David Safier se afianza en el humor para explorar emociones del Holocausto

Por Raquel Miguel de la agencia DPA

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Desde que su primera novela, “Maldito karma” (2009) lo catapultara a la fama internacional, el escritor alemán David Safier (Bremen, 1966) ha desatado la risa de millones de lectores en todo el mundo; sin embargo, con su último trabajo “28 días” ha cambiado radicalmente de registro para realizar una exploración emocional del Holocausto nazi.

“Este es un libro diferente”, contó hoy el autor en un encuentro con periodistas durante la presentación de su libro en Madrid. “Muchos se sorprendieron, pero yo no, porque es un libro que quería escribir hace 20 años”. La petición que le hicieron en 1993 -cuando trabajaba como periodista- para que pronunciara un discurso en la catedral de Bremen con motivo del 50 aniversario del levantamiento del gueto de Varsovia le impulsó a investigar más en profundidad sobre aquello.

En “28 días”, Safier se mete en la piel de Mira, una adolescente de 16 años que vive en ese gueto. Al principio sobrevive del estraperlo, pero poco a poco se enfrentará a una crucial decisión: la de unirse al levantamiento que unos 1.400 jóvenes de entre 13 y 29 años protagonizaron entre el 19 de abril y el 16 de mayo de 1943.

“Muchos pensaron que aguantarían un solo día pero al final fueron 28”, un periodo que bautiza su obra centrada en una resistencia en la que participaron muchas mujeres jóvenes. “Cuando las SS asaltaron el gueto lo primero que gritaron los soldados fue:’los judíos tienen armas y las que están disparando son mujeres’. Eso me fascinó y por eso decidí que mi protagonista fuera una mujer”.

Una mujer ficticia, como el resto de sus personajes, para mostrar sin embargo hechos que ocurrieron en realidad. “Mis personajes son inventados; sus vivencias, reales”, afirma Safier, cuyo objetivo era añadir algo que echa de menos muchos libros sobre la historia nazi: la experiencia emocional de las víctimas. Algo que no está escrito en los archivos.

“Porque en esas situaciones es cuando se muestra lo peor, pero también lo mejor del ser humano”, explica. “En el gueto de Varsovia hubo gente que arriesgó su vida para salvar a otros, gente que acompañó a otros a la muerte, hubo quien sacrificó a otros para alargar su propia vida y también quien sacó beneficio de aquéllo”. Y todos ellos aparecen retratados en su novela.

Y es que la pregunta existencial que Safier se plantea a través de Mira es: qué tipo de personas quieres ser, algo que no siempre es fácil de responder y menos en situaciones extremas. “Todos los judíos fueron víctimas de los nazis pero reaccionaron de forma diferente”, afirma el autor.

“Hubo incluso quien trabajó para la policía judía que ayudaba a trasladar a los detenidos a ser deportados o que incluso entregó a sus propios padres para alargar su propia vida”, señala.

El tema que elige Safier para hacer una pausa en su trayectoria de literatura humorística (”Jesús me quiere”, “Yo, mí, me… contigo”, “ÑMuuu!”) no es casual.

“Mi padre nació en Viena y era de origen judío. Durante la anexión austriaca a Alemania en 1938 (…) huyó a Palestina y luchó por la creación de un Estado israelí en la organización clandestina paramilitar Haganá, antes de hacer carrera militar y convertirse en general del Ejército israelí, hasta que decidió abandonar el Ejército”. Además, su abuelo paterno murió en el campo de concentración de Buchenwald y su abuela en el gueto de Lodz.

Pese a la cierta resistencia que hay en Alemania a la nueva literatura sobre el Holocausto, la obra ha tenido una muy buena acogida, sobre todo entre el público adolescente, asegura. Y Safier, que abandonó la comunidad judía hace 20 años, considera que hablar del Holocuasto sigue siendo necesario.

“Porque el Holocausto sigue repitiéndose continuamente en el mundo”, señala en referencia a persecuciones y exterminios como los que tienen lugar actualmente en Irak o en Siria contra minorías cristianas o yazidíes”. Sin olvidar los brotes de antisemitismo y el auge de la extrema derecha en países europeos y el antisemitismo latente que sigue habiendo en Alemania, alerta.

Por eso, pese a haber transcurrido tantos años, considera adecuado que el gobierno alemán mantenga su “política especial” frente al Estado de Israel, marcado por el apoyo y muchas veces la falta de crítica a sus políticas. “Porque hacen falta muchas generaciones para cerrar las heridas”, justifica el autor.

Eso no significa, sin embargo, que en Alemania no se debata sobre el conflicto palestino israelí, que Safier considera muy complicado, “si no imposible de solucionar”, debido a la radicalización de ambas partes y el componente de amenaza constante y miedo de Israel a sufrir un exterminio.

La gravedad del tema hizo que Safier no se atreviera a enfrentarlo con el género de comedia. “Creo que cualquier tema se puede tratar con humor, pero yo no me sentía capaz de escribir sobre el Holocausto en esa clave”.

Ello no significa, sin embargo, que sus lectores deban esperar a partir de ahora a un Safier más serio. “Me encantan las comedias y mis próximos libros serán comedias”, adelanta.

DPA


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