Teatro, vas a llorar, por “Tito” Cossa

El dramaturgo, autor de “La nona” y “Gris de ausencia”, fue clave en el escenario argentino contemporáneo. Murió ayer a los 89 años. Lo lloran los espectadores y la cultura argentina.

“Gris de ausencia”, que trata del exilio de una familia en la dictadura, fue una de las obras más importantes del movimiento de Teatro Abierto, en 1981.

La muerte de Roberto “Tito” Cossa, a los 89 años, deja en esta fecha una marca para siempre en la cultura argentina. El teatro pierde un referente, un creador, un activista, un militante de eso que Mauricio Kartun llama “crear presencia de una ausencia».

Kartun, precisamente, lo despidió así: “Se nos fue Tito Cossa. Nuestro Tito. Nuestro, por que cada autor de por acá lleva en sus textos algo suyo. Fue autor faro. Ese de las obras que te marcan la costa. Ese del rumbo cuando estás perdido. Un ser cooperativo.

Pensaba en común. Todo lo hizo en grupo. Dimos clases a dúo en Teatro Abierto, escribimos juntos una obra, trabajamos en SOMI, compartimos viajes. Tito siempre tractor. Todos los que compartimos con él lo sabíamos. Te metía en los terrenos más aventurados. Más insólitos. Pero con Tito ibas confiado: estaba Tito. Tractor de estéticas, Tractor de proyectos. Tractor de ideas. Talentoso, generoso y ético. Modelo en ese rol que toda comunidad precisa. Chau Tito y gracias”.

Nacido el 30 de noviembre de 1934, Día Nacional del Teatro y Día del Teatro Independiente, Cossa tuvo sus inicios en el periodismo y, a lo largo de su trayectoria, escribió alrededor de 28 obras y seis guiones de cine, mientras que durante la dictadura militar fue uno de los impulsores de Teatro Abierto, el movimiento que sacudió la mediocridad que imponía la dictadura.

Tanto teatro es imposible de resumir acá.

Está, claro, “La nona” , porque además fue llevado al cine con un Pepe Soriano inolvidable, pero tal vez “Gris de ausencia” sea más representativa.

Estrenada en 1981 como parte de ese movimiento trascendental que fue Teatro Abierto, en el Picadero, narra el exilio a Roma de una familia argentina cuyo padre había huido de Italia en la guerra y debe regresar, forzado.

El Picadero fue prendido fuego, literalmente, por manos no tan anónimas pero impunes. Y las funciones siguieron, entre números de teatro de revista, durante la semana, en el Tavarís.

Pura resistencia junto a cientos de otros autores, dramaturgos y actores.

También fue guionista de cine. Adaptó la novela de Osvaldo Soriano “No habrá más penas ni olvido” (Héctor Olivera, 1983); sus propias obras teatrales “La nona” (Olivera, 1979) y “Yepeto” (Eduardo Calcagno, 1998); y escribió con Carlos Somigliana el guión de “El Arreglo” (Fernando Ayala, 1982).

El teatro del Pueblo y la fundación Carlos Somigliana lo tuvieron de referente.

Sus apariciones en textos periodísticos (Clarín, Página 12) fueron también referencias inevitables de la realidad de un país que, aunque no lo sepa, le debe mucho a “Tito” Cossa.


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