Nicolás Maduro, el “presidente obrero” con mano de hierro

Su astucia política le ha permitido sobrevivir a una crisis económica sin precedentes con recesión e hiperinflación, casos de corrupción y supuestos atentados.

Patrick Fort / AFP

Maduro, durante un acto mde campaña. (Photo by Raul ARBOLEDA / AFP)

Ungido por Hugo Chávez como su sucesor, Nicolás Maduro ha gobernado Venezuela con mano de hierro por más de una década. Acusado de violar derechos humanos, insiste en mostrar una imagen de hombre común, de “presidente obrero”.

En el poder desde 2013, Maduro buscará el 28 de julio un tercer mandato de seis años que lo proyecte a 18 al frente del país: sería el jefe de Estado que más tiempo ha gobernado Venezuela después del dictador Juan Vicente Gómez, por 27 años (1908-1935).

Alto, con un espeso bigote que luce con orgullo, este exchofer de colectivo y dirigente sindical de 61 años explota los estereotipos de “hombre de pueblo”. Formado en Cuba, fue parlamentario, canciller y vicepresidente de Chávez (1999-2013). Erróneamente subestimado tras la muerte del carismático líder bolivariano, Maduro neutralizó resistencias en el gobernante Partido Socialista de Venezuela.

Represión de la protesta

Durante su gobierno, masivas manifestaciones fueron duramente reprimidas en 2014 y en 2017 por militares y policías. La Corte Internacional de Justicia abrió una investigación por crímenes de lesa humanidad en contra de su gobierno por los centenares de muertos.

Supo también maniobrar entre una batería de sanciones internacionales tras su reelección en 2018, boicoteada por la oposición y desconocida por medio centenar de países. Sobrevivió además a una crisis económica sin precedentes en esta nación de casi 30 millones de habitantes, con un PIB que se redujo en 80% en 10 años y cuatro años seguidos de hiperinflación.

Escándalos de corrupción, supuestos atentados… y Maduro sigue en la silla presidencial, “indestructible”, como reza el eslogan del dibujo animado de propaganda “Súper Bigote”, que lo muestra en la TV estatal como un superhéroe que combate monstruos y villanos de Estados Unidos y la oposición venezolana. Ahora en la campaña se hace llamar “gallo pinto”, de raza pura, de pelea, para mostrarse fuerte frente al físico disminuido de González Urrutia. Salta, corre, baila salsa…

“Realpolitik”

Maduro no tiene el carisma de Chávez, aunque lo emula con discursos de horas en los que mezcla asuntos políticos duros, beligerantes, con chistes y anécdotas personales. Ostenta con firmeza el poder con el apoyo de la Fuerza Armada y los cuerpos de seguridad .

Más allá de lo retórico, ha sabido hacer “realpolitik”: recortó el gasto público, eliminó aranceles para impulsar importaciones que acabaran con el desabastecimiento y permitió el uso informal del dólar, que hoy reina en un país donde tiendas y restaurantes de lujo reaparecieron, aunque solo para el disfrute de unos pocos.

“Es el capitalismo más desigual de América Latina”, dice Rodrigo Cabezas, exministro de Finanzas de Chávez y crítico de Maduro.


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