De qué hablamos cuando hablamos de mercado

Un concepto que ha sido maltratado una y otra vez, pero esconde la clave para el desarrollo. La libertad y el proyecto de vida individual, como base para el crecimiento y la igualdad.

Redacción

Por Redacción

Por Daniel A. Darrieux (*)

Libre. El juego de la oferta y la demanda determinan la asignación de recursos en el mercado.

El mercado es uno de los conceptos más utilizados en el debate público y a mi juicio, menos comprendidos.
Un modesto aporte al esclarecimiento: Ludwig von Mises, autor del libro “La acción humana”, sostiene que: “El mercado es un proceso – conjunto de actividades- al que lo mueven las acciones de las personas, que cooperan en el marco de la división del trabajo”.


¿Cómo se produce esta cooperación?
Un ejemplo: quien fabrica cajas de cartón, para obtener una ganancia, debe colaborar con quienes empacan frutas, venden empanadas o fabrican vasos, suministrándoles los formatos que les sean útiles. Beneficiarse a sí mismo proporcionando a los demás lo que necesitan, constituye la razón de ser de la economía de mercado.


Quienes emprenden viven en carne propia el desafío de satisfacer a los consumidores para ser sustentables.
“No hay forma de sobrevivir en el mercado si no ofrecemos algo que los demás necesitan o aprecian”, plantea el economista Carlos Rodríguez Braun en su libro “Estado contra mercado”.

El mercado permite el uso adecuado del conocimiento disperso en la sociedad, que diferentes individuos poseen, en función de su actividad.


El mercado, para funcionar adecuadamente, debe contar con un marco jurídico que garantice la libertad, los acuerdos voluntarios y el derecho de propiedad. Esto genera los incentivos necesarios para producir y hace posible el funcionamiento del sistema de precios, que transmiten información para orientar la asignación de los siempre escasos recursos.


Como destaca Fredrich von Hayek, premio Nobel de Economía, el mercado permite el uso adecuado del conocimiento disperso en la sociedad, que diferentes individuos poseen, en función de su actividad. Ese conocimiento individual aumenta la probabilidad de tener éxito en las decisiones que se tomen.


Es imposible que un grupo de políticos y burócratas puedan captar ese gran cúmulo de conocimientos, analizarlos y tomar decisiones racionales. Por ello, el intervencionismo estatal nunca funcionó ni funcionará.

Mercado. Ese lugar donde conviven oferentes y demandantes.


Más allá de las opiniones está la realidad: el Índice de Libertad Económica, una investigación realizada sobre un total de 178 países, establece una correlación positiva: a mayor libertad económica – más mercado – mayor prosperidad. Argentina se ubica en el puesto 148 del ranking.


Se plantea que cuando falla el mercado debe intervenir el Estado. Error.
“La idea de que hay que intervenir en el mercado porque no es perfecto – como si algo humano lo fuera – no solo es equivocada, sino que la realidad es la contraria”, sostiene Rodríguez Braun.


El proceso de mercado genera los incentivos para que se produzca el aprendizaje y se corrijan los posibles desajustes.
¿Sería indicado sacar a Messi de un partido porque acaba de errar un penal?


En la mayoría de las universidades se enseña la teoría de la competencia perfecta, un inútil esquema de laboratorio que no explica cómo funciona el proceso de mercado y la función empresarial. Un esquema que sustenta – también – una justificación a la intervención estatal ante la supuesta “imperfección” del mercado.

La ética de la economía de mercado y los beneficios de la libertad económica, son un imperativo productivo y un faro moral a la función empresarial.


¿Y si comenzamos a plantear las fallas e imperfecciones del Estado? (que son muchas, dicho sea de paso).
Se hace referencia además a “las fuerzas ciegas e impersonales” del mercado. Otro error.
El mercado es un sistema de relaciones humanas. Son las valoraciones y preferencias subjetivas y cambiantes de compradores y vendedores las que impulsan los cambios que operan en el mercado.


Un mercado libre tiene como cimientos un sistema de valores, como la libertad individual. El respeto por el proyecto de vida de cada uno es otro de esos valores, como destaca el profesor Alberto Benegas Lynch (h).
Recordemos que Adam Smith, el célebre autor de “La riqueza de las naciones”, primero escribió el libro “Teoría de los sentimientos morales”, en el que la empatía y la benevolencia son centrales.


Los aspectos éticos de la economía de mercado proveen una justificación moral a la función empresarial.
Esta cosmovisión debe ser comprendida por empresarios y emprendedores, quienes deben levantar más la voz, sin ponerse colorados, para promover los beneficios de la libertad económica, un imperativo ético y productivo.


El primer paso para revertir la decadencia de nuestro querido país es tener las ideas claras, para identificar la estrategia de desarrollo que nos permita avanzar en la dirección correcta.

(*) Director de IMPACTO ECONÓMICO.

Dato

148º
El puesto que ocupa la Argentina entre los 178 países que conforman el ranking de "Libertad Económica"

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