Natalia Litvinova, la escritora que nació «en un país radioactivo» y eligió Argentina, ganó el premio Lumen de una novela
Emigrada desde Bielurrisia a la Argentina con cinco años, la poeta y escritora ganó la segunda edición del premio Lumen con su primera novela, "Luciérnaga", elegida por unanimidad por el jurado
“No quería nacer en otoño en un país radiactivo. Pero el médico me sacó a través de un corte realizado con bisturí, y con mis pies toqué la tragedia, mientras que con las manos intentaba aferrarme a las entrañas de mi madre”. Así comienza “Luciérnaga”, la primera novela de la poeta bielorrusa-argentina Natalia Litvinova que ganó por unanimidad la segunda edición del Premio Lumen de Novela 2024, yque llegará a las librerías en septiembre. “Una voz deslumbrante y conmovedora, con la difícil cualidad de la sencillez. En la tradición de la mejor literatura rusa, pasa del realismo a lo mítico con naturalidad y sabe recurrir al humor y la ironía para narrar una historia que todavía no habíamos leído.. Una novela luminosa y radiactiva», dijo el jurado.
Cuando Litvinova escribe país radioactivo se refiere a Bielorrusia, y más precisamente a Gómel, una ciudad al sureste de su país. Cuando escribe radioactivo recuerda a la central nuclear Chérnobyl, que había explotado cinco meses antes de su nacimiento, en 1986.
En esta ópera prima, de desarraigo y memoria, Natalia Litvinova recupera el relato oral de las mujeres de su familia en un mundo inhóspito en el que la historia parece estar a punto de acabarse, y aborda la identidad, los lazos familiares y la experiencia privada en un memoir lleno de poesía y sinceridad, que es también un ajuste de cuentas con un pasado marcado por la migración y la necesidad de sobrevivir a un mundo en disolución.
“Los primeros años de mi vida coincidieron con la recesión económica y el fin de la Unión Soviética”, cuenta en Luciérnaga, “una novela luminosa y radiactiva”, en palabras del jurado. “En los almacenes desaparecieron el jabón, los corpiños, el papel higiénico, el aceite, los pañales, la leche. Las góndolas de licores y conservas se llenaron de repollos y los mercados se transformaron en un huerto arrasado. La vida se convirtió en una extensa fila de espera; a cada familia se le entregaban cupones para los productos que podían adquirir cada mes, los más valiosos eran los de los cigarrillos y el alcohol. El vodka era un bien preciado y en nuestra familia nadie tomaba. Mamá canjeaba los cupones de vodka con los vecinos por los de aceite o manteca, y así pasó del anonimato a ser popular en el barrio: la llamaban ‘mujer con hijos que no bebe’, ‘la que destila cupones’ y ‘la patrona de los borrachos’”, escribe en «Luciérnaga».
En septiembre de 1996, la familia de Litvinova emigró a la Argentina. Llegaron un 9 septiembre, un día antes de que Litvinova cumpliera cinco. A los 14 leyó por primera vez a Federico Garcia Lorca y se enamoró de la poesía. “La poesía me enseñó la belleza del equilibrio”, dijo en una rueda de prensa tras recibir la noticia del premio, dotado de 30 mil euros. Natalia Litvinova es poeta y editora, imparte talleres de poesía y publicó varios libros, entre ellos «Todo ajeno» (2013), «Siguiente vitalidad» (2016), «Cesto de trenzas» (2018), «La nostalgia es un sello ardiente» (2020) y «Soñka, manos de oro» (2022). Su obra ha sido publicada en Alemania, Francia, España, Chile, Brasil, Colombia y Estados Unidos.
“Después de dudar, me pide que comience describiendo su foto preferida, en la que está en bikini con un arenque en las manos, simulando que le da un beso. Su vientre es plano, aún no pasó por los embarazos. Sus ojos reflejan el brillo del agua del río Prípiat mientras su primo le toma la foto. Faltan diez años para que la central nuclear de Chernóbil explote. No sabe que su primo entrará a apagar el reactor. Tampoco sabe que no volverá a sumergirse en ese río y que el pueblo donde nació se convertirá en un lugar deshabitado. Miramos en silencio la foto que sacó del cajón. Mamá sonríe, pero es una sonrisa que podría confundirse con la mueca que hacemos antes de llorar”, escribe en el libro, del que Pengüin Random House compartió un adelanto.
A los treinta y seis años, tras haberlo dejado con su pareja, Natalia regresa a casa de su madre, en Buenos Aires, y así emprende un viaje hacia un pasado entre dos mundos: el de su país de origen y la Argentina, adonde la familia de Natalia esperaba un futuro mejor, aunque se reveló menos acogedora de lo previsto. Mientras Natalia deshace el tejido de su infancia, los recuerdos empiezan a aflorar; y donde la memoria no llega, la imaginación se encarga de llenar los vacíos de la historia familiar mediante un diálogo imaginario con su abuela materna, Catalina, a la que nunca llegó a conocer.
Catalina fue secuestrada por los nazis en la Segunda Guerra Mundial y cuando regresó a Bielorrusia tuvo que soportar el rechazo de los hombres de su comunidad que la consideraban una espía, una traidora. “Yo estoy obsesionada con Chernóbil; hubo un tiempo en que se quiso silenciar esta catástrofe, como si no hubiera existido la radiación”, admitió la escritora y agregó que se podrían escribir “muchas novelas” sobre lo que significó la explosión de la central nuclear en 1986.
Luciérnaga, presentada con el título «La niña de los brazos de acero# y bajo el seudónimo de Darina, fue elegida por el jurado integrado por las escritoras Ángeles González-Sinde, Luna Miguel y Clara Obligado, la directora de la librería Rafael Alberti (Madrid), Lola Larumbe, y la directora literaria de Lumen, la escritora argentina María Fasce. En esta edición se han recibido 549 manuscritos procedentes de Argentina (117), Colombia (22), Chile (18), España (326), Estados Unidos (17), México (42), Perú (2) y Uruguay (5).
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