De a poco, la selección se aleja del diván aunque sigue en tratamiento
Cuando terminó el partido en Porto Alegre, Lionel Scaloni dejó una frase pesada que sintetiza toda la carga anímica que ha soportado la selección en esta Copa América. “El equipo se sacó el miedo…”, dijo el DT. Ni más ni menos.
Ahora bien, ¿por qué una formación de la categoría de Argentina puede tener temor ante equipos supuestamente inferiores como el qatarí? En verdad se teme más a sí mismo que a los rivales. A este equipo lo aterra no estar a la altura de las expectativas, lo paraliza tener al mejor del mundo y no aprovecharlo, y por momentos se cree incapaz de sostener la pesada mochila de su historia: la de los campeones del mundo y la actual, la de las tres finales perdidas.
Esta selección es como una fruta verde. Su proceso de maduración ha sido alterado y es por ello que debe tomar color de manera anti natural. Es decir, no es un equipo formado en el trabajo, en la planificación, con tiempos reales de elaboración y confección. Está gestada básicamente en la improvisación y sean eternos los laureles que supimos conseguir, que es en definitiva lo que tiene hoy por hoy el seleccionado: los pergaminos que le da su rica historia.
Durante esta Copa América, la selección ha subido en Brasil, los escalones que debió haber trepado tras una preparación consciente. Argentina afronta este torneo con la inercia de un equipo que fue grande y que hoy sufre horrores por recuperar esa condición. Así llegó a competir a este torneo, aunque lo visto ayer en Porto Alegre fue sin dudas lo mejor que ha podido entregar la selección hasta ahora.
Lo saludable es que muchos referentes como Messi, por caso, en ningún momento disfrazaron el mal trance. Lio llamó las cosas por su nombre y eso es siempre rescatable, más en un capitán. A partir de esa sinceridad brutal del mejor del mundo, de reconocer errores y hablar sin tapujos de que “a este equipo le falta funcionamiento y no hay tiempo”, Argentina a mejorado partido a partido. Si bien el tratamiento aún no terminó, el equipo de a poco se va alejando del diván. El bloqueo mental va dejando paso al diálogo futbolístico que brilló por su ausencia en el debut ante Colombia. Ahora hay interlocutores, jugadores que de a poco comienzan a hablar el mismo idioma. Pero sobre todo, hay compromiso.
Agüero, que tuvo un par de acciones impropias para un jugador de su clase en el primer tiempo, en el complemento entendió que él tiene más responsabilidades que Foyht o Saravia, quienes juegan sus primeros partidos en la selección. El Kun comprendió que es él (y Messi, Otamendi y no muchos más) quien debe sacar la cara por el equipo. Él es el goleador absoluto de la afamada Premier League y no otro.
Poco a poco Argentina va dejando atrás el estado de angustia permanente que trae desde las últimas eliminatorias. Y más allá de su suerte en este torneo, deberá aceptar y recordar cuáles fueron las armas que lo llevaron a la gloria.
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