente concentrada en Buenos Aires fue acompañada por el trabajo autogestivo que se realizó a nivel federal y luego significó la publicación de informes provinciales y múltiples investigaciones independientes.
La Conadep, con todos sus matices y límites, en diez meses de un trabajo difícil de imaginar, le puso testimonios, datos y documentación al Terrorismo de Estado.
El “Nunca Más” consolidó un mapa inicial del horror, identificando métodos, centros de detención y prácticas de lo atroz.
Fue el primer documento público construido por una variedad de representantes sociales, políticos, religiosos y hasta generacionales. La comisión únicamente tenía tres diputados de la UCR: Santiago López, Hugo Piucill y Horacio Huarte.
Los tres originarios del sur argentino: Punta Alta, Roca y Trelew.
Más allá de las notables ausencias peronistas a nivel institucional, en sus segundas líneas, en su forma de trabajo la comisión fue partidaria y operativamente plural.
2 La Conadep como regla y como excepción. Más allá de las polémicas con sus dos prólogos, de sus tensiones internas, de la concentración en la figura de Sábato, de su centralismo inicial, de los videos oficiales editados, de lo comisarios políticos que ciertos miembros de la comisión resistían, del error político del Partido Justicialista de no enviar a sus diputados, más allá de todo eso y mucho más; la Conadep fue lo más parecido a un espacio institucional multipartidario y transversal para que una todavía muy débil democracia pueda construir memoria, verdad y justicia.
La relevancia internacional del “Nunca Más” para el mismo “Juicio a las Juntas” en 1985 como para todas las comisiones de la verdad celebradas en Brasil (1985), Uganda (1986), Uruguay (1989) durante los ochenta, en América Latina en Chile (1990) o Guatemala (1994) y en todo el mundo sigue hasta nuestros días. Toda crítica a la Conadep no la hace menos excepcional y necesaria.
Todos sus límites nos deberían ayudar a no repetir sus errores. Sus virtudes se mantienen por el esfuerzo en documentar la verdad, en abrir preguntas que todavía están abiertas y se renuevan en contextos de malestar social profundo. La justicia penal fue más importante que la justicia social para pensar el después del “Nunca Más” en estas décadas.
Hoy la pobreza y la descomposición social están creciendo junto a discursos de una crueldad inédita en todos los sectores y espacios.
Es necesario tender puentes democráticos
Sin reconstruir los puentes democráticos, sin trabajar en conjunto con personas que piensan distinto a nosotros, sin escuchar a una sociedad enojada, nos esperan tiempos difíciles; quizás haciendo todo eso de forma esmerada igualmente nos esperen tiempos oscuros por desafíos ambientales y geopolíticos.
Estamos en curso a una transición democrática hacia un futuro no democrático. La fragmentación y polarización social son cada vez más inestables. Es necesario una acción de desfragmentación, construir un lenguaje en común, volver a hablar con una sociedad con las emociones a flor de piel. Practicar un lenguaje que en lugar de dividir, unifique. Como dijo un poeta: “Ante la confusión, unificar el lenguaje”.
Fue la antipolítica lo que unificó el malestar de los últimos años. Sin embargo, se puede reparar lo roto, sanar lo fracturado. La división social es tan artificial como perjudicial, y cuarenta años después, parece potenciar la desmemoria y la desesperanza.
* Profesor de Derecho Constitucional y Estudios Críticos del Derecho.
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